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Era una noche normal para Tn.

Una adolescente bajita, de complexión sumamente delgada, pecosa, de paletas separadas, con piel pálida y frágil cuál porcelana, poseía unos labios naturalmente rojizos y un pelo hasta la mitad de su cuello de color castaño con un flequillo que caía de costado por su frente quedando en forma de gota.

Era una noche más para ella, de un día igual a los demás.

Estaba en la avenida esperando el semáforo en rojo para poder acercarse a los autos y ofrecer limpiar los vidrios a cambio de un pago a voluntad.

Ella era de una familia muy pobre, vistiendo con arapos y ropa heredada de su hermano mayor.

Poseía un muñeco gracias a una donación que habían hecho a una iglesia de su pueblo y ella se vió involucrada entre los niños que recibirían la ropa y juguetes donados.

Era verdaderamente una suerte que sus progenitores le hubieran dejado conservarlo y no lo hubieran vendido aún.

Sin embargo, en otro lugar se encontraba su progenitor que le replicaba a su madre algo acerca de un "señor" y ella se escudaba en que lo hacía por dinero.

¿Que había ocurrido? Se preguntarán.

—¡Ahora a ver cómo le explicas a la mocosa que la vendiste a un viejo! ¿¡Estás enferma!?— le gritó el hombre a su esposa lanzandole lo que pareció sonar como un plato de vidrio —ahora ve tu sola como le haces ¡Porque yo no pienso andarme entrometiendo en esto! ¡Estás dejando malparada a la familia, me estás dejando mal a mí!— reclamó el mayor con suma furia —ve tu si le das algo tuyo que ponerse ¡Porque no pienso dejar que hagas pasar vergüenzas a toda la familia por tus estupideces!—

—¡No son estupideces! Quiero que esa mocosa sirva de algo más que para andar de inútil, entiende Marcos que nos va a beneficiar si ese hombre acepta llevarse—

—a ver ¿En qué podría beneficiarnos? Aparte de que los vecinos te vean como la mierda de persona que vende a su propia hija— ironizó. Realmente el habría hecho lo mismo pero el orgullo es más grande.

—En que ganaremos dinero y no tendremos que volver a ver a esa mocosa ¡Que ya me tiene harta, entiéndelo!— replicó la madre de la protagonista.

Volviendo con la susodicha.

El semáforo ya se había puesto en rojo y Tn se acercó a los autos para hacer su trabajo.

Vió un vehículo conocido para ella y se acercó directo a el luego de que el automóvil que se encontraba primero en la fila de autos, hubiera rechazado su ofrecimiento de lavarle los vidrios diciendo "los jóvenes de ahora lo quieren todo regalado, vaya y trabaje en un trabajo de verdad si se quiere ganar el pan" aún viendo la cara de niña que la de ojos azul verdoso poseía.

El hombre dentro del mencionado vehículo conocido para ella, la saludó con la mano mostrando una sonrisa

—buenas noches señor Canadá— saludó la joven con una radiante sonrisa (aunque algo tímida a su vez) acercándose al carro.

—buenas noches, Tn— Respondió el mayor con una media sonrisa de labios al ver la alegría de su contraria.

—¿Le... limpio los vidrios?— Le cuestionó como era de costumbre señalando el parabrisas. Aunque sin saber porque siempre se ponía nerviosa al hablarlo.

—claro— afirmó el mayor. La menor empezó a limpiar la mencionada parte del vehículo con su limpiavidrios que había conseguido gracias a un amigo suyo. Y mientras hacía esto, conversaba con el norteamericano.

—oye ¿Que hace una niña tan pequeña como tu sola en las calles a estas horas?— le preguntó el de gorro de mapache. Puesto que casi siempre pasaba por esa calle en ese horario, ya que sabía que nuestra protagonista se encontraría allí y quería cuidarla pues había notado como siempre estaba sola.

—no soy tan pequeña, señor— rió vergonzosamente empezando a secar el parabrisas con la parte trasera del limpiavidrios.

—¿Ah no? ¿Entonces cuántos años tienes?— le volvió a interrogar.

—18— aclaró —ya se que tengo cuerpo y cara de niñita pero tampoco tanto— dió una risa tímida. Era bastante reservada, aunque estaba haciendo el intento de lucir graciosa. Cosa que al parecer funcionó pues logró sacarle un par de risas al de monóculo —y... ¡Listo!— exclamó la menor al haber terminado su trabajo.

—te quedó muy bien, ten— agradeció dándole algo de dinero por la mencionada labor.

—muchisimas gracias, señor Canadá, que le vaya bien— se despidió la joven al ver cómo el semáforo ya estaba cerca de ponerse en verde nuevamente.

—igualmente, Tn— respondió con educación para luego finalizar con: —¿Quieres que nos veamos más noche aquí en la plaza xxxxx (inserte nombre aquí)?— propuso el mayor, le interesaba conocer más a la joven de pálida piel. Aquel parque quedaba justo en frente de la avenida en la que trabajaba su contraria.

—claro, total estoy aquí hasta las 11—

—oh, está bien. Vendré a las 9 ¿Te parece bien?— eran las 8 y empezaba a anochecer.

—c-claro, yo lo espero— sonrió luego de haber tartamudeado por los nervios.

 ᬽ⃠ᭃᬺ↝[мυñєqυιтα ;;🍒] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora