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—¿Vamos a dormir?— le preguntó a la menor acariciando su cabello.

—Si— bostezó —Tengo sueñito...~— comunicó con cierta ternura refregándose el ojo con pereza. Ya había tomado cierta confianza con el de ojos rubí, por lo que sabía que podía comportarse de manera infantil junto a el sin sentir aquella inseguridad del que diría.

En fin, al final ambos se acomodaron en la cama para ya irse a dormir abrazados haciendo cucharita.

—Oiga, Canadá— llamó Tn antes de cerrar los ojos.

—¿Si, peque?— respondió el canadiense.

—Enserio muchas gracias por aceptarme en su hogar, de no haber sido por usted no hubiera tenido a donde ir... Perdón por algunas veces ser tan irritante, solo dígame si le molesta algo de mi actitud e intentaré solucionarlo. No quiero causarle muchas molestias a una de las primeras personas que me tiene un mínimo de paciencia— agradeció y se disculpó tratando de reír un poco al final para apasiguar lo dicho.

—No fue nada, y quiero que sepas que me gusta tu actitud así como es. No pretendo cambiar nada en tí, ya eres perfecta a tu manera. No me pareces molesta ni irritante, quizás a veces te ganen los nervios en ciertas situaciones pero supongo que es normal sabiendo por todo lo que haz pasado. Eres muy fuerte y eso es lo que me enorgullece de tí: El como pudiste pasar por tanto y aún así seguir luchando, eres increíble peque— alagó tomando la mano de Tn sin romper el abrazo.

 Eres muy fuerte y eso es lo que me enorgullece de tí: El como pudiste pasar por tanto y aún así seguir luchando, eres increíble peque— alagó tomando la mano de Tn sin romper el abrazo

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La menor sonrió con algo de emoción correspondiendo al agarre y empezando a cerrar los ojos nuevamente —Muchas gracias, n-nadie me había dicho algo así antes...— declaró con lágrimas de emoción acumuladas en sus ojos.

—Solo digo la verdad— Afirmó secándole las lágrimas que empezaban a salir de a muy poquito.

La menor se acurrucó en el abrazo preparándose para caer dormida minutos después.

Sueño//flashback

Tn volvía del trabajo de la mañana a casa.

Se encontró con un escenario típico en aquel tiempo: su madre maquillando sus golpes y ojeras para salir a trabajar, mientras su padre dormía en el desgastado sillón con una botella de alcohol en la mano. Era en aquel tiempo en el que Tn era por decirlo de alguna manera, "desafiante" con todo mundo como mecanismo de defensa, sin embargo en aquellos momentos fue cuando descubrió que pelear nunca servía de nada, que siempre se veía sometida a los mandatos de los demás.

Se adentró a la casa —Lo de hoy— reclamó su madre en tono demandante. La más joven suspiró y le dió gran parte de lo que había ganado aquella mañana limpiando vidrios, pero no todo. —¿Solo esto, mocosa? Lo demás ¡Ya!— demandó con furia.

—Eso es todo— contestó de mala manera.

—A ver idiota, a mí no me vas a andar viendo la cara ¿¡Dónde está lo demás!?— Tn empezaba a reconsiderar el darle el dinero sobrante por muy poco que fuera, pero hasta que se decidió, su madre ya había tomado el palo de escoba.

—A-aquí está— tartamudeó dándole lo poco que sobraba —¡No mamá!— gritó cubriéndose la cabeza, a su madre le valió más bien poco que la joven le devolviera el dinero, empezó a pegarle primero con el mencionado palo de madera y luego con la misma escoba.

—¡Mocosa inútil, ves que ni para el trabajo sirves! Y uno aquí sacrificándose para que tú puedas come ¡Ingrata! Me tienes harta, ojalá nunca hubieras nacido ¡Sería la mujer más feliz!— gritó con furia la mayor empezando a pegarle a su hija con la plataforma de un zapato alto.

—¡Mamá para!— gritó entre lágrimas Tn.

—¡Cállate, cállate!— gritó pegándole más fuerte causando que sangrara en los lugares dañados.

Pasado un rato de maltrato la mayor la dejó irse luego de su numerito dramático para culpabilizar a la de ojos verdes de lo ocurrido.

Apenas Tn entró a su cuarto se dirigió al armario que compartía con su hermano y que pronto deberían compartir también con su hermanita.

Buscó ahí a su peluche Tami para poderlo abrazar y aliviar un poco su dolor, pero al buscarlo no lo encontró... Se fijó en la cuna de la bebé y lo vió ahí, alguien lo había sacado y se lo había dado a la antes mencionada.

La de pálida piel con algo de enojo, frustración y tristeza, se lo sacó.

La bebé empezó a llorar.

Su madre acudió de inmediato, como nunca lo había hecho con Tn o su hermano. Calmó a la infante con un cariño impropio de ella y empezó a cuestionar a la de complexión delgada que había ocurrido.

—Solo... Saqué a Tami— se defendió en voz baja.

—Agh pareces imbécil cargando ese muñeco a todos lados ¡No seas egoísta! Tu hermana es pequeña, dáselo— ordenó la de cabello ondulado (la madre) —ay si ves porque andas soltera, por fea y tarada. Así no te voy a poder ofrecer en la cantina— musitó calmando a la bebé.

—¿Que?— cuestionó Tn perpleja.

—nada, niña. Solo estoy pensando en voz alta—

El progenitor de ambas menores llegó —¿Que pasó? Porque la mocosa llora— preguntó de mala manera refiriéndose a la más pequeña del trío.

—Que la niña es una egoísta y no le quiere dar el peluche mugroso ese a su hermana. Encima de eso no me quiso dar lo de hoy— se victimizó la mujer.

—Ah ¡¿como que no?!— gritó el mayor evidentemente algo tomado aún.

—No, no, papá no me pegues, no me pegues— rogó empezando a llorar nuevamente.

—Ya te voy a dar una buena razón para que llores, mocosa malcriada— dijo empezando a sacarse el cinturón de manera amenazante.

Lo demás fueron golpes, gritos y llanto.

Fin

La de labios rojos despertó exaltada, sentándose en la cama de golpe. Empezó a llorar tapándose la cara con el cuello del suéter de Canadá.

—¿Uh? ¿Tn? Tn, cálmate ¿Que pasó?— le preguntó poniendo una mano en su espalda, pero apenas hacer eso, la de paletas separadas pero un respingo y tembló cubriéndose más la cara con el cuello de la sudadera. Estaba asustada. El de colores rojizos se puso frente a ella e intentó hablarla para que cayera en cuenta de que ya estaba despierta. La menor hizo lo antes dicho y se destapó la cara aún llorando.

—¿Que pasó, peque?— le preguntó aunque la respuesta era algo obvia.

—N-nada... Perdón, por haberlo asustado— mintió secándose las lágrimas. Recordó como cuando solía vivir en casa de sus padres cuando ella lloraba le decían "te voy a dar una buena razón para llorar" y procedían a pegarle, o cuando quería desahogarse, siempre la acababan descalificando de cualquier manera o la regañaban.

El canadiense suspiró —¿Segura que no es nada?— le preguntó dudoso.

—S-segura— afirmó.

 ᬽ⃠ᭃᬺ↝[мυñєqυιтα ;;🍒] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora