—¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! —Cho Kyuhyun levantó una mano y miró hacia abajo a la carne irregular y rasgada por la bala que había penetrado en su brazo. Miró fijamente la enorme herida abierta durante un momento antes de poner la palma de su mano sobre la herida sangrante—. ¡Joder!
No necesitaba está mierda.
El sentimiento de haber fallado le provocó un nudo en la garganta.
—Me dispararon. —sintió a sus hermanos a través de su unión telepática con la que habían nacido. No comprendían la unión que solo ellos tres compartían o cómo la habían obtenido, pero hace años que lo habían asumido. Algunas veces era una bendición. Otras veces era una maldición, pero era algo con lo que ellos habían aprendido a vivir.
—¿Cómo de mal? —preguntó su hermano Jaehyun.
—Viviré.
—¿Estás seguro?
Kyuhyun puso los ojos en blanco mientras gruñía.
—No, no puedes quedarte con mi coche.
—Maldición.
Su hermano amaba su coche , pero así también lo hacía Kyuhyun. Había pasado tres años restaurando cuidadosa y meticulosamente el raro Pontiac GTO de 1967. Planeaba ser enterrado con el maldito coche. Simplemente no había esperado que ese momento se presentase ante él ya rápidamente.
—¿Necesitas cambiar? —preguntó Jaehyun.
—Desearía poder hacerlo. —Eso haría que sanase al instante, pero ahora no era el momento—. Es demasiado peligroso.
Había una razón por que la mayoría del mundo conocido, no tuviera ni idea de que los cambiaformas existían más allá de la películas y libros. Era demasiado peligroso para los involucrados.
—Cuando mamá te ponga las manos encima, vas a desear que esa bala te hubiese dado de pleno. —le recordó Jaehyun.
Kyuhyun hizo un gesto de dolor mientras pensaba en la reacción de su madre por haber recibido un tiro, de nuevo.
—Quizás no debamos decírselo. —Ella se había asustado la última vez que había recibido un disparo, y la vez anterior... y la vez antes que esa.
Realmente necesitaba aprender a esquivarlos.
—¿Crees que no lo notará? —había un deje de incredulidad en el tono de Jaehyun.
—Puedo tener esperanza. —Quizás tendría que dejar de ver a su madre mientras se recuperaba.
—También podrías cagar pollitos, —dijo Henry, el hermano más pequeño de Kyuhyun— pero eso no significa que mamá no vaya a leerte la cartilla cuando descubra que has recibido un disparo... de nuevo.
Kyuhyun dejó caer la cabeza contra la pared de cemento detrás de él y gimió. No era como si lo hubiera hecho a propósito. Adoraba a su madre, simplemente como cualquier hijo lo haría, pero la mujer era una experta regañando. Y la mirada diabólica que lanzaba podía sentirse a cincuenta pasos.
Preferiría enfrentarse a todo un pelotón de fusilamiento de insurgentes armados, con tan solo un pañuelo de papel y un palillo que enfrentarse a su madre cuando ella estaba en una de sus broncas. No estaba interesado en que ella lo descubriese. Y ella lo haría. Hanna Cho era una fuerza a tener en cuenta y Kyuhyun no quería lidiar con ella.
Miró en torno al desvencijado almacén. Escuchó a los hombres buscándolo, y no había escapatoria. Estaba encerrado mientras los matones de Eric Mun se gritaban los unos a los otros para encontrarlo. Sabía que aceptar a Morgan Hackery como cliente había sido un error. Lo había sentido en sus entrañas cuando Jaehyun había estado conforme con aceptar el trabajo.