CAPÍTULO 3

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Cuando terminamos de cenar yo recojo la mesa en silencio y Louis friega los platos tarareando una de sus canciones en bajo, tan bajo que casi no puedo oírle. Miro a Meggie, que sigue sentada mirando las patatas que le quedan en el plato con asco, resopla y tira el tenedor a un lado del plato. Me acerco a ella y me agacho a su lado poniéndome de cuclillas.

-Venga Meggie- Le digo sonriendo-. Solo dos tenedores más y habrás terminado.

Ella levanta la cabeza torciendo los labios y me mira con sus oscuros ojos marrones, resopla y coge el tenedor con la izquierda . Sonrío levantándome mientras acaricio su pelo rubio, corto, a lo paje y muy suave. Recojo su plato cuando termina y lo llevo a la pila para que Louis también lo friegue. Mis padres ya se han ido al salón, a ver la tele seguramente, y a hablar de política.

Cojo a Meggie en brazos y subo las escaleras despacio, mirando hacia abajo para no tropezarme en ningún escalón.

-Dani... ¿Cuándo podré ir al cole...? Como tú- Susurra en mi oído.

Ladeo la cabeza entrando en su habitación, es más grande que la mía, de paredes rosas, una cama bastante grande para una niña tan pequeña, los juguetes tirados por todos lados y la ropa fuera de los cajones.

-Cuando cumplas la edad suficiente-.Respondo dejándola en la cama, ya lleva puesto su pijama de ositos de peluche.

-¿Y qué edad es esa?

-Ocho años, cuando los cumplas irás al colegio y aprenderás muchas cosas-. -Digo metiendo un mechón de su fino pelo rubio tras su oreja-

Ella sonríe emocionada por la idea de ir al colegio y besa mi mejilla arropándose al mismo tiempo con el edredón blanco. Acaricio su mejilla lentamente y salgo de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Cierro los puños y camino por el pasillo mirando al suelo hasta dar con la puerta de mi habitación, abro y miro el libro que había dejado en la cama antes de bajar a cenar.

Cuando estoy metida en la cama me quito las gafas y las dejo en la mesita alargando un poco el brazo, me pellizco el puente de la nariz y miro el techo blanco decorado con estrellitas que brillan en la oscuridad, las había pegado cuando era pequeña (bueno, yo no, mi padre más bien). Cierro los ojos y respiro hondo echando el aire por la boca, estoy cansada y me duele la cabeza asique no tardo mucho en sumirme en un profundo sueño.

Sueño con el mundo, el mundo en el que vivimos ahora, un mundo dividido en tres continentes en vez de en siete como hace sesenta y tres años atrás. Solo quedamos América de sur, el Ártico (Junto a la Antártida)y África, los demás... fueron exterminados y destruidos a lo largo de la Tercera Guerra Mundial por culpa del odio, la corrupción y el egoísmo. Ahora estamos todos conectados, los tres trozos de tierra enormes que quedan en pie sobre el insondable y gélido océano intercambiamos mercancías, comida, productos... El presidente que subió al mando para ocuparse del nuevo mundo se encargó de que no volviéramos a pasar por nada semejante, que todos tuviéramos lo mismo, la misma clase social, los mismos derechos, los mismos recursos... Es razonable, pero me huele a podrido, tanta paz, tanto amor y fraternidad... Algo no encaja, nada va bien jamás, como dice mi padre:"por mucho que pintes un cuadro negro de rosa siempre quedará ese color oscuro y tenebroso..."

Nací hace 17 años en la ciudad de Washington D.C. que fue la primera ciudad de los Estados Unidos que empezó a reformarse y a ser habitada por los supervivientes europeos (Mis abuelos antes de morir, y mis padres se quedaron), ahora las cosas están muy avanzadas mientras intentan recuperar algunas ciudad más de Norteamérica.

Los niños empiezan a estudiar ahora a los ocho años, y las carreras universitarias están al alcance de cualquier persona, la gente puede dedicarse a cinco cosas: el comercio de cualquier producto, profesores de las nuevas generaciones, los profesionales que trabajan a bajo las normas del presidente Arnold y los últimos... los soldados encargados de proteger al Nuevo Mundo de las peligrosas amenazas, y de luchar contra aquellos que intenten romper el equilibrio de los tres continentes. Por último están los tenderos, kiosqueros... que son los más..."pobres".
Mi madre se dedica a cuidar de nosotros, y a llevar la casa. Y mi padre es informático, trabajando para el Nuevo Mundo, vigilando todas las fronteras y redes informáticas existentes.

Escape al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora