Al final, el día transcurre sin problemas y sin incomodidades. Mi familia ha acabado congeniando con Hera al cien por cien y eso la tiene muy contenta, al igual que a mí. Cuando cae la noche, los adultos, como se hacen llamar, deciden irse a tomar unas copas mientras que Hera y yo le proponemos a África ir a tomar algo con nuestros amigos, a lo que acepta encantada.
Una vez llegamos al pub en el que hemos pactado vernos todos, Ela y Marc están dándose besos cortos contra una pared. Carraspeo para llamar su atención y ellos se separan, agitados y colorados. Entramos al local en menos de cinco minutos y en cuestión de segundos mi prima desaparece entre la gente. Nosotros nos acercamos a una mesa y nos la "apropiamos" mientras Marc va a pedir una botella de alguna bebida que no he llegado a entender.
Durante toda la noche vemos a las chicas bailar entre ellas o con diferentes personas, en un par de ocasiones me acerco a Hera y nos movemos al ritmo de la música, pero soy bastante arrítmico por lo que en poco tiempo vuelvo a estar en mi asiento. Ela y Hera hacen viajes hasta la mesa, llenan sus vasos y se vuelven a ir, mi prima por otro lado ha desaparecido al cien por cien y, cuando le he preguntado dónde estaba, me ha dicho que se había encontrado a su ex y se habían ido juntos. Eso no va a salir bien, le he contestado, pero no he recibido su respuesta.
Cuando la pantalla de mi móvil indica que son pasadas las tres de la madrugada, decido que es hora de volver a casa con Hera porque su nivel de embriaguez es bastante alto y mañana debemos ir a visitar a su familia. Sí, después de casi dos meses de aquella llamada, voy a conocer a la familia de mi chica.
Busco al par de amigas entre la gente y, cuando las encuentro, decido avisar a Marc y ambos vamos hacia ellas. Nos cuesta llegar unos cuantos minutos debido a toda la gente que se junta en la pista, bailando al ritmo de la música. Al llegar a las chicas conseguimos sacarlas del pub sin muchas quejas, solo algún que otro puchero e intento de seducción. Nos despedimos en la puerta del local y mientras la pequeña morena y yo tomamos rumbo a mi coche, Marc y Ela van en dirección opuesta. Conduzco hasta casa en silencio dado que Hera duerme en el asiento del copiloto con el pelo desaliñado y la boca entreabierta.
Al conseguir aparcar el coche cerca de nuestro edificio, cargo a mi novia en mis brazos y ella ronronea, acurrucándose contra mi cuello y dejando un húmedo beso en la zona. Yo me aparto, viendo por donde puede encaminar sus besos, y ella se queja.
—Hera, basta. A dormir.
Ella se queja, susurrando algo que no entiendo y yo llamo al ascensor. Dejo un beso sobre sus labios y ella me mira, haciendo un puchero adorable.
—Estoy cachonda, Jack —dice poniendo ojitos.
—Mañana por la mañana lo resolvemos.
Entro al ascensor y marco el número de nuestro piso.
—Pero estoy cachonda ahora, no mañana —dice moviendo una de sus manos hasta mi entrepierna por encima del pantalón.
Le aparto la mano mientras sigue quejándose durante todo el trayecto en el elevador, haciéndome reír. Al entrar en casa la luz de la habitación de mi tío Andrew está encendida por lo que dejo a Hera en nuestra cama y me asomo por la puerta de la otra habitación.
—Nosotros nos vamos a dormir ya. No te acuestes muy tarde que mañana mi madre vendrá pronto a por ti —digo.
—¿Por qué me hablas como si fuera un niño?
—Porque te comportas como si lo fueras —contesto con una sonrisa.
—¿Y las chicas? —pregunta, cambiando de tema.
—África se encontró con su exnovio y se fue con él, Hera está dormida en la cama.
—¿Va borracha?
—Un poco. Buenas noches, Andrew.
—Buenas noches, Jack.
Entro de nuevo en la habitación donde está mi chica y la encuentro sentada en el suelo, peleando contra uno de sus zapatos con cara enfurruñada. Me acerco a ella, aguantando la risa, y le echo una mano. Le quito los zapatos, las medias y el vestido junto al top. Ella vuelve a besarme desesperada y hago un esfuerzo sobrehumano para no ceder ante sus intentos. Le quito el sujetador lencero y le pongo una de mis camisetas, vuelve a quejarse, a llamarme aburrido y a repetir que está cachonda, incluso lo dice tan alto que creo que hasta mi tío la ha escuchado. Al final consigo meterla en la cama y que no se mueva, voy al baño y cojo un disco desmaquillante reutilizable y su agua micelar, mojo el pedazo de tela con el líquido y vuelvo al cuarto. Paso suavemente el disco por su piel y sus ojos, intentando quitar la mayor cantidad de producto posible y ella murmulla cosas sin sentido.
Cuando por fin acabo, me lavo mi cara y mis dientes y me pongo mi pijama. Vuelvo a la cama y me meto entre las sábanas, abrazando a Hera.
—Jack —me llama en un susurro.
—Dime, cariño.
—¿Por qué no quieres follar conmigo?
Ay, por Dios, no para...
—Claro que quiero follar contigo, pero no cuando vas borracha. Me gusta que seas plenamente consciente del placer.
—Está bien. Te quiero, amor.
—Te quiero, Hera.
A los pocos segundos vuelve a dormirse y yo, por desgracia, no puedo hacerlo. Cuando pasa cerca de una hora y veo que no he conseguido pegar ojo, decido salir a fumar un cigarro al balcón. Repaso la noche e intento analizar cómo me siento con respecto a mañana. Cuando era más pequeño tuve que ir a terapia por episodios de ansiedad y el insomnio, que se podía deber a algún trauma que tuviera. Finalmente, lo primero aprendí a controlarlo con ayuda de mi psicóloga y para lo segundo me acabaron recomendando unas pastillas que no me tomo nunca. Ir a esas sesiones me ayudó a saber identificar mis emociones y racionalizarlas, controlarlas y organizarlas, relativizarlas. Desde bien niño sufría mucho los nervios, en los exámenes, en las excursiones escolares, las obras teatrales o cualquier cosa que se saliera mínimamente de mi zona de confort, esta situación es una de esas. No sé qué ha contado Hera de mí a su familia, no sé qué esperan que sea, no sé qué debo hacer.
—Hey, ¿qué haces aquí?
Me giro al oír la voz de Hera, frota sus ojos desde el marco del ventanal que da al balcón y lleva su pelo recogido en un moño despeinado.
—No podía dormir. Vuelve a la cama, en seguida voy.
—¿Quieres que le diga a mi familia que vamos otro día? Son casi las seis y media de la mañana, cariño.
—No hace falta, de verdad.
—Ven, vamos a por tus pastillas y a la cama —dice tirando de mi mano hacia el interior de casa.
Continúa cogiendo mi mano hasta la cocina, donde está todo el arsenal de pastillas necesarias. Saca la caja con los comprimidos contra mi falta de sueño y me tiende una, luego coge un vaso, lo llena de agua y me lo extiende. Tomo ambas cosas y luego la cojo a ella entre mis brazos, vuelvo a la habitación y nos tumbamos de nuevo en la cama, apoyo mi cabeza sobre su pecho y cierro los ojos.
—Avisaré de que llegaremos un poco más tarde de lo normal.
—No hace falta, lo juro.
—Descansa, mi vida. Yo me encargo de todo —dice acariciando mi pelo.
Antes de ser consciente me acabo durmiendo, no sé si por la pastilla o por la paz que me da dormir sobre su pecho.
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Imposible dejarlo correr [TMC#3]
Romance-¿Qué haces aquí? -Llevo tiempo intentando hablar contigo, pero me dabas largas o no contestabas. No te voy a mentir, no sé en qué momento se me ha ocurrido hacer esto. En qué momento he decidido que era buena idea y he estado a punto de echarme a a...