Capítulo 12

307 27 7
                                    

Busco a Lucas con la mirada, hace días que no se absolutamente nada de él, ni si quiera lo he visto por el campus, y empieza a preocuparme. Cuando doy con él lo veo sentado en una de las mesas del fondo con su móvil en una mano y una cerveza en otra. Me acerco por la espalda y le doy un toque en el hombro haciendo que se gire, lleva las gafas de sol puestas, pero al verme se las quita dejando así ver unas tremendas ojeras moradas bajo sus ojos.

—¿Estás bien?

—¿Ahora te preocupas por mí? Hace semanas que no te ha preocupado eso y, casualmente cuando Marc se va de casa, tú vienes de amiguito —me dice.

—¿Vas puesto?

—No —miente—. Si no te importa, lo que menos me apetece ahora es hablar con un gilipollas que me dejó de lado cuando lo necesitaba.

—Jamás te dejé de lado, Lucas.

—¿Qué no?

—Siempre te alejabas un tiempo cuando no estabas bien, siempre te hemos dado tu espacio para que lo hicieras. No entiendo porque ahora vienes de víctima cuando no se te puede ni dirigir la puta palabra sin que te pongas agresivo —le recrimino.

—Eso es mentira —brama.

—Lucas, sabes que es cierto. Llevas haciéndolo desde los dieciséis. Te alejas, te vas de putas, te colocas, no vas por casa y al cabo de unas semanas vuelves a aparecer como si nada. Lo has hecho siempre, no lo niegues.

—A mí no me llames mentiroso, Jack —dice cabreado.

¿Por qué siento que hablar con él es como hacerlo con la pared?

—No te estoy diciendo eso, jod... —digo, pero paro al notar un dolor en la mandíbula paro de hablar.

—Que no me llames mentiroso.

—¿Pero estás bien de la puta cabeza? Me acabas de pegar un puñetazo. Escúchame bien, Lucas, porque no te lo voy a repetir. Venía a aquí a ver cómo estabas, a ver si mi hermano estaba en condiciones de intentar arreglar todo, pero te tengo enfrente y no te puedo reconocer. Te he tolerado mil veces que me hablases del culo, te he tolerado que me intentases pegar otras tantas, pero tengo un puto límite y lo has cruzado. No va a servir de nada que mañana vengas pidiendo perdón, porque a la próxima no voy a estar, no vamos a estar.

Y sin decir nada más ni darle tiempo para que lo haga, salgo del lugar con la mirada de todos puesta sobre mí. Llevo mi mano a la zona que ha recibido el golpe, como asegurándome de que mi mandíbula sigue intacta pero la aparto de golpe al notar un fuerte ardor en la zona. Será cabrón.

Cuando noto unos golpes en mi espalda me giro, quedando cara a cara con él de nuevo quien me mete un puñetazo en las costillas haciendo que me encorve. Aprovecha el movimiento y me pega otro en el pómulo, luego me sujeta la cabeza por el pelo y acerca su cabeza a la mía, quedando a centímetros.

—¿Te crees que os necesito? Solo sois dos niños ricos con vidas fáciles, Jack. Lo único es que eres lo suficientemente gilipollas como para creer que puedes dejarme con la palabra en la boca —susurra.

Me da un rodillazo en el abdomen y luego una patada, con eso pierdo totalmente el equilibrio cayéndome al suelo. Al momento unos cuantos alumnos me rodean, unos preguntándome si estoy bien y otros grabando la escena. Oigo la voz de Hera, preocupada, y al momento la veo frente a mí con la cara descompuesta.

—¿Estás bien? Joder, no, claro que no estás bien. Yo...

—Llama a Marc —susurro notando un gran dolor.

—V-voy —dice cogiendo su móvil.

La oigo hablar rápido, nerviosa y también oigo a mi amigo decir que en un minuto que está aquí. Hera apoya mi cabeza en sus piernas y me acaricia el pelo, tranquilizándome.

—Ya está, Jack. Ya vienen los refuerzos —dice, luego deja un beso en mi frente.

—¿Me das otro? —susurro con un intento de sonrisa ladeada.

Ella me mira divertida y sonríe mientras se sonroja, pero accede dejando uno y otro en mi mejilla haciendo que me sorprenda.

—Ese de regalo.

Al segundo, Marc aparece en mi campo de visión, preocupado. Se agacha a mi lado y me ayuda a levantarme pasando un brazo por debajo de mi hombro. Con su ayuda y la de Hera, conseguimos llegar fuera del campus donde la morena para un taxi que nos lleve a mi casa. El trayecto se hace eterno, me duele todo el cuerpo y sin poder evitarlo suelto leves quejidos. Cuando llegamos, mi amigo paga al conductor y bajamos del coche, entramos al edificio y subimos a mi piso donde en cuanto llegamos me echo al sofá. Del golpe al dejarme caer, un grito de dolor me abandona sin poder evitarlo haciendo que mis acompañantes se acerquen a mi preocupados.

—V-vamos a q-quitarle la ropa. I-intentaremos ver los gol-golpes —dice Hera.

Entre los dos, me dejan en ropa interior y recorren mi cuerpo con la mirada. Luego me ayudan a ponerme un pantalón de deporte.

—¿Deberíamos llevarlo a alguna parte? —pregunta mi amigo.

—¿Conoces a algún médico? Las costillas tienen mala pinta.

—Estoy bien —susurro.

—¿Me puedes hacer un favor? —dice mi amigo y la veo asentir— Tengo que ir a revisar un examen en media hora, cuídalo y en cuanto termine vengo.

—Está bien.

—No le molestes mucho —me dice Marc bromeando antes de irse.

—¿Quieres que llame a alguien?

—Estoy bien —repito.

—No puedes ni hablar a un volumen normal. Descansa. Iré a investigar que hacer para los golpes.

—Solo trae hielo, Hera —susurro como puedo.

Me duele hasta el alma.

—S-sí. P-perdón.

Ella casi corre hasta la cocina y al momento aparece con bolsas de verduras congeladas y trapos. Me tumba en el sofá de una buena manera y pone una bolsa en mi abdomen, otra en mi pómulo y otra en mi mandíbula. Un par de minutos después se levanta y me trae una pastilla junto a un vaso de agua, me ayuda a levantar un poco el cuerpo hasta que el dolor no me permite más y yo me tomo lo que ha traído, después me recuesto de nuevo. Ella me indica con la mano que levante la cabeza y desorientado obedezco, se sienta en el sofá y apoya de nuevo esta sobre sus piernas para acariciar mi pelo.

—Hasta todo magullado estás guapo —susurra al rato haciéndome sonreír.

Deja un beso con sus suaves labios en mi frente y continua con sus movimientos sobre mi cuero cabelludo. Inevitablemente, el sueño se va apoderando de mi haciendo que el dolor que siento ahora quede en un segundo plano hasta que, sin querer, porque verdaderamente me gustaría disfrutar de este momento a solas con ella al máximo, me quedo en brazos del Morfeo.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora