Me despierto perezosamente. Poco después de abrir los ojos me doy cuenta de que la habitación en la que me encuentro no es la de Maya.
Siento el peso de un brazo en mi cintura, al principio mi cuerpo entra en pánico, pero poco después se percata de que se trata de Alex. Está plácidamente dormido por lo que decido salir sin hacer ruido.
Entro en la habitación de Maya haciendo el mínimo ruido posible y para mi suerte siguen todas dormidas, solo espero que no se hayan percatado de mi ausencia, quiero evitar preguntas incomodas.
Cierro los ojos e intento volver a dormirme.
El impacto de una almohada contra mi cara me saca del maravilloso sueño que estaba tenido, devolviéndome a la realidad.
-DESPIERTA DORMILONA – me grita Maya, estoy empezando a plantearme por qué somos amigas.
Cojo el móvil para mirar la hora. Las doce, apenas he conseguido dormir tres horas desde que me fui de la habitación de Alex.
-Vamos deja de hacerte la remolona y vístete, te esperamos en la piscina.
Me pongo el bañador y una camiseta ancha que encuentro en el armario de Maya.
Bajo lentamente a la cocina, todavía sigo medio dormida. Preparo sin muchas ganas algo de comer, porque si no como algo mis tripas van a terminar despertando a todo el vecindario.
-¿Por qué da la casualidad de que siempre que me despierto ya te has ido?
La voz de Alex hace que pegue un pequeño salto. Cuando me giro le veo apoyado en el marco de la puerta, lleva unos pantalones grises de chándal y tiene su marcado abdomen al descubierto.
-¿No me vas a contestar?
-Porque no podían saber que he pasado la noche contigo.
-¿Te avergüenzas de mí? Mofletes – se acerca lentamente a mí.
-No es eso – mi respiración se acelera.
-¿Algún día me despertaré y seguirás todavía entre mis brazos?
-Puede ser... quizás cuando sea tu esposa – no sé porque había dicho eso.
El me dedica una pícara sonrisa.
-Algún día.
-¿A qué te refieres? – me hago la loca.
-A que algún día serás mi esposa
Sus palabras hacen que me sonroje. Ahora su cara se encuentra a pocos centímetros de la mía y siento un horrible deseo por besarle, pero sé que si lo hago me arrepentiré al instante.
Se separa de mí y va hacia la nevera.
-Por cierto, bonita camiseta.
-Es de Maya.
-En realidad es mía.
-Perdona, no lo sabía – hago un amago de quitármela.
-Te la puedes quedar, te queda mucho mejor que a mí.
-Gracias – le doy un beso en la mejilla.
-Pero quiero algo a cambio.
-Contigo siempre hay un pero ¿Qué es lo que quieres?
-Que cumplas tu promesa y me enseñes a hacer windsurf.
-Esta tarde a las cinco, espero que no llegues tarde – le guiño el ojo y voy a reunirme con las demás.
Las chicas se encuentran tiradas en las tumbonas. Hace demasiado calor así que opto por quitarme la camiseta y tirarme al agua. Está fría y es que no era solo el calor de la mañana lo que había provocado que subiera mi temperatura.

ESTÁS LEYENDO
Fugaces ✔️
Любовные романыPaula lo tenía todo planeado para pasar el verano de su vida con sus amigos, cuando sus padres la dan la noticia de que lo pasará en casa de sus abuelos en California. Lo que al principio parece un castigo, se acaba convirtiendo en el mejor verano d...