Un buen viaje

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Era temprano, la alarma estaba sonando en la mesita de noche de su habitación avisándole que era hora de levantarse para comenzar a vestirse e ir a trabajo. Pilar se levantó de la cama quejándose como siempre, no entendía como era necesario levantarse tan temprano solo para ir a hacer un papeleo de oficina que no era urgente, seguro que para las nueve de la mañana comprendería de nuevo lo necesario de su trabajo pero en ese momento no se le ocurría nunca buena razón para abrir los ojos y cepillarse. Además, ella tenía la mala suerte de levantarse caliente cada mañana sin falta, por lo que siempre resultaba extraña la ducha.

Ella se acercó al baño y viéndose al espejo toda despeinada comenzó a cepillarse los dientes. Su mente todavía dormida se distrajo evocando imágenes sexuales que hicieron a su cuerpo reaccionar de inmediato, sus pezones se alzaron debajo de su camisa suave. Limpiándose la boca, ella se desnudó y en lugar de ducharse, se sentó en el tope del lavamanos, abriendo las piernas usó sus dedos para jugar con su humedad suavemente, gimiendo. Su cabeza hacia atrás, mientras sus dedos se hundían en su cuerpo, los sonidos llenaban el espacio, ella disfrutaba al mismo tiempo que jugaba con su clítoris. Su mente se llenaba de imágenes, hombres sensuales, mujeres dulces y desnudas, hasta que frotó su clítoris con furia y el orgasmo llegó a su cuerpo como una explosión. Tembló, se retorció, gimió con fuerza mientras su vagina palpitaba.

Ella quedó sin aliento unos segundos antes de recuperarse y con una sonrisa dirigirse a la ducha. Se vistió luego de salir de baño, por lo que luego de un desayuno ligero salió por fin de su departamento. Caminó unas calles hasta la entrada al metro, esperó hasta que llegara el tren que la llevaría a su trabajo hasta que la mirada intensa de alguien la hizo detenerse. Allí en una de las esquinas del vagón estaba uno de sus compañeros de trabajo, el hombre era nuevo por lo que no recordaba su nombre pero reconocía su rostro. Él la miraba fijamente, de alguna forma ella sabía que recorría su cuerpo con deseo y sin quererlo su cuerpo reaccionó. Apretando sus piernas ella desvió su mirada e intentó ignorarlo.

Minutos pasaron así y ella no volvió a mirar en esa dirección hasta que sintió una mano apretando su cadera sorprendiéndola. Volteándose se encontró de frente con el rostro que ya conocía, él sonreía mientras la tocaba. Sin alejarse de ella, recostó su cuerpo en la pared a su espalda y dirigió su mano hasta su espalda baja, sin dejar de sonreír la besó con suavidad y luego la miró a los ojos unos segundos.

-Si quieres que me detenga solo tienes que pedirlo- dijo él a su oído.

Pero ella no dijo una sola palabra, la verdad era que la respuesta de su cuerpo era demasiado buena para negarse a nada de que él quisiera hacer con ella. Con una sonrisa aceptó tácitamente cualquier movimiento y fue en ese momento en que él acercó sus labios a los de ella por fin. Se besaron dulcemente porque todavía recordaban que estaban en un lugar público y aunque era bastante temprano todavía había gente que los miraba en el vagón. Claro que eso sin contar con las manos atrevidas del hombre que buscaban sus nalgas a cada segundo que podía, eso junto a la situación hacía que ella se mojara con tanta intensidad que tenía que morderse los labios para evitar gemir.

-La siguiente es nuestra parada- anunció él haciendo que ella abriera los ojos que no sabía que había cerrado -tenemos que bajarnos aquí si no queremos que nos arresten por conducta indecente en público.

Ella asintió riendo, sabía que él tenía razón. Se acercaron a las puertas juntos, él sostenía su mano guiándola en el camino. Pilar pensaba que se dirigían a la salida del lugar pero en lugar de eso caminaron por pasadizos que ella no conocía hasta que en un rincón bastante oscuro cerca de una casilla vacía él la enfrentó, la besó salvajemente como sabía que había estado deseando, ella le correspondió deseosa, escuchando como la correa de su pantalón se soltaba y se abría. Él la soltó entonces y mirándola con deseo ella supo lo que deseaba.

Sus rodillas tocaron el piso, el miembro erecto estaba allí todavía medianamente cubierto. Sin perder el tiempo ella bajó el bóxer y soltándose el pene saltó frente a sus ojos, gotas de excitación escapaban de la punta haciendo agua su boca. Sin detenerse ella lo lamió lentamente haciendo que él gimiera, chupó con lentitud la punta, probando su sabor hasta que en un movimiento inesperado lo llevó completamente hasta el fondo de su garganta chupando con fuerza. Él gimió con fuerza sin moverse, solo estaba allí dejándola tener el control. Con necesidad ella desabrochó sus pantalones y así hundió con fuerza sus dedos en su vagina húmeda, estaba tan excitada que no hacía falta mucho para que se corriera. Sin dejar de chupar comenzó el movimiento de su mano, y fue en ese momento en que él sujetándola del pelo inició el movimiento de sus caderas.

-Sí, justo así- rugió el agarrándola más fuerte -chúpame con fuerza, puedo oler tu excitación hasta aquí.

Las embestidas se volvieron salvajes en ese segundo, sin soltarla él se hundía en su boca con fuerza mientras ella hacía lo posible por chupar y respirar al borde del orgasmo. Unos segundos después supo que él se correría, con un gemido su cuerpo se tensó, su miembro palpitó soltando su semilla caliente en su boca y eso fue suficiente, moviendo su mano sobre su clítoris con fuerza ella se corrió. Su vagina palpitó con los espasmos de placer mientras ella gemía. Ambos quedaron sin aliento en segundos y de no ser porque él aún la sostenía ella habría caído al piso sin fuerza, se levantó para que ambos se arreglaran sus ropas lo mejor que podían. Él sujetó su mano en ese momento y chupó los dedos que ella había usado en su cuerpo haciéndola gemir.

-La próxima vez tengo que probarte- afirmó él -será todo para ti.

-Te tomo la palabra- acordó ella sin aliento.

Ellos terminaron de vestirse para alejarse de los pasillos vacíos y unos segundos momentos después estuvieron caminando por las calles que los llevarían al edificio de oficinas en el que ellos trabajaban. Al llegar cada uno se dirigió al piso que le correspondía pero no sin que las miradas que se lanzaban dejaran claro que estaban ansiosos por tenerse desnudos pronto. Ella entró en su oficina excitada de nuevo y con una sonrisa en el rostro. 

Pasajes lujuriososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora