Capítulo 12

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Una muchacha se asomó al cuarto del harén. Karam seguía acurrucado en su esquina, alejado de todos y de todo. Comía con desgana y volvía a aquel rincón, donde se cubría con una manta de la cabeza a los pies y se pasaba allí prácticamente todo el día desde hacía un mes. Ella se mordió suavemente el labio, meditando si debía decirle algo o simplemente dejarlo solo. Quizá estuviera triste, si fuera ella no le gustaría que la dejaran sola. Sin embargo, antes de que pudiera dirigirle alguna palabra la puerta principal se abrió de un golpe. Un par de guardia entró en la sala principal y se dirigió directamente hacia allí, no dejándole otra opción que cederles el paso.

_La princesa Nía, solicita tu presencia.

El bulto bajo la manta se movió y el muchacho rubio se incorporó. Sus ojos grises estaban enmarcados con unas prominentes ojeras y su cabello lucía totalmente despeinado. El de mayor rango ordenó traer a una doncella para que arreglara un poco el aspecto descuidado del muchacho, negando con la cabeza. Karam simplemente se sentó en uno de los cojines a esperar sin decir ni media palabra mientras su mirada se perdía en algún punto del mural que cubría las paredes. ¿Cuánto había pasado desde que Navi se había marchado? ¿Desde que Bhaskar había desaparecido del mapa? Ni siquiera había contado los días.
Al principio había intentado sonsacarle algo a la princesa por todos los medios pero ella era muchísimo peor que su hermano,como una serpiente implacable con cara de de adorable conejito que cada día le daba una excusa diferente. Y él al final se había cansado de todo ello. Así que decidió sustraer lo más valioso que pudiera conseguir y sobornar a alguien para huir a donde fuera,lo más lejos de aquel castillo. Y cuando encontró aquella lujosa horquilla en el suelo no podía creer su suerte. Debió suponer que era una trampa. El soldado dispuesto a dejarse sobornar, el barco que saldría hacia el norte... Todo demasiado bien dispuesto,muy bien trazado. Y él había caído como una mosca en la telaraña. Aún le escocía el bofetón que Nía le había propinado y aquella noche, por primera vez desde que estaba allí, llegó a temer por su vida de verdad . Nunca creyó que un color tan cálido como el dorado pudiera destilar tanta frialdad como la que vio en los ojos de ella. De vuelta al harén tras la reprimenda su cuerpo seguía temblando y buscó una manta bien tupida para envolverse en ella mientras rogaba que Bhaskar regresara pronto de donde fuera que estuviera. En el fondo de su corazón aún anhelaba poder refugiarse en aquellos fuertes brazos suyos y simplemente respirar, sintiéndose a salvo.

*****

Cástor terminó de trenzar el largo cabello de Nía mientras está leía varias misivas recibidas de varios puntos del globo sentada de forma nada femenina en el trono. La abertura de su vestido dejaba sus muslos totalmente expuestos y sus largas piernas colgaban por uno de los reposabrazos labrados. En ocasiones dudaba de como podría estar cómoda en aquellas posturas sin embargo, había aprendido a no preguntar. Simplemente ella era así. Sujetó la trenza con una cinta plateada y le colocó una pequeña horquilla con adornos de pequeñas flores rojas brillantes a juego con su vestido de seda del día en un lateral antes de acomodarse en el escalón a sus pies. Pronto, notó la mano de ella revolviendo su cabello.

_Esto es malo...

_¿A que te refieres?

_Al niño.

_¿Karam?

_Sí. - respondió ella, pasándole el pergamino que había ocupado su atención hasta hacía apenas unos segundos. - ¿Ha hecho un año ya desde que lo compró? No lo recuerdo. Si no lo hace, faltarán pocos meses. Usurpar un trono no es fácil porque normalmente los reyes "misteriosamente desaparecidos" regresan, en cambio dudo que Bhaskar ceda a que regrese y más cuando tanta gente quiere matarle.

_Supongo que por eso hiciste lo de la trampa.

_Si siguiera intentando escaparse nadie me asegura que quien lo ayudara fuera gente decente. Alguien debía quitarle las ganas. - sentenció con tono duro.

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