Continuación... Un almuerzo de lujo

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La noche en el jacuzzi había sido fantástica, el placer nunca faltó como en todas las ocasiones con Sergio. Habían disfrutado de cada posición posible, hasta que la cama fue el lugar en el que terminaron para un último placer y caer dormidos. Se habían levantado tarde, pidieron servicio a la habitación y él se había dio luego con la promesa de buscarla más tarde para seguir la diversión que habían tenido hasta ese momento. Ella estaba recostada en el balcón de su habitación pensando en bajar a la piscina, algo triste ya que el tiempo de sus vacaciones llegaba a su fin.

Con un suspiro se levantó de la silla, se colocó su traje de baño más sensual y su favorito para levantarse el ánimo, bajó las escaleras del hotel solo para disfrutar de la vista. Dejó su toalla en una de las sillas con sombra y disfrutó del agua. A Mila siempre le había encantado nadar, desde niña había sido como otra parte de su personalidad, no importaba el lugar al que fueran, si había un lugar para nadar de seguro ella estaría allí. Luego de un rato y cuando ya estaba bastante arrugada decidió salir y pedir una bebida, fue en ese momento que los vio.

En otra zona de la piscina estaba un hombre que destilaba sensualidad y dinero por los poros, en su brazo iba una mujer que no se opacaba en lo más mínimo, era el epítome de la belleza, su pelo, su rostro, su cuerpo, toda ella era perfecta. Además, también estaba el hecho de que por sus acciones se notaba que era una mujer acostumbrada a mandar, por lo tanto o poseía un cargo bastante alto en alguna compañía o había nacido con dinero. Todos los ojos del lugar estaban sobre ellos, incluso ella no podía evitarlo.

-Señorita, su bebida- dijo el mesero a su lado con una sonrisa amable.

-Gracias- dijo ella correspondiendo la sonrisa -disculpe, le parecerá extraño pero ¿quiénes son el hombre y la mujer de allá?

Claro que ella señalaba sutilmente al centro de atención, las personas que tenía minutos mirando.

-Oh, descuide- contestó él riendo entre dientes -esos son los señores Mckarrigan, son esposos y son los dueños de esta cadena de hoteles.

Ella asintió solo para verlos de nuevo mientras el mesero se iba. Era obvio que aquel par eran dueños del hotel en el que se estaba quedando, y si no hubiera sido así, lo serían de cualquier otro hotel o empresa, ambos lucían poderosos. Disfrutando de su bebida se dedicó a mirar a la pareja hasta que decidió meterse al agua una vez más. Mila se estiró para dirigirse al borde de la piscina, sintió dos pares de ojos observándola y ella supo de quienes se trataban. Se lanzó al agua y cuando sus ojos subieron ambos la miraba atentamente, en un intercambio rápido la mujer bajó las escaleras del lugar en el que estaba con su esposo y se metió en la piscina yendo directamente a ella.

-Un placer- dijo la mujer con una sonrisa, directa como lo sería cualquier director -nunca te había visto antes en este hotel.

-Es la primera vez que vengo- admitió ella con una sonrisa -es la primera vez que tengo vacaciones la verdad.

-¿No te daban vacaciones?- Preguntó la mujer horrorizada.

-Yo nunca las aceptaba, prefería el gran bono que me daban a cambio- explicó ella riendo -pero recursos humanos no estaba de acuerdo este año.

-Entonces supongo que debes ser excelente en tu trabajo- dijo la mujer mirándola atentamente.

-Intento serlo.

-Y nada presumida además- concluyó la mujer con una sonrisa -¿y tu nombre?

-Mila- ofreció ella.

-Yo soy Isadora- agregó la mujer con una sonrisa sin dejar de verla.

-Un placer- dijo ella usando las mismas palabras con una sonrisa traviesa.

Pasajes lujuriososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora