— ¿Porqué sabías que había algo así y no me dijiste nada? — exclamó la menor con enfado desde el asiento de acompañante del auto
Jennie solo la había hecho cambiar de ropa por una elegante sin decirle a donde iban
— Porque ibas a empezar con tus preguntas innecesarias, mi amor — dijo aplicándose labial en el asiento del conductor
Lisa quedó sin habla cuando Jennie pasó el labial por sus labios dejándolo completamente rojos
Haciéndola olvidar aquel reclamo
— Tendrás que ponerte labial de nuevo — dijo anonadada
— ¿Porq... — Lisa tomó sus labios en un necesitado beso cortando aquella pregunta
La mayor no protestó y le siguió el beso juntando sus lenguas, ni sabían que sus rostros estaban completamente manchados por aquel labial ahora
Jennie bajó sus manos hasta posarse en la pierna descubierta de su esposa, apretando un poco el lugar oyendola gemir en su boca, un dulce gemido que endulzó su centro
— ¿Tenías que ponerte esto? sabes que me provoca ese color y más si es en ti... estas preciosisima...
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— Mi amor, el simple hecho de mi existencia te provoca... — jugueteó un poco con la mayor
Pero Jennie no lo tomó así
— El simple hecho de tu existencia hace que yo esté a tus pies, Lalisa Manoban — exclamó con voz ronca volviendo a juntar sus labios en un beso más brusco que el anterior
En otra ocasión se hubieran reído por el labial en sus rostros, pero el ambiente estaba... ardiente
— ¡Aggh! — gimió cuando Lisa desabrochó su saco para apretar sus pechos — No tan duro amor.. aún duelen — pero Lisa fue directo a su cuello
— Es que te pones este traje tan... y los tacones sexys..... ahhhg...— no sabía como explicar semejante obra de arte
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