13 - La sortija

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~• Jack •~

Se parece a mí, no tiene nada de su madre. Cabello rubio cenizo y ojos de un azul intenso, en este momento ocultos porque por fin después de la peor noche, ha podido conciliar el sueño. Lo noto intranquilo, pero al menos ya no le arde la piel. Una de sus manitas está fuertemente asida a mi suéter y pongo la mía sobre esta, acariciándola delicadamente para no despertarlo, aunque el médico dijo que el medicamento podría noquearlo por horas. Observo su carita, tan parecida a la mía. La verdad es que jamás había notado el parecido que tenemos, pero mi falta de atención no tiene nada que ver con el amor que siento por él.

—... Traje —Maggie se calla de golpe en cuanto entra a la habitación y levanto la mirada para ver que trae una bandeja con una manzana cortada en cubos, una taza y un envase de suero pediátrico de venta libre—. ¿Por fin cayó? —musita aliviada y yo asiento con la cabeza, a la vez que me deslindo del agarre del niño para salir de la cama.

Apenas habíamos abierto una botella de champaña cuando mamá llamó: Brandon estaba vomitando y lloraba por un intenso dolor de estómago. Nuestra noche de romance se convirtió rápidamente en inmensa preocupación y estrés desmedido, limpiando mierda y vómito en un maldito hospital.

—¿No deberíamos despertarlo para...?

—No.

—¿Ni siquiera suero? Tuvo demasiada diarrea...

—Le llenaron el cuerpo de suero por horas. Lo que necesita es descanso —le corto a Maggie cuando ya estoy frente a ella.

Pongo mi mano en su hombro y la dirijo hacia afuera, ella suspira todavía preocupada.

—Todavía no sé qué es lo que pudo hacerle daño.

Se culpa y no me sorprende, pero debe aprender que a veces la vida te da sorpresas que no son una consecuencia directa de tus acciones.

—Escuchaste al doctor. Dijo que pudo cogerlo al llevarse las manos a la boca sin lavarlas, es algo muy común en niños —la tranquilizo y le doy un beso en la frente, para después quitarle la bandeja y dejarla en la mesita del pasillo, donde usualmente solo hay basura—. Ahora vamos a descansar, aprovechemos que él duerme.

Nos acostamos pero aunque ella se duerme de inmediato, a mí me cuesta. Mi teléfono está por descargarse y lo conecto, para torturarme al ver los últimos tres mensajes que le envié a Krista, sin respuesta alguna. Después busco los de Eric y me percato de que ni siquiera los leyó, lo cual de manera instintiva activa una serie de alarmas paranoides en mi cabeza, pero quizás solo estoy demasiado cansado y ya no pienso bien. No puedo asumir que estaban juntos por una coincidencia. No es raro que Eric esté de fiesta y se olvide de su móvil, aunque sí la primera vez que Krista me ignora tan cruelmente. Suspiro exhausto y alcanzo a dejar el teléfono en el buró antes de perder el sentido.

Cuando regano consciencia, escucho el inequívoco sonido de Maggie en la cocina, así como su voz y la de Eric, ininteligibles al ser sofocadas por los muros. Me siento mal, desvelado y hambriento. Lo que Maggie esté cocinando huele delicioso y es lo único que me impulsa a levantarme e ir al baño. Me cepillo los dientes rápidamente mientras orino y después me enjuago la cara con agua fría. Me veo demacrado en el espejo, paliducho y con la barba desarreglada. Debería hacer algo al respecto pero en lugar de eso, salgo en busca de comida y una confrontación impulsada porque a decir verdad, quizás la mayoría del tiempo no aprecio el valor del apoyo moral que Eric aporta en las situaciones difíciles.

Algo me detiene, la vibración de mi teléfono sobre el buró. Lo desconecto al ver que ya está llena la batería y de inmediato abro el mensaje que me envió Krista después de un día entero de silencio, expectante aun cuando es detestable. Ávido cuando no puede ser otra cosa más que patético.

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora