Eres mi primo

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Los padres podían ser una pesadilla a veces, o al menos eso era lo que pensaba Andrea. Ella era una mujer normal de dieciocho años de edad que tenía la mala suerte de tener una familia sobreprotectora. No es que no agradeciera tener la familia que tenía, todo lo contrario, adoraba a su familia, pero muchas veces deseaba al mismo tiempo ser una persona común. Y con común se refería a poder salir con sus amigos, utilizar su computadora y teléfono sin que sus padres estuvieran todo el tiempo encima de ella, e incluso experimentar con personas solo por el hecho de conocer su cuerpo y su sexualidad. Era la única mujer que conocía que a su edad aún era virgen en todo sentido, jamás en su vida había besado a nadie y eso la hacía una extraña y lo odiaba.

Los hombres siempre la veían con deseo, ella sabía reconocerlo ya era grande para saber ese tipo de cosas pero jamás se atrevían a acercarse, las personas a su alrededor parecían conocer la clase de educación estricta que ella recibía por lo que incluso se le hacía difícil hacer amigos. Desde que era una niña solo había podido ser amiga de Jenny, su mejor amiga desde siempre y de su primo Ronni que vivía a su lado y que por desgracia estaba sometido a las mismas estrictas normas bajo las que ella vivía. Era imposible que ella pudiera hacer lo que deseaba y por eso sería la virgen más vieja del mundo, estaba tan desesperada por irse a la universidad que no cabía en sí.

Esa tarde su padre había llegado más temprano del trabajo y ella había estado sentada en la sala haciendo sus tareas, otra de las normas de sus padres era que ella no podía usar la computadora en su habitación, incluso aunque el internet y todo lo que existía en la casa tenía control parental ellos aún no confiaban en que ella sería lo suficientemente inteligente como para no grabarse o salir desnuda en una video llamada o algo parecido. Ellos se acercaron entonces al lugar para saludarla pero de inmediato comenzaron a revisar todas las cosas que ella hacía, le pidieron su celular para revisar las conversaciones de sus redes sociales hasta que en el límite de su paciencia ella se levantó diciendo que iría a visitar a su primo.

Cruzó la calle que dividía las casas rápidamente y entró en la casa anunciándose. Sus tíos la saludaron con alegría, ella subió de inmediato a ver a su primo, este estaba en su habitación fingiendo que hacía tareas, estaba segura. Ella entró sin tocar para encontrarse a su primo tirado en la cama viendo su teléfono, él se levantó al verla y la saludó con una sonrisa.

-¿Y tú qué haces aquí?- Dijo él riendo.

-Lo de siempre, huyendo de mis padres acosadores- contestó ella tirándose en la cama también.

-¿Ya estás asfixiada?- Inquirió él sonriendo -apenas son las dos de la tarde, te espera una buena tortura todavía.

-Y... por eso es que estoy aquí- contestó ella riendo -a veces desearía que nuestros padres no fueran tan intensos.

-Yo también- concordó él viendo su teléfono.

-Pero al menos tú puedes usar tu computadora aquí arriba- comentó ella acercándose al aparato en el escritorio y al abrirlo encontrar tres páginas porno abiertas en el lugar. Ella estaba riendo pero sin dejar de ver nada -y por lo que veo tampoco tienes restricciones en el internet.

-¡Oh mierda!- Exclamó Ronni al ver a la pantalla para salir corriendo y cerrar el aparato mientras ella reía -eso no es algo que sepan mis padres.

-Me imagino- comunicó ella con una sonrisa -al menos sé que aquí puedo descargar el porno que quiera.

-¿Hablas en serio?- Preguntó él como escuchándola por primera vez.

-Claro, no parezcas tan sorprendido- dijo ella torciendo los ojos -no es como si tú no te masturbaras.

-Claro que lo hago, pero no es algo que las mujeres suelan admitir- dijo él todavía viéndola asombrado -y mucho menos a su primo.

-Sí bueno, yo no tengo a nadie con quien compartirlo- dijo ella tumbándose de nuevo en la cama y viendo como Ronni la seguía -y Jenny ya sabe todo sobre mí, así que...

Pasajes lujuriososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora