12 - Zozobra

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~• Eric •~

Ha estado actuando raro toda la semana, pero en ningún momento ha vuelto a mencionarlo. Aceptó mis disculpas y excusas por teléfono aquel día, pero a pesar de que posteriormente nuestra convivencia ha sido cotidiana, con mi tradicional presencia en su casa para cenar dos veces en la semana, sigo sintiendo el peso de tomar toda la responsabilidad por nuestra escapada a la cabaña con Krista. Es la manera en la que me mira, en la que me habla. Noto que trata con todas sus fuerzas de parecer normal, tan amable y educada como es, pero hay un destello casi imperceptible en sus ojos que me llena de malos sentimientos. Sé que tenemos que hablar.

Es tarde y Jack no ha llegado, ocupado en el asunto de la impresión de sus obras para la exposición, así que decidimos comenzar a cenar sin él. Siento la tensión que Maggie desborda mientras me habla de su día, y aunque hace lo mejor por pretender que estamos bien, sus ojos rehúyen a los míos mientras le insiste a Brandon para que se coma sus vegetales. No tengo hambre, a pesar de que huele, luce y sé que está delicioso. Cocinó pollo asado y es una de sus mejores recetas, pero ella tampoco ha tocado la comida; en lugar de eso hemos estado bebiendo más de la cuenta, e incluso le llamó a Jack para pedirle que trajera otra botella.

Y como todo en la vida, esto se resume a: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes.

—... Solo un brócoli más, hijo. Vamos, abre la boquita... —insiste Maggie, sosteniendo un brócoli pinchado con el tenedor cerca de los labios apretados de Brandon, quien la ignora mientras dibuja.

—Mags —exclamo y ella voltea a verme, sus enormes ojos cansados y tristes—. Déjalo, necesitamos hablar.

Asiente con la cabeza y deja el tenedor sobre el plato del niño.

—Si vas a dibujar, hazlo en la sala —le dice con un suspiro exhausto.

—¿Puedo irme de aquí? —inquiere Brandon con una enorme sonrisa y ojos brillantes, mirándola por primera vez desde que nos sentamos a la mesa. Maggie vuelve a asentir con la cabeza y Brandon baja de la silla, cogiendo su cuaderno y los lápices de colores para dirigirse corriendo a la sala.

—¡Sin correr! —clama Maggie pero una vez más es ignorada. Nuestras miradas se conectan y mi mano se desliza sobre la mesa para tomar la de ella, quien con al contacto de nuestras pieles esboza una sonrisita dolida.

—Lo lamento —confieso, apretando sus dedos con delicadeza, mirándola a los ojos de la manera más honesta y abierta que puedo considerando la situación—. Lo lamento de verdad, Maggie...

—Eric...

—... No es lo que piensas —miento descaradamente. Me cuesta pero es el precio por pagar si quiero borrar ese dejo de tristeza de sus ojos—. Es una amiga, una conocida. Le comenté lo que haría con Jack y se auto-invitó, no pude decirle que no —me observa fijamente, de esa manera que te hace querer correr o al contrario, atacarla a besos. Baja sus defensas pero solo un poco a la vez, tengo que esforzarme más—. No te lo dije porque no era nada importante, ya sabes que...

—Así que era una chica que no importaba —exclama y me quedo callado. Nos observamos por un momento en el que estoy seguro, me está midiendo.

Maggie puede ser la persona más dulce del mundo, realmente se esfuerza por serlo. Pero cuando está herida, exuda tanta fuerza como Jack.

—... No es que no sea importante, ella —balbuceo, pasando suavemente mi pulgar por el dorso de su mano—. Es que no tengo una relación real con ella, Maggie. Ni siquiera la conozco bien, no sé nada de ella... A lo que voy es que cuando una relación sea importante, tú serás la primera en saberlo —exclamo y por fin la veo sonreír sin la sombra de la amargura; es su sonrisa de siempre: Franca, dulce, crédula.

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora