Capítulo 5

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Una ruidosa voz gritando hizo que Sungmin se despertase. Miró a su alrededor intentando comprender de dónde venía el peligro. Le llevó un tiempo darse cuenta que el brillante metal revestido del que estaba rodeado era el conducto del aire en el que se había metido.

Y luego todo llegó a él apresuradamente, dónde y porque estaba allí.

El dolor aguijoneó los músculos agarrotados cuando se movió, trayendo lágrimas a sus ojos. Respiró de forma entrecortada, antes de rápidamente presionar sus labios. Si profería algún sonido, sabía que Eric lo encontraría y entonces nunca conseguiría irse.

Deseaba saber qué hora era. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado dormido o incluso qué hora del día o de la noche era. Podían haber pasado simplemente unos pocos minutos u horas.

Necesitaba llegar a algún lado en el que pudiera ver el exterior del conducto de ventilación, así podría figurarse la hora que era. Si calculó mal su tiempo de escape, sería atrapado seguramente.

Luchó para volver a ponerse sobre su estómago y entonces comenzó a avanzar por el conducto del aire de nuevo. Se movía lentamente, en parte para que así nadie pudiera escucharlo, no obstante y, principalmente, porque cada movimiento hacía que le doliese el cuerpo.

Eric le había golpeado de mala manera esta vez.

Todavía no podía comprender como no había visto el monstruo que era Eric antes de casarse. Había sido tan encantador, tan seductor, y él había estado tan solo y era tan tímido.

Cuando Eric le suplicó que escaparan y se fugaran, diciéndole que no podía vivir sin él en su vida, había sido tan romántico.

Le había sido imposible decirle que no a Eric.

Había sido tan jodidamente idiota.

Un idiota solitario.

No podía creer que desease estar de nuevo solo. No tenía ni idea de que había hecho que Eric se obsesionase con él, pero no quería ni pensar en el día que alguna vez estuvo de acuerdo en salir a tomar un café con el hombre, el día que se conocieron. Había sido el principio de la horripilante pesadilla en la que todavía vivía.

Disminuyó el ritmo cuando el murmullo de voces llegó a través del conducto del aire. Se detuvo, inclinó la cabeza para escuchar. Parecía que venía delante de él. Moviéndose tan lentamente como podía mientras aún seguía, miró hacia delante hasta que alcanzó otra rejilla en la pared.

Esta no estaba cubierta por una estantería.

Asustado de ser visto, permaneció a un lado de la rejilla y espió a través de los pequeños agujeros en el metal. Le llevó un momento darse cuenta que de algún modo había encontrado el camino al salón de Eric del primer piso.

Estaba todavía cerca de la parte de atrás de la casa, pero era uno de los puntos más peligrosos en el que podía haberse metido. Lo único peor que esto era la oficina de Eric. Ocurren cosas malas en esa oficina, cosas de las que no quería formar parte.

Todavía no podía imaginarse cómo las autoridades no eran conscientes de lo que Eric hacía, pero quizás lo sabían. Había visto a más de uno de los oficiales de alto rango visitar la finca y luego irse con un bonito y grueso sobre en sus chaquetas. Mirar para otro lado parecía ser mucho más fácil para ellos, con una cuantiosa paga para mitigar cualquier recelo que pudieran tener.

Sólo una vez, deseó que alguien mandara a la mierda a Eric Mun y lo arrestase. Dudaba que alguna vez ocurriese, pero era bonito fantasear.

Sungmin se quedó quieto cuando las voces que escuchó antes se volvían más ruidosas. Retrocedió tan lejos que no había manera de que pudiera ver a través de los agujeros de la rejilla. Conocía esas voces, y las odiaba a ambas.

CHO KYUHYUNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora