Llegamos a casa. Bajo del auto casi corriendo y abro la puerta. Rody se escabulle entre mis piernas y se pierde en la oscuridad de la noche.
Luke viene detrás, a paso tranquilo como es costumbre. Le dejo la puerta abierta mientras voy hacia la cocina para poner el agua a hervir.
— Nunca entendí por qué mierda no te compras una jarra eléctrica – dice a mis espaldas. Me doy vuelta y lo enfrento sonriente
— Es más sublime calentar el agua en pava, tiene más glamour – le respondo y él rueda los ojos.
— Lo que tú digas, loca – me dice y le saco la lengua.
Hojeo lo que tengo disponible en el refrigerador y hago una mueca.
— ¿Pedimos algo? – pregunto
— Seguro – exclama él. Lo noto extraño
— ¿Te pasa algo?
Él me mira y hace un gesto con la boca y los hombros, como si todo estuviera bien.
— No, estoy tranqui – afirma. Enarco una ceja.
— ¿Tranqui? ¿Tú?
— Si Toti, a veces estoy tranquilo
— Sí claro – ironizo – Puedes decirme – animo
Él suspira.
— No es nada, no seas hincha huevos
— ¿Acaso no usaste protección y temes tener un hijo? – pregunto. Sus orbes azules se abren muy grandes.
— ¡No dios no! – grita indignado y me río
— ¿Entonces qué es?
— Nada – dice.
Opto por no presionarlo. Luke no maneja bien las presiones, de ningún tipo.
Cojo el teléfono y llamo a la pizzería más cercana. Encargo una hawaiana, que es la preferida de los dos, y un par de cervezas para él. Yo me decido por agua mineral.
La caldera hierve y apago la hornalla.
— ¿Quieres té? – pregunto
— No – responde hojeando su celular con el ceño fruncido. Algo le pasa.
— Hey, dime qué demonios te ocurre o te pego
Levanta su vista y rueda los ojos.
— Toti, no me pasa nada – dice con paciencia
— Estás…estás…raro – determino
Me mira.
— ¿Sigo siendo tu amor platónico? – pregunta y me atoro con el sorbo de té.
De todo lo que pensé que podía llegar a decirme, esto jamás hubiera entrado en mi lista.
— ¿Y esa pregunta? – cuestiono, con el rostro hirviendo. Él se ríe a costa de mi vergüenza
— Hace tiempo que no hablamos de ello. Sólo tengo curiosidad – dice.
Hago una mueca con la boca mientras sorbo un poco de té.
— Siempre serás mi amor platónico, Lolo – le digo y él sonríe
— Y tú el mío – responde y me río.
— ¿Contento?
— Sí – dice
Lo del amor platónico es una larga historia.
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Mi mejor amigo (Completa)
ChickLit¿Es realmente posible la amistad entre el hombre y la mujer?