1 - Dolly

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~• Jack •~

Comenzó fácil, con el coqueteo entre el ego y el descubrimiento de las primeras canas, con la carnalidad intensa y llameante, y la liberación de la vileza salvaje reprimida bajo un exterior solemne. Se desarrolla idílico y peligroso, y crece amenazante y adictivo. Se origina en el centro del estómago, donde se arrebolan la lujuria y el hambre, nace en mi corazón y en mi cerebro, extendiéndose vía sanguínea por todo mi cuerpo. Miradas que se clavan el alma, labios que susurran dulces letanías de placer. Provocado por una sonrisa cínica, por una mirada impura, instigadora de deseos y fantasías, devoradora de sueños. Y como inclemente fuego se propaga ante mis ojos embelesados, dentro en mis entrañas; crece y demanda, se transforma en obsesiva aflicción y desesperación, llena mi cabeza y confunde mi corazón. El juego que aprendimos a amar nos consume más con cada respiro, con cada jadeo. Tentadora piel al alcance de mis dedos, pétalos de flor que me engullen, ojos de hechicera que aprisionan mientras que entre sus muslos busco liberación.

Y pronto, también él está dentro de ella.

~• • •~

Es en el primer día, en la primera clase, la primera persona que cruza la puerta. Una figura espigada de largas piernas que viste jeans rotos y una desgastada chaqueta de cuero que le queda grande, cabello castaño peinado en un moño desprolijo, gafas oscuras y audífonos cuya música puedo escuchar hasta acá. No saluda y no me mira. No voltea hacia el escritorio y mientras suspira con pesadez, sube a las gradas para sentarse en la primera fila, al centro, mientras yo permanezco invisible. La mujer más hermosa que he visto toma asiento al centro del aula y se percata de mi presencia al mismo tiempo que un trío de estudiantes bulliciosos aparecen. Se quita las gafas para revelar la más insolente mirada, ojos claros que se posan en mí a la vez que tuerce sus labios llenos en media sonrisa seductora.

Krista Wellick, sé que se llama una vez que pasan veinte minutos de la hora de entrada y solo hay cinco personas aparte de ella.

Se presenta como Dolly también, y la única otra estudiante se entusiasma al escuchar eso. Krista le agradece y se explica a continuación: Es una artista plástica, crea muñecas articuladas de porcelana "a su imagen y semejanza" y tiene una cuenta de Instagram que es muy popular. Escribo el nombre del perfil en mi cuaderno cuando lo menciona y asiento con una sonrisa al escucharla hablar, desenvuelta y confiada, porque sabe justo el tipo de persona que es. Es de esas que no puedes dejar de mirar, de esas que se saben etéreas, de esas que provocan accidentes de tráfico. Las musas de los fotógrafos y los diseñadores, pero no únicamente por la perfección simétrica de un aspecto físico que ha sido bendecido por Dios, si es que existe, sino porque hay algo más; algo inconmensurable e inexplicable que irradia desde su interior. Una fuerza invisible, ojos de hechicera.

Soy el profesor nuevo, llenando los zapatos de un viejo veterano de la fotografía. Me contrataron de último momento y parece que la mayoría de los estudiantes piensan que la asignatura murió junto con el profesor Fishbourne, por lo que en las siguientes clases estamos casi solos. Sería tonto al tratar de pretender que no me atrae, sería estúpido pensar que es pasajero. Pero también lo es imaginar cosas que no debería, aunque las fantasías vienen implícitas una vez que la convivencia se afianza. No puedo evitar pensar en ponerla sobre el escritorio y follármela sin piedad hasta hacerla correrse a chorros en mi polla. No puedo evitar pensar en ella, en acariciar sus labios o su cabello cuando estoy con Maggie. Se queda en mí, como una fantasía constante que respira cuando estoy distraído, usualmente durante las noches de insomnio.

No es especial en sí. Es una chica joven, apenas mayor de edad, beneficiada por una genética espléndida y una voz dulce que adoro escuchar. He visto muchas muchachas así a lo largo de treinta y seis años de vida pero no es su físico lo que la hace especial, sino lo que está debajo. La inteligencia pícara, la rebeldía explícita en su manera de hablar. Presenta fotografías de temática oscura, macabra y controversial, le gusta debatir y cree tener siempre la razón. Discutimos sobre la temperatura del color, mi materia, y nos extendemos por casi cuarenta minutos antes de que alguien más interrumpa con un carraspeo. Sé que tengo la razón, con obviedad sé más de esto que ella, pero no puedo evitar esbozar una sonrisa cada que la veo esforzarse por ganar el argumento. Es testaruda y le gusta pelear; me encanta.

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora