┆┆❝[5]➝👙❞┆┆

2.2K 76 8
                                    

Las semanas pasaban. La rutina seguía con normalidad para todos incluida Tn.

Si, "normal". Normal para ella pues todo lo que le ocurría a simple vista daba una sensación deprimente y solitaria pero la castaña lo veía "bien" de alguna manera.

El hijo de su patrón se le seguía insinuando, el susodicho continuaba manipulándola y ella se sentía cada vez peor, pero solo lo veía como si ella fuese el problema realmente, tratando de solucionar algo en si misma pero sin lograr nada claramente.

Se encontraba en aquella habitación de invitado acostada luego de un largo día de trabajo, media hora después debería levantarse e ir a la cocina a preparar la cena.

Estaba mirando al techo con aquella expresión neutral tan típica de ella.

Benjamín entró como si nada.

—¿Ah? ¿Necesita algo?— cuestionó sentándose en la cama.

—claro... A tí— Respondió con un tono lascivo empezando a acercarse indebidamente a la menor.

—¿E-eh?— no entendía del todo qué ocurría. El de mayor altura empezó a tocarla y a besarla con lujuria en sus labios, cuello, clavícula y hombros empezando a dejar chupetones por su piel. La de ojos verdosos intentaba librarse de aquel agarre, pataleaba, se movía e intentaba alejarlo.

—quedate quieta, será más fácil para ambos— murmuró al oido de su contraria, empezando a desvestirla mientras la menor ponía resistencia aún.

Se escucharon pasos a lo lejos y la puerta fue abierta de manera repentina.

Era Sebastián...

El se acercó a paso rápido separándolos y empezando a gritarle a la menor insultos obscenos. La empezó a tratar de "puta", "zorra", "ramera", entre otros sobrenombres por el estilo. Seguido de esto, se la llevó agarrada del brazo hasta el ático y ahí la tiró al suelo. Ella intentó decir con un hilo de voz que no había hecho nada, pero el mayor era incapaz de creerle.

La pateó en la costilla para que no pudiera levantarse. Empezó a sacarse el cinturón. Un sonido de chapas chocar se hizo presente aterrorizando a la más joven.

No podía moverse...

Mucho menos defenderse...

Se oyó el sonido sordo del mayor sacándose el cinturón para empezar a tironear de los extremos del mismo para generar un ruido de golpes, haciendo temblar a la menor por el mismo.

El primer cintazo resonó por la habitación al haber caído de manera directa en la espalda de Tn. La hizo soltar un jadeo adolorido y varias lágrimas a su vez. Siguió golpeando a la castaña con el mismo artículo tan solo que en distintos lugares y cada vez con más intensidad. La hacía gritar de dolor mientras rogaba que parara.

Siguió hasta que pequeños hilos de sangre  empezaban a formarse en los lugares maltratados, ahí fue cuando paró empezando a ponerse de nuevo la mencionada prenda (¿Un cinturón cuenta como prenda?) Para luego irse dejando a la menor sola encerrada en aquel oscuro y estrecho cuarto.

La de ojos azul verdoso tembló por bastante rato con un inguantable dolor en todo su cuerpo, en especial piernas, espalda y glúteos. Lloraba a mares, el ardor era horrible y se sentía sucia por algún motivo... Se sintió mal por algún motivo al haber sido tocada por el hijo de su patrón.

Se abrazó a si misma en busca de algo de calor. No tenía una familia a la cuál extrañar... Solo a la única que la había tratado con la debida amabilidad en toda su vida... ¿Que estaría haciendo ahora? Quizás ya la había olvidado. O quizás nunca le interesó y solo fingía por compromiso y una preocupación genérica. La hacía sentir única en su momento ¿Y si se comportaba así de amable con todos? No era especial ni para el, ni para nadie. No tenía quien la esperara en casa o en algún otro lugar por lo que intentar escapar le sería inútil. Solo le tocaba aguantar lo que viniera. El frío pasó desde sus pies a todo su cuerpo en un simple recorrido.

Daba asco.

No era suficiente para nadie ni para nada.

Era inútil.

Era todo lo que el mundo le había dicho siempre.

Se estaba derrumbando, aquel brillo que alguna vez existió en sus ojos color pantano había desaparecido completamente y ahora solo quedaba el vacío que solo podría ser rellenado con la alegría de niña que alguna vez tuvo.

Dejó de sollozar. Las lágrimas seguían saliendo sin control alguno de sus ojos pero había dejado de hacer sonido alguno. Lo había perdido todo. Bueno, como si alguna vez hubiera tenido algo aparte de ese probable falso cariño que le fue brindado en algún momento de su miserable existencia.

Trataba de mantener la cordura para no cometer ninguna locura pero ese hilo entre sanidad y cordura era cada vez más frágil y fino que era hasta casi imperceptible.

Quería morir.

Quería desaparecer.

Quería acabar con este martirio llamado vida.

Lo que sea, con tal de dejar de estar ahí, dejar de estar en cualquier lugar.

Quería gritar, quería llorar, quería huir, quería... Pero al mismo tiempo no quería ser nada.

Paró de temblar cuando cayó dormida en el frío suelo luego del cansancio de haber estado tanto tiempo llorando.

 ᬽ⃠ᭃᬺ↝[мυñєqυιтα ;;🍒] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora