18 - Fuerte

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~• Eric •~

Jack ha estado sentado en la misma posición por cerca de veinte minutos, con los codos recargados en las piernas, una mano hecha puño y la otra sujetándola, ambas contra su boca. Sus ojos están llenos de lágrimas y fijos en algún punto perdido. No ha tocado la taza de café que dejé en la mesita, no ha dicho nada y tampoco me ha mirado. Estoy preocupado. Por él, por Krista, por el rumbo que tomará todo después de una tragedia de tal magnitud. Jack me envió un mensaje después de verla. Me dijo todo y aún no puedo procesarlo; por un momento pensé que debió matar a Andras, pero después agradecí que no hubiese perdido el control por completo.

Tiene mucho que perder y de todas maneras, matar a Andras no podría devolverle la integridad a nuestra mujer.

—... Estuve a punto de hacerlo. Lo tenía a mi merced, con mi puta pistola en su maldita boca —exclama de repente, sin mirarme todavía.

—Hiciste lo correcto... —trato de calmarlo.

—No dirías lo mismo si la hubieras visto —me mira, con rabiosos ojos inyectados de sangre—. Ni siquiera me puedo imaginar qué hijo de puta tuvo los huevos de maltratarla así, Eric. Es una chica indefensa, no tenía oportunidad de luchar.

Desde luego que siento ira, desde luego que un nudo aprieta mi garganta con fuerza desde que caí en la cuenta de que Andras no se detendría conmigo, pero debo mantenerme fuerte por el bien de todos. Resuello, asiento con la cabeza. Reprimo mis emociones pero ni siquiera es consciente; es lo que siempre pasa cuando algo de esta magnitud acontece, como si mi mente se cerrara al dolor. Sigo en estado de shock, quizás. Lo único que puedo pensar es que me alegra que esté viva y que Jack no haya matado al hijo de puta.

Estalla en llanto, se cubre la cara con las manos. Lo único que puedo hacer es otorgarle mi compañía en silencio, y mientras se desahoga yo miro por la ventana, llenándome los pulmones de humo de tabaco. Está lloviendo, fuerte. Mis ojos están tan húmedos que se escapa una lágrima del derecho, pero la limpio rápidamente mientras sigo observando el cielo gris y la imperiosa lluvia a través del ventanal. Necesito ver a Krista, pero quizás me pondré tan estúpido como Jack e iré a buscar al danés para darle el tiro de gracia.

No, no te dejes hundir por la rabia, necesitas ser fuerte. Por ambos.

Miro a Jack, está tratando de controlarse y resuella con fuerza un par de veces, puedo ver su rostro rojo a pesar de que sigue ocultándose detrás de sus manos. Se necesita mucho esfuerzo para hacer llorar a un hombre como Jack, pero ya no me sorprende en este caso. He confirmado cuánto ama a Krista y a pesar de que siento celos, no puedo hacer nada al respecto. Menos ahora, menos en la peor situación que se puede vivir. La tragedia llegó a nosotros para aclarar las cosas y para unirnos de cierta manera, porque ahora lo menos que Krista necesita es a dos machos tontos que pelean por su cuerpo. Lo que necesita ahora, son dos hombres dispuestos a sanar su alma.

—Hiciste lo correcto —reafirmo y Jack descubre su rostro por fin, pero sigue sin mirarme. Toma la taza de la mesita y le da un buen trago—. Si estuvieras en prisión no solo defraudarías a tu familia, sino a Krista. Nos necesita y nos necesita bien... Ahora más que nunca, Jack.

Me mira, y asiente lentamente con la cabeza mientras se traga el café.

—Necesito que... La traigas aquí —exclama y yo asiento con la cabeza. Ya lo había pensado con antelación; si Andras todavía sigue libre, no es seguro que vaya a su departamento—... No quiere denunciarlo.

—¿Qué?

Jack niega con la cabeza, pidiéndome el cigarrillo que le entrego sin pensar.

—... No conoce a los tipos que la atacaron y no hay manera de probar que Andras estuvo involucrado...

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora