Capítulo 4

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Me acerco de nuevo a la pared donde estaba antes y desde allí veo a Lucas besándose con una chica mientras la coge por el culo. Marc está hablando sonriente con una chica bastante más bajita que él, aunque eso tampoco es muy difícil, al verme me hace un gesto para que me acerque a ellos y yo lo hago. Cuando consigo llegar a ellos, la chica me sonríe y yo lo hago de vuelta.

—Estaba hablando de ti.

—Miedo me das.

—No, por favor, cállate —le dice la chica y ahí la reconozco.

La rubia amiga de la chica inocente.

—Uy, pero si no es nada malo.

—¿Qué pasa? —pegunto.

—Me estaba diciendo Ela que el otro día te pilló mirándola dos veces, bueno, y que le das miedo —me dice mi amigo y ella se sonroja.

—¿Miedo? ¿Yo? Pero si soy una bolita de amor —digo.

—D-de verdad que n-no era nada ma-malo.

—Hey, pero que de verdad que soy buena gente, o eso creo.

—Es que... —comienza, pero se calla.

—Que le han dicho a ella y a su amiga que no se acerquen a ti, bueno a nosotros. Creo que ha sido Lara —me dice mi amigo.

—¿Sois nuevas? —pregunto y ella asiente.

Saco mi móvil de mi bolsillo y busco una foto de Lara, después giro el aparato y se la enseño.

—¿Ha sido ella? —pregunto y ella asiente

Mierda.

—¿De qué la conocéis? —pregunta Marc.

—Está en la misma residencia que nosotras.

—Tu amiga es Hera, ¿no?

—S-sí.

—Olvida lo que sea que te haya dicho. De hecho, es cierto que me quedé mirándoos a las dos el otro día.

—De-debo de irme —dice asustada mirando detrás de mi.

Al girarme, veo que en fuera de la casa en la que estamos está Hera con un chico cogiéndola por el brazo de manera brusca. Ella parece aterrada y, si ya me habían entrado ganas de partirle la cara al chico ese, cuando veo que ella derrama unas lágrimas quiero matarlo.

—Yo voy, no quiero que te haga algo a ti también. Quédate por aquí.

Salgo de entre la gente lo más rápido que puedo y cuando llego me pongo al lado de la pequeña chica. Al acercarme la oigo susurrar que por favor la suelte, que le hace daño a lo que él le dice que no se las de de estrecha cuando es una zorra. Y eso empieza a tocarme los cojones. Me pongo justo al lado de ella y él me mira con una mueca de asco.

—Me ha parecido escuchar que la soltaras —digo.

—Tú métete en tus cosas, maricón.

—Bueno, no sé qué tienes en contra de los gays pero por el momento no lo soy. Y tampoco soy alguien que tolere que se trate a las mujeres como si fueran críos a los que se les debe de decir cómo actuar, así que te pido, de buenas maneras, que le sueltes el brazo —digo lo más calmado que puedo.

—¿Por qué no te vas a dar una vuelta?

—Joder, me estás empezando a cabrear y no quiero cruzarte la cara así que suéltala ya y vete.

Al ver que vuelve a gritarle que es una zorra, mi puño cobra vida propia y golpea su mandíbula tirándolo al suelo. Oops. En ese momento, la gente comienza a acercarse a nosotros. Ah, cabrones, cuando veis a una persona llorando y a otra hablándole como el culo no hacéis nada, pero ahora queréis ver el espectáculo. Sin más, paso un brazo por los hombros de Hera y la saco de ahí mientras llora, cuando considero que estamos a na distancia prudente del jaleo, me siento en la acera, con ella encima de mí.

—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —le pregunto y ella niega con la cabeza.

—G-gracias —dice entre sollozos.

Le abrazo mientras ella solloza en mi pecho y aspiro su olor. Acaricio su espalda intentando tranquilizarla y de lejos veo a Marc acercándose con Ela quien al ver llorar a su amiga llega corriendo.

—¿Qué ha pasado? —pregunta, pero ella no contesta y tampoco me suelta.

Durante unos minutos todos nos quedamos en la misma posición en silencio, Marc un poco alejado de nosotros, Ela parada a nuestro lado y Hera abrazada a mi llorando. Cuando se encuentra mejor, me suelta y yo seco algunas lágrimas que hay por su cara. Marc les propone ir a casa y ellas deciden aceptar, las acercamos a su residencia en mi coche y, tras despedirse de nosotros, bajan del coche, pero nos esperamos hasta que entran antes de arrancar de nuevo.

Una vez estamos dentro de mi casa, mi amigo coge unos pantalones de chándal de mi armario y se va a la habitación de invitados. Yo me tumbo en mi cama y la chica inocente vuelve a aparecer en mi cabeza. Esos pantalones la hacían ver preciosa y ese top burdeos... ojalá haber visto qué había debajo. Sacudo la cabeza, apartando ese tipo de pensamientos, y noto que me hierve la sangre al recordar cómo le hablaba ese gilipollas, como nadie hacía nada por ayudarla... Vuelvo a apartar esos pensamientos, intentando conciliar el sueño. Ruedo por la cama una y otra vez, intentando olvidar la corriente que he sentido cuando me ha abrazado, intentando olvidar como ha llorado en mi pecho.

Harto del insomnio y sus ganas de joderme, me levanto de la cama y voy al cuarto de baño dispuesto a tomar una ducha. Dejo que el agua relaje cada músculo de mi cuerpo, liberando todas las tensiones acumuladas y un rato después salgo, envolviendo mi cintura en una toalla mientras me seco el pelo con otra. Voy hasta mi cuarto y me pongo unos pantalones de chándal mientras miro la hora en mi teléfono: 06:14. Me pongo unas zapatillas y reviso mis redes sociales cuando una idea ronda mi mente. Abro Instagram y busco Hera entre los seguidores de Lara, si la conoce es casi imposible que no la siga, y efectivamente tenía razón. Me meto en su perfil, pero veo que lo tiene privado así que la solicito y ya que estoy hago lo mismo con Ela.

Cuando termino de ser un stalker, me pongo una sudadera y tras coger las llaves, los auriculares y el móvil salgo de casa para irme a correr durante un rato.

Dos horas después vuelvo a casa con una caja de donas para desayunar. Al entrar, todas las luces están apagadas y no se oye absolutamente nada por lo que supongo que Marc sigue durmiendo. En verdad sólo son las ocho y ayer nos acostamos sobre las tres así que es pronto. Veo un par de mensajes de mis padres diciéndome que les llame y otro de mi tío Izan preguntándome si puedo quedarme con África esta noche, que no se fían de dejarla sola en casa y así ellos pueden hacer una breve escapada a lo que acepto sin poner ninguna pega. Llamo a mi prima, pero como era de esperar no contesta así que decido llamar a mi madre para matar el tiempo hasta que mi amigo se despierte.

—Hola, cariño.

—Hola, mamá.

—¿Vas a venir a vernos este finde?

—¿Por qué no venís vosotros hoy a comer?

—Está bien. Estará África, ¿no?

Un rato después finalizamos la llamada y decido avisar a mi prima de que sobre las doce y media del mediodía pasaré a recogerla. Marc se despierta más tarde y ambos desayunamos juntos y también le digo si se quiere quedar a comer a lo que acepta encantado. Cuando después de un rato vuelvo a coger el teléfono, veo que Hera ha aceptado mi solicitud y me ha comenzado a seguir.

Oléééééééé.

Imposible dejarlo correr [TMC#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora