CAPÍTULO 9

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Caminamos en silencio sobre el césped de los alrededores de la casa, las flores nos rodean llenando de dulces aromas la atmósfera, me quito las gafas y me las cuelgo en el cuello de la sudadera. Él carraspea y se rasca la nuca.

-¿Te encuentras bien?

Le miro alzando una ceja, ¿En serio ahora es amable y atento conmigo? Enseguida me alejo un par de centímetros de su cuerpo y sacudo la cabeza para que el pelo me cubra la cara y no pueda ver mis mejillas rojas.

-Bueno...no contestes, voy a explicártelo todo, tu madre está bien ahora mismo, está a salvo con Meggie, escaparon hace seis horas y ahora van rumbo a New York, las he localizado por el móvil de Molly, mientras su señal no se pierda significará que están a salvo y no las han cogido.

Le escucho atentamente y noto una corriente eléctrica recorrerme todo el cuerpo, un escalofrío sube por mi espalda y no puedo reprimir una sonrisa enorme, mi madre y mi hermana están bien, están juntas. Entonces frunzo el ceño y le miro.

-¿Y mi hermano, Louis?

Baja la mirada tragando saliva y antes de contestar respira hondo un par de veces.

-Daniela, el presidente del Nuevo Mundo nos manipula a todos, o a la mayoría, tus padres se opusieron a su régimen, él quería que tu hermano fuera al ejército a formarse como soldado, pero Molly se negó y tu padre la apoyó aún sabiendo el peligro que supone revelarse contra el Presidente y su armada. Ayer por la tarde llamaron a tu madre, la amenazaron con ir a buscar a Louis si ella seguía negándose al régimen del Presidente, tu padre trató de luchar contra el hombre que asaltó vuestra casa anoche en busca de tu hermano, pero murió en el intento...

Me detengo en el césped tratando de asimilar toda la información que procesa mi cerebro.

-Pero... ¿Entonces qué tengo que ver yo? ¿Por qué no huí con mi madre y Meggie? ¿Por qué te pidió mi madre que me pusieras a salvo precisamente a mí?- Las palabras salen atropelladas de mi boca, deseosa de saber más.

-Había más hombres en tu casa, ellos se llevaron a tu hermano a rastras, tardé en intervenir, no quería correr el riesgo de que te mataran a ti también, o a Molly o Meggie si entraba antes de tiempo. Y sobre tus preguntas... Daniela hay algo muy importante que debes saber, cuando cumplieras los dieciocho años el Presidente iba a ordenar que le sirvieses en su propia casa para poder tenerte vigilada, representas una amenaza inmensa para él, al igual que yo y los demás de la casa.- Habla de manera pausada y tranquila parado a mi lado, sus manos rozan las mías de vez en cuando.

-¿Por qué? Una persona como yo no podría representar una amenaza para Arnold, o una niña como Eli.

Me cruzo de brazos y miro a nuestro alrededor, el sol está en lo alto del cielo, proyectando su luz por toda la finca. Nos rodean exóticas y variadas clases de árboles, cada cual más alto que el interior, buscando tocar con su rama más alta los rasgos azules del cielo.

-Nosotros si, nosotros sabemos lo que Arnold se propone, y somos los únicos que pueden derrotarle...

Niego con la cabeza sin comprender como una persona tan insignificante como yo puede ser un peligro para el Presidente del Nuevo Mundo, es remotamente imposible. Cambio el peso de una pierna a la otra cansada de estar de pie y abro la boca para decir algo pero me callo, no quiero estar más confusa por el momento.

-Daniela, nosotros tenemos dones con los que podemos derrotarle, a él y a todos sus soldados, a todas las personas que nos oprimen día a día.

Levanto la cabeza sin entender nada de nada, incluso menos que lo anterior. ¿Dones? ¿Qué?

Alexander levanta la palma de su mano y a poco centímetros de mi cara aparece una diminuta bola de fuego que arde y suelta chispas, la bolita cae al suelo consumida y queda solamente una esfera negra que mancha la hierba en cuanto la toca.

Escape al vacíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora