Capítulo 12 "Resaca mañanera"

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Me dirigí a mi despacho. No podía pasar la noche allí o terminaríamos mal. Ambos.

Tenía que hacer algo con lo que nos había dicho Volga. Necesitaba encontrar la solución. No podía imaginarme a Dulce en manos de ese bastardo de Adriano. Tenía razón, me retorcería en mi tumba viéndolos a los dos. Sé que le haría daño y ella sufriría por mi culpa.

- Hijo, ¿Estás bien?

- No lo sé... Creo que no del todo.

- ¿Ha ido todo bien? - le conté todo lo que había pasado tanto en la cena como con Dulce en la habitación. Era como un padre para mí y no tenía secretos con el.

- Siento decírtelo hijo mío, pero no hay solución a eso... O se rompe la maldición o Volga tiene razón sobre el futuro de Dulce.

- Lo sé, ¿porque no sabía yo de esas leyes absurdas? - como se me había podido pasar.

- Son leyes muy antiguas. Nunca antes había muerto ningún rey, recuerda que somos inmortales...

- Entiendo, la única manera es romper la maldición... Pero esta complicado.

- Si, pero no imposible Lucifer. Dulce siente algo por ti. Lo que me has contado...

- No digas estupideces Nebiros... Estaba ebria. Es normal que en esa situación me desease. Pero no me quiere. No quiere estar conmigo.

- Hijo mío, la vida da muchas vueltas. No te cierres en vano. Aún queda tiempo...

- Si... Queda poco tiempo.

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Narra Dulce
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Me desperté. Sentía un martillo golpeando mi cabeza. Maldito vino. No volveré a beber en mi vida.
Salí de la cama. Madre mía. Estaba desnuda. ¿Que había pasado anoche?

¿Que he hecho? Recuerdo que iba muy ebria. Estaba bañandome y apareció Lucifer silenciosamente como siempre.
Estuvimos hablando y sé que me ayudó a enjabonarme. Eso me excitó demasiado, lo confieso. Se que nos besamos. Dios mío, nos besamos. Recuerdo estar con él en la cama, pero ya no me acuerdo de nada más. ¿Lo hicimos? No me jodas Dulce. Me he acostado con un demonio y encima no me acuerdo de eso. ¿Me desmayé? ¿Estuvo bien? Que he hecho...

He dejado que me vea desnuda y que me haga suya. Como he podido. Maldito vino. Soy una estúpida por sucumbir a sus encantos y encima no hablamos de nada. O si hablamos tampoco lo recuerdo. No voy a poder mirarle a la cara. Bueno, tranquilízate. Vamos a calmarnos un poco. Me ducho, me arreglo y bajo a desayunar. Tengo mucha hambre y necesito comer algo. Si, eso haré.

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Me vestí, recogí mi pelo y bajé las escaleras hacia la cocina.

Enamorada del inframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora