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En la noche.

Tn había tenido una pelea familiar al volver a casa para comer algo para luego seguir trabajando, le habían pegado, insultado, hasta incluso manipulado, ahora no se encontraba del todo bien pero aún así asistió a la quedada con Canadá. Su mirada era entristecida.

Más encima, no era que la hubieran corrido, ella tuvo que escapar. 

Así que ahí se encontraba Tn. En medio del frío, había alcanzado a sacar una chaqueta pero bajo esta aún estaba con su pijama que consistía en una remera de tirantes y un shorts bastante corto para el clima. También había alcanzado a sacar su peluche y se encontraba abrazándolo para recuperar el calor corporal, sabía el tipo de familia al que pertenecía así que no pensaba dejar allí a su más valioso bien. Quizás no era de valor por lo que costaba pues con los años se había ido deteriorando y varias cosas le fueron pasando, pero es valioso por el valor sentimental que poseía. Era un pequeño peluche de conejo.

Imaginenselo chikito-

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Imaginenselo chikito-

Estaba hundida. No podía caer más bajo, pensaba siempre pero la vida la sorprendía una y otra vez con lastimosos eventos.

Empezó a llorar abrazada fuerte a aquel peluche, el canadiense no estaba llegando y ya era algo tarde, era lo único bueno que podía esperar de aquella noche. Puesto que la pelea ocurrida en su casa, se había dado gracias a que su madre le había revelado el hecho de que un hombre iba a pagar una gran cantidad de dinero por llevársela. Ella claramente se negó, pues aparte de no tener ningún beneficio de eso, todo era desbeneficio a su vez. No sé si me expliqué.

Sollozaba mientras temblaba levemente. Hacía frío, estaba sola, probablemente lo más leve que le podrían llegar a hacer aquella noche era que alguien la intentara asaltar y lo peor, pues... Ya todos lo imaginan.

De la nada sintió una mano sobre su cabeza estando esta agachada llorando sobre su peluche de conejo.

Pegó un chillido y cayó pasando de largo hacia atrás, pues la banca dónde estaba sentada no tenía respaldo.

—hey calma, soy yo— tranquilizó la voz de su amigo; Canadá. Ella suspiró aliviada reincorporándose en el suelo para luego mirarlo —¿Por qué llorabas? ¿Ocurrió algo?— cuestionó el mayor ayudando a la joven a pararse del piso.

—n-no... N-no pasa nada— mintió de manera obvia por sus hipidos y ojos llorosos.

—vamos, sabes que puedes confiar en mí, digo: nos conocemos hace mucho, aunque se que no muy bien, pero si crees que podré ayudarte, cuéntame qué ocurrió— todas las veces que se veían el mayor actuaba como un padre para Tn. Cada que la veía trabajando y ella se acercaba a su auto a conversar mientras le limpiaba los vidrios, la aconsejaba, le pregunta sobre su día, se preocupaba por ella, etc.

Ella trataba de no llorar nuevamente. No quería contárselo, le causaba vergüenza y un conflicto interno enorme por el que diría sobre ella y aparte tampoco podría ayudarla mucho pues dudaba que le creyera y si lo hacía ¿Qué podría hacer para detener lo que estaba por ocurrir?.

—nada, en serio no es nada— mintió de nuevo siendo incapaz de mirarlo a los ojos, quien sabe si era por vergüenza u otra cosa.

—está bien, te creo— le dijo. Era mentira, la verdad no le creía pero tampoco quería ponerla incómoda —¿Y ese peluche?— le preguntó señalandolo pues la menor aún estaba abrazada a este.

—e-es mío...— admitió con algo de vergüenza agachando la cabeza.

—oh que lindo— rió con ternura poniendo una mano sobre el muñeco. El de tela, no el otro puerks. —¿Tiene nombre?— sabía que por más de que Tn tuviera 16 tenía tendencia a ser infantil, no tan solo por su apariencia sino por varias cosas que la había visto hacer. Desde jugar a no tocar las líneas del suelo, hasta treparse a los árboles en los tiempos libres que se tomaba.

En fin. La de castaño claro asintió —se llama Tami— respondió con algo de timidez.

—que bonito nombre— sonrió sentándose junto a Tn la cuál había vuelto a sentarse en la banca antes mencionada.

—gracias...— agradeció con una sonrisa de labios y un pequeño rubor en sus mejillas.

Empezaron a hablar. El de colores rojizos empezaba tener cierto interés romántico por la de ojos verdes agua, puesto que poseía una forma de ser única para el, era tierna, tímida, pero bastante agradable y humilde, era perfecta para el.

Y por el lado de Tn, ella sentía algo especial por el mayor. Era de las pocas personas (por no decir la única) que la trataba de aquella manera tan... Única, se sentía segura, confiada estando a su lado... Se sentía bien. Era un sentimiento que nunca había tenido con nadie.

No lo veía tan mal al asunto de que ella era menor de edad, puesto que su madre se quedó con su padre al resultar embarazada de su hermano mayor a los 15.

—oye pequeña— apodó el mayor.

—¿Uh?— aquel apodo era raro... Pero extrañamente le gustaba que la llamara así.

—¿Sabes por qué te invité a salir?— le preguntó con intenciones ya de declararsele. Se conocían hace bastante tiempo y supuso que ya era hora.

—mm ¿No?—

—te me haces bastante linda y tierna. Desde que la primera vez que hablamos tuve esa curiosidad por conocerte un poco más y ahora que pude hacerlo te me haces bastante agradable e interesante— le respondió con suma franqueza.

Tn no respondió. No sabía cómo hacerlo realmente. El de habla francesa la miró y parecía plasmada, tenía una sonrisa en sus rojizos labios y un sonrojo de oreja a oreja. La gente solía tratarla de molesta, irritante, quedada, estúpida, idiota, sonsa, fea, puta, recogida, y un largo etc. Lo de fea lo hacían solo para bajar su autoestima y no porque realmente lo fuera, puesto que según las características dadas hace unos minutos era bastante hermosa tanto de físico como de sentimientos.

—¿E-enserio...?— preguntó incrédula.

—claro— afirmó queriendole acariciar el cabello pero apenas levantar su mano, la menor se cubrió la cabeza como esquivando un golpe. Cosa que se le hizo extraña. Y a la vez que la menor agradeció el alago antes dado (con algo de vergüenza por lo que acababa de ocurrir) el mayor se disculpó algo nervioso por ser tan confiado.

—no hay problema— respondió Tn con una sonrisa embarazosa.

Siguieron hablando un rato hasta que el mayor ya tuvo que irse.

La menor en cierto momento dijo: —s-señor Canadá—

—¿Si Tn?— respondió con tranquilidad antes de irse.

—¿p-podría cuidar de Tami?— le preguntó con suma vergüenza tratando de lucir infantil para que aceptara la propuesta.

—¿Uh? Claro, pero ¿Por qué?— preguntó el mayor dándose cuenta de que la más joven quería que se lo llevara sin más, cosa que se le hizo extraña luego de verla abrazada al mismo muñeco toda la cita. Ella no supo explicárselo bien, más al final el de mechones blancos accedió a llevárselo. Quería que alguien tuviera su objeto más preciado antes de desaparecer posiblemente luego de esa noche.

En fin. El mayor le ofreció a su contraria llevarla a su casa, sin embargo ella negó diciendo que no quería ser molestia, le preguntó si estaba segura a lo cual ella afirmó. Y (aunque algo preocupado) se fue no sin antes darle su número para que organizaran para verse otro día. Tn tenía un teléfono de tapa, el cuál, se me había olvidado mencionar, había alcanzado a sacar de su cuarto antes de escapar. 

Se quedó despierta bastante rato, estando aún sentada en la banca, no tenía a dónde ir ni con quién. Quizás debió haberle pedido ayuda a su cita, pero simplemente no se animó a hacerlo, aparte no quería abusar de su confianza y dudaba que le fuera a creer.

En fin. El cansancio le ganó y se durmió sentada.

 ᬽ⃠ᭃᬺ↝[мυñєqυιтα ;;🍒] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora