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—Buenos días...~— saludó Tn con algo de sueño —¿Cómo amaneció...?— cuestionó con aquel tono somnoliento.

—Bien ¿Y tú?— respondió Canadá acariciando el cabello de la menor.

La susodicha bostezó —También bien— se dió cuenta de algo seguido de decir esto último —Oh y... Perdón por haberlo despertado anoche, s-soy muy molesta y llorona... Pe-perdón— se disculpó mientras su voz empezaba a quebrarse, enserio se sentía muy mal aparte hay que recordar lo sensible que puede llegar a ser. Escondió su cara en el pecho del mayor.

—No te preocupes, peque. No fue tu intención, calma— tranquilizó el de colores rojizos besando la frente de su contraria.

—¿N-no está enojado...?— cuestionó sin dejarse ver. El ojirubi negó en respuesta. —¿En-enserio?— cuestionó incrédula

—Claro que si, corazón— afirmó levantando la cara de su contraria con dos dedos para verla —Ah y oye Tn— llamó de manera casual.

—¿Si?—

—¿Sabes cuáles son tus tallas de ropa?— cuestionó.

—¿Uh?— pronunció en tono confundido la menor.

—Mira, estuve pensando en que ya viene el frío y necesitarás tu propia ropa— Aclaró moviendo un mechón de cabello que tapaba el ojo de la castaña.

—Mmh si, tiene razón— consideró pensativa —Pero no se cuáles son mis tallas— Solía usar ropa mucho más grande comparada a su verdadera talla, por lo tanto nunca la supo exactamente.

—Mmh...— pensó —¿Me dejarías sacarte algunas medidas así sabemos más exactamente?— le consultó a Tn. Pensaba comprarla por lo menos la primera vez por internet, pues lo único que tenía puesto la ojiverde ahora era una sudadera grande y sus bragas.

—¿D-deberé sacarme la ropa?— Cuestionó algo avergonzada. El suéter que llevaba era bastante grueso por lo que complicaría sacar medidas.

—Me temo que sí— afirmó el mayor. En todo el tiempo que llevaban viviendo juntos, Tn ya le había tomado cierta confianza. Confiaba en que no le iba a hacer nada viendo su cuerpo desnudo.

—Mmh... E-está bien— aceptó sentándose a un costado de la cama.

Un rato después.

Canadá ya había encontrado una cinta métrica que había tirada por ahí e iba a utilizarla ahora para saber las tallas de Tn.

La castaña estaba parada algo  nerviosa junto al escritorio del canadiense.

—Ya llegué— anunció viendo a la de ojos verdosos —¿Me permites?— cuestionó agachándose a la altura de la antes mencionada. La misma asintió y se sacó el suéter colocándolo sobre el mencionado mueble —hey, no te preocupes. Solo sacaré un par de medidas y ya podrás volver a ponertela— tranquilizó el mayor dándole un pequeño besó en los labios a la castaña, la cuál correspondió. Aprovechó el momento para sacarle las vendas de su torso ya que solo se la había puesto para no dejar tan expuestas las heridas mientras se curaban bien, cosa que ya había pasado. Yo que mierda se cuanto tarda en curar una herida ya cicatrizada, o si si quiera se cura. No sé, no me rompan las pelotas.

Empezó a sacar las medidas de su contraria, la cuál en un momento dijo —Estoy fea ¿No?— le preguntó al canadiense con algo de desánimo.

—Hey, no digas eso— Ordenó de manera seria —¿Por qué lo haces?—

—no lo sé... Es que soy plana, soy muy pálida, soy bajita, tengo manchas en la cara, las paletas separadas, tengo pechos pequeños...—

—y por eso mismo para mí eres hermosa— Aclaró.

—no me mienta, por favor— pidió con algo de tristeza.

—Es la verdad, a ver ven— alegó Canadá alzando a la menor para luego sentarse en la cama y a su vez sentar sobre sus piernas a la castaña. Empezó a enumerar varias características físicas de la menor que a él en lo personal le encantaban.

—Que pena que deba verme así...— alegó Tn escondiendo su cara en el hombro del mayor. El cuál empezó a besar la clavícula, hombro y puente de Venus de su contraria.

—no te preocupes— tranquilizó —te he oído hacer cosas peores...~— alegó con voz grave.

—¿Eh? ¿A-a que se refiere?— le preguntó con algo de nervios. Venían viviendo juntos algo de tiempo, ni mucho ni poco y un día, Tn antes de que Canadá llegara se encontraba en el cuarto que ahora le pertenecía a ella (un cuarto donde dormían las vistas) masturbándose pensando en el mayor, le gustaba la verdad, estaba enamorada de él por más de no admitirlo como tal. Pero sin darse cuenta, el canadiense ya había vuelto y la había escuchado gemir repetidamente su nombre mientras frotaba sus dedos en su clítoris.

—escuche como te masturbabas el otro día... Dime algo mi amor— respondió empezando a bajar su mano por el torso de la menor para luego ponerla entre las piernas de la misma —¿Tan caliente te puse ese día? Dime... ¿Quieres que hagamos el amor? Solo si tú quieres— Ofreció el mayor empezando a rozar sus dedos por la intimidad de Tn sacándole un par de suspiros. 

—mmh~... S-si quiero, pero...— jadeó —yo... Yo no lo he hecho aún— admitió algo avergonzada.

—descuida seré gentil, confía en mí— tranquilizó Canadá besando a su contraria, beso el cuál fue correspondido.

—C-confio en usted— afirmó la castaña separando un poco sus piernas.

 ᬽ⃠ᭃᬺ↝[мυñєqυιтα ;;🍒] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora