Capítulo 9

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Me despierto de repente, a través de la ventana veo que ya hay luz, miro el teléfono y veo que son apenas las seis y media de la mañana. Me levanto de la cama, me pongo un pantalón de chándal y una camiseta y después de coger las llaves, el móvil y los auriculares salgo de mi cuarto. Al pasar por la cocina, dejo una nota pegada en la puerta de la nevera donde aviso de que me he ido a correr y que volveré pronto, aunque dudo que Hera se levante antes de que llegue.

Salgo de casa, pongo música y empiezo a correr. Durante una hora y pico, lo único que me inunda la mente es la situación en la que estuve ayer con la chica inocente. Sus ojos mirándome, el rubor típico de sus mejillas, sus labios entreabiertos y justo tenía que sonar el puto teléfono. JODER. La música acompaña a la imagen que se repite en bucle y al final vuelvo a casa diecisiete kilómetros después.

Cuando entro, veo todo en silencio y oscuro por lo que supongo que sigue durmiendo así que quito la nota de la nevera y voy a mi baño a darme una ducha. El agua relaja cada musculo de mi cuerpo mientras tarareo las canciones que se reproducen en mi móvil y diez minutos después me estoy secando con una toalla. Me pongo la ropa interior y un pantalón de chándal y voy de nuevo a la cocina.

¿Qué hago para desayunar?

Empiezo a abrir cajones y armarios en busca de algo que no sea café y galletitas, pero no se me ocurre nada. Durante unos minutos continúo abriendo cosas esperando un poco de inspiración, pero al final decido llamar a mi madre y preguntar.

—¿Pasa algo, cariño? Es muy raro que llames tan temprano.

—No, mamá... Esto... ¿Qué puedo hacer para desayunar? —digo.

—¿Para desayunar? No sé, cielo. Hazte un café o...

—No, esto... yo... Tengo una invitada.

—Woah, eso no me lo esperaba —contesta asombrada.

—No sé, cariño. Según lo que le guste, fruta, yogur, café...

—Creo que haré uno de esos bowls que me hacías con yogur, frutas y muesli.

—Perfecto, cariño. A mi tu padre me conquistó por el estómago —dice y de fondo oigo decir a mi padre que también fue por el sexo.

ASCO.

—Dile a papá que se calle esas cosas, por favor —digo asqueado.

—Ay, no me seas quejica, como si fueras virgen.

—No, pero no quiero imaginar eso, mamá.

—Bueno, y la chica esa, ¿es un polvo o vais en serio?

—Adiós, mamá y gracias —digo colgando la llamada.

Saco moras, frambuesas y arándanos y lo echo en un par de bowls con yogur natural, luego añado trocitos de muesli, en uno muesli normal y el otro muesli con chocolate. Lo llevo a la barra de desayunar y pongo también sirope de chocolate, miel y sirope de arce. Justo cuando está todo preparada y el reloj da las nueve y media, Hera aparece con una camiseta larga y cara somnolienta.

—Buenos días —digo.

—Sí, eso —dice bostezando— ¿Has preparado el desayuno?

—Sí, no sabía muy bien que te gustaba, pero... Oh, bueno, si no te gusta puedes coger cualquier otra cosa, no importa —digo, ¿cómo no he caído antes que podía no gustarle?

—Qué va, es genial. Me encanta, gracias —dice sentándose en el taburete.

Yo me pongo a su lado y, cuando ella elige el bowl de muesli con chocolate, cojo yo el otro. Ambos empezamos a comer en silencio, a mí por lo menos, no me gusta hablar mucho por las mañanas.

—Dios, esto está buenísimo —dice soltando una especie de gemido.

—Gracias, pero tampoco tiene mucho, es yogur y fruta.

—Ya, pero sabe a gloria.

Unos minutos después, terminamos de comer y ella se levanta para ir a asearse mientras yo me lavo los dientes. Cuando termino, busco en mis carpetas los apuntes de cuando cursé contabilidad y, en el momento los encuentro, los llevo al salón. Ella está sentada con su teléfono, teclea muy rápido y se muerde el labio inferior con nerviosismo, pero cuando nota mi presencia me mira y sonríe.

—¿Todo bien? —pregunto y ella asiente.

—Cosas del trabajo, nada importante.

Sí parecía importante...

—¿Empezamos? —le digo levantando las hojas.

—Claro.

Me siento a su lado en el sofá y pongo mis apuntes junto a los suyos. Ella me dice qué es lo que no entiende y yo se lo explico, aunque prácticamente lo hago desde la primera clase que tuvo porque va totalmente perdida. Y así se nos pasa toda la mañana. En ocasiones me da pena, porque se frustra y se le aguan los ojos, pero intento tranquilizarla como puedo, no podría verla llorar.

A las dos del mediodía decidimos parar, todavía nos queda bastante, pero debemos comer algo y ella necesita despejarse como sea así que nos ponemos a cocinar unos platos de espaguetis carbonara, pero ella hace la receta tradicional. Me acaba confesando que tiene raíces italianas, que su madre nació al sur de la península, en la Isla de Capri pero que ella apenas fue un par de veces hace muchos años. Sin saber muy bien cómo, acabamos invitando a Marc y Ela quienes llegan justo a tiempo para comer y una vez está todo listo, nos sentamos en la mesa.

Me siento tan a gusto con ellos, es como si fuésemos amigos de toda la vida, aunque a ellas hace apenas un mes que las conocemos. Hablamos de cualquier cosa, contamos cosas de cuando éramos pequeños y acabamos tirados en el sofá jugando al Trivial. Al final, acaba ganando Ela, pero no nos sorprende a ninguno porque es verdaderamente lista y culta. A simple vista parece una chica del montón, es bonita y la verdad es que tiene buen cuerpo, su pelo rubio puede hacerte entrar en un trance mientras lo miras y sus ojos verdes son preciosos, pero es que cuando la conoces te das cuenta de que es como una niña, es súper tímida y dice que siempre le ha costado hacer amigos o socializar en general, pero es un amor de chica. Al menos por lo que veo.

Hera es otro rollo, me quedo hipnotizado mirándola, como si fuera lo más bonito que han visto mis ojos en cualquier momento. A simple vista no la ves, por la sencilla razón de que pasa totalmente desapercibida, sus grandes sudaderas y sus moños son, algo así, como su forma de vida. Pero entonces la conoces y es como si fuera un osito de peluche, tímida y en ocasiones reservada, pero a la vez cariñosa y sumamente sensible. Tiene un aura que engancha, adoro ver como sus labios se mueven, lo rápido que habla cuando le gusta el tema, su manera de ver las cosas, la bondad que resalta en su persona. No es tan inocente como creía, de hecho, incluso me atrevería a decir que está un poco salida, pero me encanta. De verdad, conforme más la conozco, lo que sea que siento por ella, crece más y solamente tengo ganas de ir sabiendo cada pedacito que la forma, de admirarla durante horas mientras habla o que me cuente cada una de las cosas que le rondan la mente. No sé qué es. No sé qué siento. Pero se que la sensación me gusta.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora