#3 blanca nieves

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En un reino no muy lejano de España  vivía un príncipe llamado Perú a corta edad perdió a su madre obligando a su padre a casarse casi de inmediato, la mujer que su padre escogió era hermosa pero era una bruja literal y figurativamente, el peruano había tenido que acatarse a las normas de la mujer malvada y despota y cuando su padre murió también todo esto fue para peor, tenía que usar las cosas más feas y hacer los trabajos más sucios tan solo para mantener segura a la otra de que su belleza jamás sería superada pero por más que hiciera todo eso el peruano se mantenía hermoso y su belleza crecía junto con el aunque anhelaba más que solo tener a esa madrastra horrible.

Deseo, deseo - murmuró frente al pozo, no tenía nada para arrojar allí así que se rehusó a contarle su deseo a ese mágico pozo que en realidad no hacía nada, llevaba años arrojando cosas esperando que se deseo se cumpliera, tomó una pequeña roca y la arrojo - desearía encontrar a alguien para que esté conmigo.

Pero ya lo tienes - se asustó un poco al oír aquella voz relajándose al instante al ver la cara de quién había Sido el responsable.

No me asustes así Usa - rio empujando un poco al joven principe del reino vecino que aunque viera siempre al peruano en ropas remendadas siempre le parecía el más hermoso de todos - claro que amo pasar tiempo contigo pero quiero más, quiero irme de este lugar odio esto.

No te preocupes, podemos irnos cuando quieras - comentó mostrándole una sonrisa a el menor - a mi padre no le molestaría dejarte quedar en nuestro castillo.

Agradezco la oferta - besó la mejilla de este despertando cierto sonrojo en el estadounidense - pero quiero hacer algo por mi cuenta, será mejor que te vayas ella no tardará mucho en venir a revisar.

Está bien, piensa en lo que dije - besó la mejilla del peruano de regreso y le sonrió.

Mientras en la habitación de la reina esta se admiraba al espejo, su espejo era mágico por lo que podías preguntarle todo lo que quisieras saber era equivalente a goggle pero de esa época más la reina solo lo ultilizaba para saber quién era la más bonita del reino, vaya desperdicio si me lo preguntan a mi, se estaba preparando para preguntar ante el espejo la duda existencial que tenía y con la que no podía vivir, ¿Quien era la más bonita?.

Espejito, espejito, quien del reino es la más bonita - preguntó arreglando su cabello y más que nada admirando su bello rostro en el espejo, rápidamente la imagen mostró a el peruano que estaba limpiando el jardín - ¿Que? Pero Perú es un pordiosero comparado conmigo, maldición, dinamarca.

¿Si mi señora? - preguntó aquel chico que lucía el traje típico de un cazador en esas épocas y llevaba un arco consigo.

Necesito que cazes al alguien está noche - murmuró sonriendo con malicia obviamente planeando por todos los medios una muerte dolorosa para el peruano, para que así aprendiera que nadie puede ser mejor que ella.

Ese día el dinamarques llevó al peruano a recoger flores, sentía un terrible dolor en el corazón no quería lastimar a tan hermoso ser que cogía flores dulcemente pero si no lo hacía seguramente sería enviado al calabozo la reina podía ser muy despiadada si no se hacía lo que ella quería el solo miraba al ser lleno de luz en su corazón mientras recogía algunas flores incluso le dió una haciendo que su corazón se estrujara aun mas fuerte tensó su arco demasiado angustiado y lanzó la primera flecha la falló a propósito para alertar al peruano.

¿Porque? - se hizo para atrás mientras veía que el dinamarques se acercaba cada vez más a él.

No soy yo es la reina - murmuró él chico inclinándose un poco para quedar más o menos a la altura del principe - ella me amenazó pero yo no puedo matarlo su majestad, váyase, busque un lugar donde esconderse y no de la vuelta.

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