Aquella noche de luna llena, la primera del invierno, la ciudad estaba totalmente alterada. Las campanas del castillo habían anunciado el pronto nacimiento del segundo hijo de los reyes y todos ansiaban el momento en el que se diera a conocer el destino del futuro hermano o hermana de la joven princesa Nía, que en aquel entonces contaba con seis años.
Entre los muros de piedra blanca los jadeos de esfuerzo y dolor se entremezclaban mientras la mujer clavaba los dedos en torno a una de las muñecas de su marido. Aquello dolía más que una espada atravesándola, estaba siendo mucho peor que con Nía. Ni siquiera los hechizos parecían hacer efecto._Vamos, mi reina. Solo un último empujón.
Su mirada se desvió hacia la derecha para encontrarse con los ojos verdes de su marido y dio un grito junto al último empujón. Mientras dos curanderos rodeaban la cama, el hombre se llevó al bebé a un lugar apartado. Notó la inquietud de su marido y ella también se sintió así.
_¿Puedo verlo? Quiero verlo. - insistía una y otra vez mientras a su alrededor solo se oían hechizos murmurados para restablecer sus constantes tras el parto. - Arun...
El rey se levantó y se acercó al hechicero que mantenía al pequeño bulto en brazos. ¿Por qué no lloraba? Después de un breve intercambio de palabras, salió del cuarto. La mirada verde de su marido estaba ensombrecido cuando volvió a ocupar su lugar junto a ella.
_¿Qué ocurre? ¿Qué pasa? ¿Por qué no me dejan ver a Bhaskar?
_Su cuerpo es débil, Sitara. Apenas y respira por sí mismo. - susurró, tomando con delicadeza la mano de su esposa entre las suyas. - Convocará un círculo sagrado, pero no es seguro que sobreviva a esta noche.
Ella se quedó sin respiración momentáneamente y el silencio se apoderó del cuarto mientras los curanderos se retiraban.
_No puedo pasar por esto otra vez, Arun. Después de tantas pérdidas él ha llegado al mundo,tiene que vivir a cualquier precio. Por favor... Arun, por favor.
El hombre asintió, besando sus labios con ternura.
_Tu solo descansa. Me encargaré de que sobreviva. Te lo juro.
*****
La mujer abrió los ojos con lentitud, notando como alguien jugueteaba con su cabello caoba. La niña estaba pegada a ella y mantenía un mechón de su largo cabello entre sus deditos mientras dormía. Ya era de día, aunque el temporal de nieve lo hiciera ver todo oscuro. Estrechó a Nía entre sus brazos y la arrulló, cantándole una dulce canción de cuna. Las lágrimas comenzaron a caer sin control por sus mejillas al ver la cuna de madera vacía a su lado. Pero, no era momento de llorar. No para ella. Con dulzura, despertó a su princesita y le pidió ayuda para levantarse de la cama. Las piernas aún le temblaban un poco, sin embargo su determinación pronto las afianzó y, tras vestirse con ropa de abrigo y tomar a su pequeña en brazos echó a andar hacia el salón donde tenían a su hijo,irrumpiendo como un vendaval en medio del ritual y sobresaltando a todos los presentes.
_Mi reina...
_No intentéis detenerme.
Fue entonces cuando oyó la voz de su marido a sus espaldas pronunciando su nombre. El grueso abrigo que vestía le decía que él había tenido la misma idea solo que ella se le había adelantado. A grandes zancadas cruzó hasta donde estaba el pequeño bebé y lo envolvió en cálidas mantas ante la indignación de parte de los hechiceros.
_¡Lo que intentáis hacer es una locura! - exclamó uno de ellos. - ¡Y más con este tiempo!
_Moriréis todos antes de llegar.

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Slave
Ficção GeralKaram Siddhartha, legítimo heredero del trono de Aryam, da con sus jóvenes huesos en un barco de esclavos tras un ataque en palacio. Su destino: Kumaria, hogar del mercado de esclavos más grande de la tierra conocida y donde acaba en manos del sobe...