16 - El tercer hombre

404 17 1
                                    


Eric •~

Llueve. No tengo nada que hacer fuera de casa tan tarde pero ciertamente, conducir por la madrugada ayuda a despejar la mente. Fumo a profundidad, apenas presionando el acelerador mientras me alejo del departamento sin rumbo fijo, sin preocuparme por no poder conciliar el sueño a horas apropiadas, puesto que nada espera por mí en la mañana. No hay un empleo que me limite el tiempo, no tengo una esposa que requiera mi atención. Soy solo yo una vez más, como siempre ha sido y como siempre será. Eric y su amada soledad.

Es inevitable que mis pensamientos lleguen a Krista, a Jack, a todo lo que ha pasado en poco menos de dos semanas. Se suponía que funcionaría. Que Jack comprendería por fin que tiene demasiado que perder, que Krista y yo... Bueno, sí lo tuvimos. Por unos cuantos días obtuve una probada de lo que sería la vida idílica para mí: El lazo fuerte que nos unía, sin convertirse en una atadura. No nos juramos amor eterno, no sacrificamos más de lo suficiente, incluso cuando yo sí lo habría hecho. Quedamos en estar solo ella y yo, incluso cuando por fuera ella siguiera con su novio y yo con Rebecca, aun cuando mi relación sexual con ella está más que muerta.

Deslumbrado por la belleza de Krista, por su seguridad y su fuerza, accedí a todo lo que dijo y lo que exigió, incluso cuando no era nada comparado a lo que estoy dispuesto a darle. Quería tan poco. Un par de citas a la semana, quizás, que durmiera con ella alguna vez. Podría haberle dado lo que deseara, si ya tiene mi cordura, y se adueñó de mi corazón. Me tiene agarrado de las bolas tal como a Jack, pero a diferencia de él, yo podía y quería darle todo de mí, sin límite de tiempo y sin remordimientos. Era un inicio, sin embargo. Me mantuvo cautivo la esperanza de que con el tiempo decidiera alejarse de un hombre al que no quiere, de que en un futuro cercano me presentara a sus amigos y a su familia como su novio, su todo, su último.

La náusea que me causa el romanticismo de mis pensamientos es real.

No puedo enojarme más con Jack, en parte porque ya sabía lo que sucedería. Siempre ha sido así. Competitivo hasta la médula, intenso al grado de ser obsesivo; no puede dejar de tener más que yo, o que cualquier otra persona a su alrededor. Debo admitir que me sorprendió cuando se retiró de nuestro arreglo, que intenté creer que era real, pero al mismo tiempo siempre tuve la idea de que se trataba de un espejismo. Solo necesitaba reunir fuerzas, como un animal lastimado que apenas sobrevive una batalla, pero se prepara para ganar la guerra. Lo que sí me molesta, es quizás que ya sabía cómo reaccionaríamos. Sabía que Krista sucumbiría, sabía que yo no diría nada, que lo dejaría entrar de lleno a mis dominios y tomar lo que me había obsequiado.

Como los juguetes, como las prendas de ropa. Nunca mujeres, hasta que esa bruja adictiva se cruzó en nuestros caminos.

El cielo comienza a aclararse cuando decido volver a casa, la lluvia se ha atenuado y estoy por terminarme la cajetilla de cigarrillos mentolados, la que Krista dejó nueva en mi casa. Debo admitir también que me siento un poco decepcionado de mí mismo, aunque no demasiado. Soy del tipo que se rinde fácil, uno de mis peores defectos en opinión mía y de los demás, pero ¿Qué se supone que hiciera en este caso? ¿Arrancarme una camisa de trescientos dólares y luchar cuerpo a cuerpo con mi primo como un estúpido animal por un coño que claramente nos desea a ambos? ¿Ignorar los deseos de Krista y obedecer mis propios instintos de dominancia masculina? La idea me hace sonreír con sorna; tan solo pensar en volverme ese tipo de hombre me asquea.

Llego a casa a las seis y media, vacío una lata de alimento en el plato de Gato, y a continuación me desplomo en la cama sin desvestirme, sin quitarme los zapatos siquiera. Estuve bebiendo antes de salir y me siento relajado, pero aun así tengo la necesidad de incorporarme, darme una ducha rápida e ir a buscar a alguien que me comparta o venda de sus drogas, solo un poco de coca para iniciar el día, y unas pastillas para aminorar la caída. La depresión post-limpia es lo peor, y aunque fue más llevadera durante el tiempo que estuve con Krista, ahora en completa soledad se siente peor. Si fuera un tramposo y tuviera drogas en el departamento aparte de ese porrito empezado que encontré debajo de la cama haciendo limpieza, ya las habría ingerido. Así como si fuera temerario, habría confrontado a Jack.

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora