3 - Ego

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~• Jack •~

Tiendo a pensar que no sabe lo que provoca. Que todo lo que hace, como eso de inclinarse sobre el escritorio de su compañera dándome la espalda y levantando su delicioso trasero en jeans ultra-entallados para mí, es una coincidencia. Nueve de la mañana, ejercicio libre. Estoy seguro de que Krista Wellick fue de esas niñas que danzan por toda el aula de clases antes de ser reportada por intensa. Todo en ella lo es. La manera en la que camina, como si el mundo le debiera algo, y la forma en la que habla, mirando a los ojos como si conociera los secretos del universo, haciéndote sentir como un imbécil ignorante. Y aun así, quiero pensar que se inclina así en un movimiento natural, no premeditado. De ser así, con alevosía, me sentiría en completa desventaja al saber que ella conoce el poder que tiene sobre mí

Pero la vida es como es. Krista Wellick fue esa niña que quiere todo para ella, porque siempre lo ha tenido a manos llenas; es la pequeña diosa en su pequeño mundo, consciente y soberbia. Es la niña que siempre lo tuvo todo, beneficiada por la genética y privilegiada por una vida fácil, aunque nada de eso constituye el atractivo real de su persona. Es su codicia, es su tenacidad, su libertad. He visto la lujuria expandir sus pupilas y devorar su cordura. He sentido el hambre inhóspita que habita entre tiernos muslos de alabastro, engullirme sin piedad. No hay nada más atrayente que el voraz apetito de una ninfa que a simple vista parecería ser la inocencia encarnada.

Y no hay nada más peligroso para un hombre que se sabe ruin.

No puedo mirarla mucho, pues me pondría en evidencia, y sin embargo lo hace difícil al colocarse así frente a mí, al moverse delicadamente de un lado a otro mientras charla con Mayte. Me dedico a calificar otros trabajos pero de vez en cuando observo su figura de la manera más disimulada que puedo, a pesar de que la mayoría de mis estudiantes están dedicados a sus respectivos trabajos. No obstante, ella sabe. Me atrapa mientras mi mirada vaga por las redondeadas curvas de su cuerpo, voltea como si sintiese mi lujuria y me mira sobre su hombro con media sonrisa llena de falsa ingenuidad. Es breve pero logra que mi corazón lata más aprisa y que sea yo quien retire los ojos para ponerlos sobre un mediocre examen en el que he estado rayando con bolígrafo rojo sin querer.

Me fascina, el estímulo que causa, la entretención que ha abierto una brecha en una existencia más bien aburrida, monótona con el paso de los años de absoluta tranquilidad. La escucho hablar con su compañera pero no sé de qué, y por un momento me da miedo pensar que pueda decirle a alguien lo que hemos estado haciendo pero me tranquilizo como la persona madura que soy. La miro disimuladamente una vez más, justo al sentir la conocida vibración que desde el bolsillo de mi pantalón recorre mi pierna. No es normal que Maggie me busque en horario de trabajo pero siendo que podría ser Eric, saco mi teléfono. Me sorprende, aunque no debería, ver que se trata de Krista.

No es un mensaje de texto, sino una fotografía que seguramente tomó por la mañana, pues viste la misma, simple camiseta blanca. Apenas veo parte de su terso abdomen, el bonito lunar que lo adorna y la estimulante insinuación de su teta izquierda, una nívea cumbre cuyo exquisito pezón está cubierto por la prenda de algodón con descuido premeditado. Veo su cuello terso, su brillante cabello oscuro. La deliciosa piel que brilla natural bajo un halo dorado de sol y los más apetitosos labios, rojos y llenos como cerezas en verano, listas para ser devoradas. Trago saliva, me sudan las manos. Evito mirarla aunque quiero y me concentro en la sugestiva fotografía, tan poco explícita que me molesta la forma en la que me ha excitado. Es porque sé que puedo hacerle lo que se me antoje, pero para eso tengo que esperar.

Aunque mi anatomía no sabe de tiempos.

"Me masturbé pensando en ti" dice el mensaje que envía a continuación y me remuevo incómodo en la silla, cruzando las piernas para ocultar mi problema aunque una vez más, nadie me mira. Ni siquiera ella.

DollyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora