Capítulo 11

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Me levanto de la cama y abro el armario, buscando ropa para ponerme. Al final decido una sudadera negra larga y unos pantalones de chándal beige junto a mis Air Force 1 y mis calcetines de Nike.

Lo cierto es que me he despertado de mal humor. Anoche me quedé hablando hasta las cuatro con Hera, salió de trabajar sobre las tres y yo seguía despierto, pero, cuando ella se durmió una hora más tarde, yo seguía dando vueltas a la cama sin poder conciliar el sueño. Así que al final me he dormido a las ocho de la mañana. Y Marc me ha despertado a las doce llamando al teléfono, así que en un principio le he colgado, pero ha vuelto a insistir así que se lo he cogido, cabreado. Después de gritarle lo imbécil que era, que me había despertado y que como vuelva a llamar le vuelo la cabeza, le he colgado. Pero adivinad quien no ha podido dormir de nuevo, sí, yo. Así que, mientras miraba mis notificaciones, he visto que Hera me había propuesto quedar para tomar algo hoy, le contesto que vale y acordamos vernos en media hora en el bar de siempre. Eso me ha mejorado un poco el humor.

Cuando llevo todo salgo de casa y cierro la puerta con llave, bajo las escaleras corriendo y ando hasta el bar mientras me fumo un cigarro para intentar calmarme. Al llegar está sentada en una de las sillas de la terraza, lleva el pelo totalmente liso y suelto y un jersey gris ceñido a su cuerpo. Mira su móvil entretenida, creo que está jugando a algo y la tiene tan absorta que ni se percata de mi presencia cuando me pongo a su lado.

—Hola —digo dejando un beso en su mejilla.

Ella brinca, asustada, y lleva una mano a su pecho mientras me pega con la otra, con la que sujeta le móvil.

—¿Eres idiota? Casi me matas del susto.

—Bueno, es que estabas muy concentrada, no es culpa mía.

Ella rueda los ojos, divertida.

—Vaya cara de muerto que traes.

—Joder, gracias —digo irónico— Me llamas idiota, ahora dices que tengo cara de muerto... ¿Algo más que quieras decir?

—Que eres feísimo —dice burlesca.

—¿A qué me voy? —bromeo y ella niega.

—Si eres guapísimo, no me vengas con tonterías, que ya lo sabes.

—Tú sí que eres guapa —digo provocando que se sonroje.

Al momento, un camarero nos toma nota, unas patatas para compartir, un Nestea para mí y una cerveza para ella.

—¿No has dormido bien? —me pregunta con aire preocupado.

—No pude dormir por la noche y cuando he conseguido pegar ojo solo lo he hecho cuatro horas porque Marc me ha llamado.

—Oh, qué mal.

—¿Tú dormiste bien? Sales muy tarde de trabajar.

—Pues tengo el primer turno, hay gente que sale a las seis de la madrugada.

—Joder, que mal.

—Es lo que hay. Si encuentras un trabajo y estás desesperada por conseguir dinero, aceptas cualquier cosa.

—Supongo que sí, por suerte no me he visto en esa situación —digo— ¿Y dónde trabajas?

—Es un bar a las afueras

—Podríamos ir algún día a hacerte compañía.

—Yo... Prefiero que no... —dice incómoda y siento que la he cagado.

—Perdón, no quería incomodarte. Si no quieres que vayamos, no iremos.

Después de eso cambiamos de tema, hablamos de cualquier cosa, me confiesa que adora bailar y dibujar, pero dice que no lo hace bien aunque no me lo termino de creer. Pasamos dos horas y media sentados en esas sillas hablando de cualquier cosa que nos viene a la mente, me habla de Lara y como la mira fatal cada vez que se cruzan, eso no me gusta mucho, la verdad. Me acaba admitiendo que incluso llega a darle miedo así que le prometo que hablaré con ella para que la deje en paz. Ella me agradece de verdad que lo haga y un rato después la acompaño a su residencia.

—¿Sabes cuál es la habitación de Lara? —le pregunto cuando paramos frente a su habitación.

—No, sé que está en el piso de abajo.

—Vale, gracias.

Dejo un beso en su cabeza y ella me abraza. Huele genial. Después de eso entra a la habitación y yo me dispongo a buscar a mi ex. Una vez en el piso de abajo, pregunto a una chica por la habitación de Lara y me dice el número. Estoy enfadado. Cuando estoy frente a la puerta, llamo y oigo la voz su voz al otro lado, al entrar está tirada en la cama con su teléfono, pero al verme se sienta y estira su top hacia abajo acomodándolo de manera que sus pechos se sobresalten. Involuntariamente mis ojos recorren la habitación, es la misma desde aquella última vez, todo está igual desde la última vez que estuve aquí.

—Hola, cariño. No te esperaba.

—No te acerques a Hera, Lara —digo directamente.

—¿Quién es esa?

—Mejor, no te acerques a ninguna chica, al menos no para asustarlas y decirles que no se me acerquen. Te lo estoy pidiendo de buenas maneras, por favor.

—Jack, no soporto verte con otra —dice moviendo sus largas pestañas.

—Haberlo pensado antes de ponerme los cuernos durante años. Quizá así no me tendrías que ver con alguien más —digo, cabreado.

—Fue un desliz, te lo he dicho millones de veces.

—Un desliz no dura tres años, Lara.

—Por favor...

—No, no quiero saber nada, no quiero hablar de eso. La cagaste, ahora vuelve a él y olvídate de mí. Pero deja de intentar joder a cada chica que se me acerca, por favor. Se acabó por tu culpa, ahora hazte responsable de tus actos.

Y sin decir nada más, salgo de su cuarto y de la estúpida residencia. La habitación continúa siendo la misma donde estaba aquel día. La colcha era la misma que estaba puesta aquel día. Era como si jamás hubiese avanzado el tiempo. He revivido el momento, ella a cuatro mientras gime y él la coge por la cintura. Sacudo la cabeza, asqueado, intentando alejar cualquier recuerdo, pero he vuelto a revivir todo y no puedo.

Llego a casa alterado y antes de ser consciente mi puño está raspado por un puñetazo a la pared. Joder sigue doliendo volver al sitio donde te hicieron trizas. Quizá porque sigues por construir.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora