Kyuhyun depositó un suave beso en la mejilla de su madre y luego cerró la puerta tras ella y Donghae. Sabía que Sungmin no quería dejar marchar a su hijo, pero los ojos del hombre no paraban de cerrarse, necesitaría unas pinzas para mantenerlos abiertos.
—Venga, bebé —dijo mientras cogía a Sungmin en brazos y entonces lo depositó en la cama—. Deja que te arrope.
El hombre se dejó caer fácilmente en la gran cama, avanzando hasta el medio del colchón antes de ponerse de costado. Kyuhyun se sentó en el borde de la cama después tiró del edredón hacia arriba hasta cubrir el pecho de Sungmin.
—Estoy justo pasillo delante. Dejaré la puerta abierta, para que si necesitas algo por la noche, todo lo que tengas que hacer es llamarme y te escucharé.
Quería tranquilizar al hombre de que no iba a estar solo frente a sus pesadillas en medio de la noche. Solo estaba a una palabra de distancia.
Sungmin agarró su mano.
—Por favor, quédate.
Oh, esa no era una buena idea.
—Sungmin...
—¿Por favor?
Sungmin suspiró. No podía hacer frente a la súplica en la voz tal como no podía dejar de respirar.
—Déjame sitio.
La sonrisa instantánea de Sungmin mientras se apartaba, fue recompensa suficiente para que desestimara cualquier recelo que pudiera tener sobre estar en una superficie horizontal, con un hombre tan atractivo como Lee Sungmin.
Kyuhyun se sacó los zapatos y luego se estiró por fuera del edredón, sobre el colchón, descansando la cabeza sobre su brazo encima de una de las almohadas.
Sungmin sonrió mientras se acercaba más.
Kyuhyun soltó una risilla y meneó la cabeza.
—Pareces un chiquillo en su primera noche durmiendo fuera de casa.
—No soy un niño, Kyuhyun.
Era muy consciente de ese hecho. Estaba intentando ignorarlo.
Sungmin ya había sufrido bastante. No necesitaba que un hombre que apenas conocía le tirase los trastos. Necesitaba tranquilidad y seguridad, y un lugar simplemente donde pudiera respirar. Quería ser el que le ofreciera ese lugar.
Pero también quería muchas cosas más.
—Tu rostro parece estar mejor.
Kyuhyun puso los ojos en blanco mentalmente. Eso había sonado demasiado suave.
—Los moretones estarán un poco más brillantes mañana, pero la hinchazón ya habrá empezado a disminuir. En unos cuantos días más debería volver a la normalidad.
—Odio que sepas eso. —Lo había dicho antes, pero necesitaba repetirlo.
Sungmin inspiró lentamente.
—Es lo que es.
—No es cierto, Sungmin. Nadie tiene derecho a golpearte.
—Lo sé —le espetó Sungmin con bastante dureza—. Nunca permanecería con alguien que levantarse un solo dedo contra mí. Simplemente no tuve elección. Cada vez que escapaba, me encontraba.
Un pensamiento surgió en la cabeza de Kyuhyun y provocó que se le formase un nudo helado en las entrañas.
—¿Eric te ordenó alguna vez que te dejaras inyectar algo o que tuvieras alguna clase de intervención quirúrgica en la que fueras sedado?