La mujer se detuvo frente a la puerta con cierto cariz malhumorado, luego giró sobre sus propios pies y se dirigió al exterior del castillo, internándose en el mercado. De pronto, un puesto llamó su atención. Siempre la habían atraído los puestos de adivinación aunque en el norte estos estuvieran fuertemente perseguidos. La bola frente al hombre se nubló en cuanto ella se acercó.
_Veo que, mi señora, tiene infinidad de preguntas.
Ella pudo ver su rostro herido y él se apresuró a colocar mejor sus vendas.
_Lamento haberle causado malestar. Mi padre creyó necesario castigarme por mi don, sin embargo las dotes o maldiciones que a uno le son concedidas no pueden eliminarse con simple fuego mortal. Pero es suficiente de hablar de mi ¿desea que la lea, mi señora? Podemos pasar a la trastienda si se siente más cómoda.
Ella no pudo más que asentir. Ya había puesto por lo menos dos de sus dudas en voz alta sin que ella las hubiera mencionado. Él le apartó la cortina y se acomodó en una silla labrada frente a ella tras colocar la bola entre los dos en una mesa con una rico mantel de terciopelo. Luego, tomó una daga y le pidió la mano. La mujer dudó un instante antes de tendérsela. El adivino clavó con suavidad la incisiva punta en su dedo y dejó caer una de las gotas de sangre sobre el orbe que pareció enloquecer. Una sucesión de imágenes comenzó a aparecer en la bola hasta que se detuvo en la de un niño rubio de ojos grises que comenzó a crecer hasta convertirse en un muchacho que aparecía montado a caballo. La mujer apretó los dientes.
_¿Esto que es?. - preguntó, intentando aguantar la rabia.
_Esto es el presente, mi señora.
La imagen se amplió. El chico se mostraba titubeante ante la forma de caminar del caballo, que no parecía muy contento con su jinete. Un hombre de largo cabello negro, montado en un impresionante semental se acercó a él y tomó las riendas del animal, suspirando con cierta resignación.
"No te llevas bien con los caballos ¿uhm?"
"¡Él me tiene manía!"
"Haré que me lo creo por esta vez y no porque tengas ganas de montar conmigo."
"Créeme, si este bicho quisiera..."
Su frase se vio interrumpida cuando el caballo se encabritó y Karam terminó entre los brazos de Bhaskar. Fue entonces cuando la mujer no aguantó más y golpeó la mesa con los puños.
_¡No puede seguir vivo! ¡Ordenamos que lo mataran después de enterarnos de la traición de esos esclavistas!
_Pues quien fuera su asesino no hizo muy bien su trabajo. O quizá la persona que lo tiene es muy poderosa. Sea como fuere, lo cierto es que el muchacho que pone a mi señora tan nerviosa continúa con vida en las tierras del sur.
Rahul sonrió internamente al ver la tensa expresión de ella y deslizó los dedos sobre la bola de cristal, haciendo desaparecer la imagen.
_Sin embargo, no todo está perdido...
_¿A que te refieres? Habla, adivino.
_Los pueblos del norte rechazan la magia, al igual que la existencia de los seres que de ella surgen mas eso no significa que no existan aquí. Si los mercenarios normales no consiguen resultados ¿por qué no probar con aquellos no tan normales?
Ella hizo una mueca despreciativa al oír aquello. Esos seres pedirían derechos, ser tratados como ciudadanos y no lo eran en absoluto. El adivino se rió.
_¿Quién ha dicho nada de otorgarles derecho alguno? Es más ¿quién ha dicho algo siquiera de pagarles algo siquiera? Solo hay que convencerles de que tal cosa se producirá. La gran mayoría no nos creerá, sin embargo una minoría nos seguirá cual patitos a su madre.
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Slave
General FictionKaram Siddhartha, legítimo heredero del trono de Aryam, da con sus jóvenes huesos en un barco de esclavos tras un ataque en palacio. Su destino: Kumaria, hogar del mercado de esclavos más grande de la tierra conocida y donde acaba en manos del sobe...