Me subo al coche y arranco mientras reproduzco una lista cualquiera pero la cambio rápidamente al ver que es una que hizo mi ex ¿Por qué no la borré? Sacudo la cabeza y reproduzco Hunky Dory, el álbum de David Bowie. Al llegar a la calle de mis padres, busco un lugar para aparcar cercano a su chalet, cuando lo consigo, aparco y bajo del cacharro. Abro la puerta con mis llaves y cruzo el jardín para toparme con mi madre y mi padre en la terraza, siempre están ahí, aunque estemos a diez grados. Me acerco y los abrazo a ambos para luego sentarme junto a mi madre en el sillón de mimbre con almohadones blancos.
—¿Qué tal estáis? —pregunto.
—Quítate las gafas de sol, cielo —me pide mi madre y yo le hago caso rodando los ojos.
Lo cierto es que hoy no estoy de humor o bueno, no de uno muy bueno, eso quiere decir que no tengo demasiada paciencia y mi mente está en un lugar muy lejano. Además, el hecho de que la chica inocente ronde por mi cabeza desde que me he despertado es algo que hasta cierto punto me irrita. No sé quién es ni de dónde ha salido, pero me quiero acercar a ella.
—¿Qué hay para comer?
—Carne y verduras a la parrilla —me contesta mi padre.
—Está bien.
Él se levanta y va hacia la parte trasera de casa mientras yo sirvo sangría en un vaso, me la bebo bajo la mirada analizadora de mi madre hasta que, después de un par de minutos así, me pregunta qué es lo que me pasa.
—Nada, simplemente no me he despertado de humor.
—¿Resaca?
—No, la fiesta de ayer fue una basura. Me fui bastante pronto.
—¿Entonces?
—No sé, simplemente me he despertado de mal humor.
Justo en ese momento, llaman al timbre. Mi madre se levanta a abrir la puerta y sonríe saludando a nuestra familia. Mi tía aparece con su pelo negro liso como siempre, unos pantalones negros ajustados, un abrigo del mismo color y sus tacones a juego. Ella, toda una diva. En cambio, mi tío lleva una simple sudadera y unos vaqueros, manteniendo su estilo de toda la vida. África lleva unos vaqueros junto a una sudadera que esto cien por ciento seguro que no es suya, la miro alzando una ceja y ella, sonrojada, rueda los ojos como hago yo siempre. Los tres me saludan con abrazos y todos pasamos a la parte de atrás, donde mi padre prepara la comida.
Los adultos, como ellos se llaman, se ponen a hablar de cosas que ni a África ni a mí nos importan así que nosotros simplemente nos adentramos en casa y nos sentamos en uno de los tres sofás.
—Hacía mucho que no te dejabas ver por aquí, primito —me dice.
—Me viste hace dos semanas, después de Navidad.
—Eso ya es mucho tiempo.
—Pues venid a verme vosotros a mi casa, que no venís nunca—digo encogiéndome de hombros—. Ah, no, estás muy ocupada viéndote con el chico ese, ¿no?
—¿Ahora me sigues? Vaya, no me esperaba una relación así. Es que, Jack, a mi no me va eso del incesto.
—Solo te he visto muy pegada a él en el campus, no te flipes, enana.
—Bueno, ¿qué tiene de malo? —me dice a la defensiva sacándome una carcajada.
—Nada, solo quería molestarte un rato. Pero, ya que lo dices, ¿no tiene un poco pinta de capullo?
Y es cierto, no lo digo en plan machito alfa sobreprotector. Pero tiene pinta de ser el típico chico que te promete bajarte la luna y lo único que hace es meterse de noche en tu habitación.
—Pues no sé de qué tendrá pinta, pero es un amor.
—Lo que pasa es que tendrá buena polla y eso te tiene loca —digo, irritándola.
—¿De qué cojones estáis hablando? —pregunta Izan mirándonos.
—Nada, papá.
—¡Dani, que la niña está hablando de pollas! —grita él.
—Déjala, cariño. No tiene doce años.
—Solo usa condón, ¿sí? —dice y yo suelto una carcajada mientras ella se sonroja a niveles inimaginables.
—Venga ya, ¿de quién pensabas que era la sudadera esa? —le digo riéndome.
—Yo que sé, que se la habría comprado, no había pensado que sería del chico que se folla a mi hija.
—¿Podéis callaros?
—Era obvio que era de algo así —digo ignorándola.
Durante un rato más, hablamos del tema, incluso se suma mi padre y Dani, pero al final llega mi madre y nos hace callar y poner la mesa enfadada porque nos metemos con su pequeña quien tiene la cara casi a punto de explotar de lo roja que está, aunque no sé muy bien si por vergüenza o por su enfado.
Durante la comida hablamos de un sinfín de cosas, estudios, trabajo, amigos, etc hasta que mi prima dice que se tiene ir porque ha quedado. Cosa que nos lleva de nuevo al tema del chico ese. Pero, cuando veo que se empieza a enfadar de verdad por como la puteamos, me ofrezco a acercarla a donde fuera que tuviera que ir, yo solamente quiero llegar a casa y no hacer nada, y esta es la excusa perfecta. Salimos de casa y subimos al coche donde África pone la radio, pero le pido que ponga un CD o una playlist, cualquier cosa menos tragarme a toda esa gente hablando y sus anuncios. Me da la dirección donde ha quedado con el chiquillo y yo la llevo mientras cantamos canciones. Al llegar a allí, ese chico moreno de pelo y de tez pálida, la espera con su habitual pelo despeinado. Ella baja del coche sin despedirse y casi corriendo se acerca a él quien, poniendo las manos en su cintura, le besa. O casi mejor dicho se la come. Eso sí que son ganas.
Vuelvo a poner el coche en marcha todavía traumatizado por la imagen de mi prima siendo devorada y esta vez voy hasta mi casa sin intervención alguna.
La puta chica inocente lleva rondando todo el día en mi cabeza y al final se hace un poco molesto, no porque yo sea un chico sin sentimientos que odia al mundo en general y se molesta porque alguien se haya metido en su cabeza y bla bla bla, sino porque es frustrante que sin conocerla no pueda sacarla de mi mente.
Y justo cuando me paro en un semáforo, cuando estoy a una calle de llegar a casa, la veo. Lleva de nuevo una sudadera gigante, un moño algo desaliñado y sus gafas, esta vez utiliza unos vaqueros y no leggins. Lleva un café en su mano y el móvil pegado a la oreja. Está preciosa. Parece muy inocente, como si fuera una explosión de ternura cuando la conoces, de esas que en los libros siempre acaban destrozadas. Como si yo fuese a dejar que alguien la hiciera mierda. Es que, tiene esa aura que la hace ver como si solamente existiera ella, es mirarla y puedes mandar todo a la mierda porque ella está ahí, radiante. Pero ella no sabe que estoy ahí, ni si quiera que existo.
El claxon de un coche me saca de mis pensamientos haciéndome arrancar de nuevo porque el semáforo está en verde. Al llegar enfrente de mi piso, aparco el coche en el sitio de siempre y bajo con su imagen rondándome la cabeza. Es que es preciosa.
Lo has dicho ya bastantes veces, lo tenemos claro.
Suspiro, abriendo la nevera y sacando la botella de zumo de mango que siempre está ahí. Le pego un trago a la botella y me siento en el sofá soltando un suspiro. Cierro los ojos, cansado y ella aparece de nuevo. Me gustaría, aunque fuese, tener su Instagram o Twitter, saber algo de ella, pero joder solamente la he visto dos veces y la única que estaba acompañada era de una chica que tampoco conozco. Resoplo, intentando buscar la manera de relacionarla con alguien, pero mi mente está totalmente en blanco.
Necesito despejarme como sea.
Antes de ser consciente, en la pantalla de mi teléfono aparece el nombre de Lara junto a su teléfono. Quizá no sea lo que quiero, pero si lo que necesito.
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Imposible dejarlo correr [TMC#3]
Romance-¿Qué haces aquí? -Llevo tiempo intentando hablar contigo, pero me dabas largas o no contestabas. No te voy a mentir, no sé en qué momento se me ha ocurrido hacer esto. En qué momento he decidido que era buena idea y he estado a punto de echarme a a...