#12 Alicia en el país de las maravillas

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Perú un niño con una gran imaginación siempre se halló opacado por lo que su institutriz quería, ella quería formar un gran hombre que no tuviera tiempo para imaginar y que fuera realista pero al peruano no le gustaba eso el prefería seguir conservando su imaginación que terminaba transportandolo a mundos fantasiosos dónde podía hacer lo que el quisiera algo que no quería perder solo por tratar de ser tal y como su institutriz quería, ni siquiera era su madre, no le haría caso.

Estaba intentando aprender modales frente a la mesa pero estaba aburrido, no le importaba si un tal lord mantequilla o que sabía el iba a visitarlo para tomar el té, tomar el té de esa forma era aburrido ni siquiera podía hablar de los increíbles mundos que su mente joven e infantil creó, se distrajo un segundo cuando juró ver a un conejo, le gustaban mucho ese tipo de animales, cuys, hámsters, conejos, ratones, eran todos adorables así que sin importarle cuando la mujer se distrajo el fue tras el conejo, el iba muy rápido pero consiguió verlo entrar en una madriguera.

¿Hola? ¿Señor conejo? - oyó que la madriguera tenía un eco por lo que supuso que sería algo grande, no iba a saltar allí, tenía miedo de caer  en ese lugar y no poder salir.

Se fue retirando pero cuando menos lo pensó se tropezó y cayó dentro de la madriguera de conejo, al momento se dió cuenta de que la caída era larga y que mediante su caída podía observar diferentes muebles que parecían caer pero en realidad no lo hacían tomó una galleta de una mesita que estaba por allí mientras esperaba el final de su caída, y así fue chocó contra el frío suelo pero no fue tan duro observó que el conejo se metió por una puerta y quiso intentarlo pero aquella puerta era tan pequeña que no sabría por allí, había sobre la mesa una poción  que decía bebeme, aunque lo dudo un momento terminó por beberla.

Comenzó a encogerse al tamaño deseado para entrar por la puerta pero había otro problema, la puerta estaba cerrada y la llave está sobre la mesa, ya no podía alcanzarlo aunque por azares del destino cerca de él había una galleta que decía cómeme, el la tomó y la comió toda

Se hizo tan grande que chocó con la pared, tomó la llave que estaba sobre la mesa y bebió la poción de encogimiento de nuevo para volverse pequeño otra vez, abrió la puerta con la llave teniendo mucho cuidado y cuando por fin pudo entrar vio que todo era muy bonito, como si ese mundo fuera una versión real de los imaginados por el, divisó al conejo y corrió tras el, al parecer este había llegado a una fiesta de té, en ese mundo el conejo ya no se veía como un conejo en realidad, era más como un humano con orejas de conejo.

Vaya llegaste al fin - el conejo volteó a ver al peruano - te estábamos esperando.

¿A mí? - se apuntó a si mismo un poco confundido por lo dicho por el conejo.

Si a ti -le dió una sonrisa mientras le señalaba el asiento de al lado, se sentó junto al conejo - viniste a celebrar con nosotros.

Si, tu cumpleaños - habló otro conejo que también estaba sentado a la mesa.

Te estábamos esperando para celebrarlo - esta vez dijo un tipo de altísimo sombrero que se lo quitó a modo de reverencia para el chico.

Pero no es mi cumpleaños - el estaba seguro de que ese día no era su cumpleaños, faltaban algunos meses para eso.

Entonces feliz no cumpleaños - miró raro a los invitados a la fiesta, todos parecían ser excéntricos, desde el conejo que lo trajo a este lugar hasta el señor de altísimo sombrero que tenía los cabellos revueltos - feliz no cumpleaños para ti, para mí y para todos aquí.

Aunque al principio le pareció raro pudo divertirse tomando el té con quiénes eran su tipo de personas, despreocupadas que estaban muy interesadas en oír sus historias por más fantasiosas que estás pudieran ponerse, de alguna manera les encantaban las historias excéntricas y ridículas, cosa en la que el peruano era experto, adoraba ese lugar, no quería irse jamás.

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