Capítulo 5: Amor platónico

974 49 13
                                    

Llegamos a casa. Bajo del auto casi corriendo y abro la puerta. Rody se escabulle entre mis piernas y se pierde en la oscuridad de la noche.

Luke viene detrás, a paso tranquilo como es costumbre. Le dejo la puerta abierta mientras voy hacia la cocina para poner el agua a hervir.

—   Nunca entendí por qué mierda no te compras una jarra eléctrica – dice a mis espaldas. Me doy vuelta y lo enfrento sonriente

—   Es más sublime calentar el agua en pava, tiene más glamour – le respondo y él rueda los ojos.

—   Lo que tú digas, loca – me dice y le saco la lengua.

Hojeo lo que tengo disponible en el refrigerador y hago una mueca.

—   ¿Pedimos algo? – pregunto

—   Seguro – exclama él. Lo noto extraño

—   ¿Te pasa algo?

Él me mira y hace un gesto con la boca y los hombros, como si todo estuviera bien.

—   No, estoy tranqui – afirma. Enarco una ceja.

—   ¿Tranqui? ¿Tú?

—   Si Toti, a veces estoy tranquilo

—   Sí claro – ironizo – Puedes decirme – animo

Él suspira.

—   No es nada, no seas hincha huevos

—   ¿Acaso no usaste protección y temes tener un hijo? – pregunto. Sus orbes azules se abren muy grandes.

—   ¡No dios no! – grita indignado y me río

—   ¿Entonces qué es?

—   Nada – dice.

Opto por no presionarlo. Luke no maneja bien las presiones, de ningún tipo.

Cojo el teléfono y llamo a la pizzería más cercana. Encargo una hawaiana, que es la preferida de los dos, y un par de cervezas para él. Yo me decido por agua mineral.

La caldera hierve y apago la hornalla.

—   ¿Quieres té? – pregunto

—   No – responde hojeando su celular con el ceño fruncido. Algo le pasa.

—   Hey, dime qué demonios te ocurre o te pego

Levanta su vista y rueda los ojos.

—   Toti, no me pasa nada – dice con paciencia

—   Estás…estás…raro – determino

Me mira.

—   ¿Sigo siendo tu amor platónico? – pregunta y me atoro con el sorbo de té.

De todo lo que pensé que podía llegar a decirme, esto jamás hubiera entrado en mi lista.

—   ¿Y esa pregunta? – cuestiono, con el rostro hirviendo. Él se ríe a costa de mi vergüenza

—   Hace tiempo que no hablamos de ello. Sólo tengo curiosidad – dice.

Hago una mueca con la boca mientras sorbo un poco de té.

—   Siempre serás mi amor platónico, Lolo – le digo y él sonríe

—   Y tú el mío – responde y me río.

—   ¿Contento?

—   Sí – dice

Lo del amor platónico es una larga historia.

Mi mejor amigo (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora