Parte 33

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—¿Cuánto tiempo estaré aquí?

—El tiempo que tarde tu padre en pagar tu secuestro.-respondió el rubio algo distraído jugando con su móvil.

—No es mi padre-gruñó molesto-El solo ayudó a traerme al mundo.

El blondo suspiró aburrido.

—Será interesante verlo.

—¿Eh?-captó la atención de Deidara, dejó su móvil a un lado.

—Ver cuánto le intereso...-susurró.

—Mm, tienes serios conflictos con tu padre-comentó.

—Todo el mundo los tiene-respondió con simpleza-Pero los míos son desde que nací.

Ryunosuke estaba atado de manos, las cuales estaban acomodadas tras su espalda, también llevaba sujetos los pies y estaba sentado en un sofá junto a Deidara quien vigilaba sus movimientos o al menos lo aparentaba.

—Lo siento-Deidara bajó la mirada, muy arrepentido.

—¿Por qué te disculpas?-preguntó desconcertado.

—Porque no quiero hacer esto. No busco hacerle mal a nadie, el dinero me ha orillado a esta situación.

—Ya veo-miró al rubio fijamente-No pareces un mal tipo-sonrió.

—No quiero que te pase nada, así que por favor, intenta estar calmado y no escapar. Una vez tengan el dinero, te dejaran ir y olvidaras esta pesadilla.-le animó.

—Eso espero.

—¿Tienes miedo?

—No-respondió firme.

—Eres raro-rió-Otro en tu lugar estaría llorando y gritando ayuda.

—Soy diferente a los "otros"-habló con superioridad.

—Ja, ja, eso es bueno. Muy bueno.

—¿Dónde están?-preguntó de pronto.

—Seguramente... intentando dar con tu padre.

El azabache recordó de inmediato que momentos antes de dejarlo atado, habían metido la mano en sus bolsillos. Tomaron su teléfono, el único objeto que no había ido a parar a la calle junto con su mochila.

¿Era afortunado o tenía mala suerte?

La verdad era todo confuso.

—Entiendo. Sabes... estoy preocupado por alguien-cerró sus ojos unos segundos y volvió a mirar al rubio—Tus compañeros mencionaron "El hermano del bastardo", mi tío está...-tenía miedo de completar la frase.

—No lo sé-se sinceró—No me dicen mucho.

—Ya veo...creo que ahora sí.

El rubio lo observó en silencio.

—Tengo miedo de perder a mi tío-confesó preocupado.

oOo

Furioso, aterrado, esos dos fuertes sentimientos quebrándolo por la mitad, su cuerpo estaba al límite. Llevaba dos horas esperando una explicación del doctor. Su hermano fue atendido de inmediato en la sala de urgencias. Durante el recorrido en ambulancia había permanecido inconsciente y con pérdida de sangre. Los médicos hacían todo lo posible por parar la herida.

Él solo, podía contemplar impotente, él como la vida de su único hermano pendía de un frágil hilo.

Dando pasos de un lugar a otro en aquel pasillo lleno de habitaciones, se detuvo y volvió a sentarse en la silla que tenía contra la pared. Se inclinó y se tomó el rostro con sus manos en un gesto de nervios y tristeza.

El camino de lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora