Continuación... Petición

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-Lo siento mucho- musitó Carol con los ojos abiertos de par en par, pero sin dejar de verlo.

Tony intento cubrirse lo mejor que pudo aunque no era demasiado. Ella cerró la puerta con velocidad cuando notó que todavía estaba entreabierta y ambos se miraron en un silencio que decía demasiado. Él no sabía que decir o que hacer, que ella lo hubiera encontrado de ese modo era lo suficientemente vergonzoso. Él intentó colocarse la ropa en su lugar.

-No...- interrumpió ella acercándose con las mejillas encendidas -no quiero hacerte sentir incómodo. Eso es lo último que me gustaría después de haber entrado sin permiso.

-¿Por qué subiste?- intentó él colocándose la sábana encima.

-Fue extraño para todos que te fueras como lo hiciste- intento Carol -así que pensé que te sentías mal, pero no querías molestar ahora que Micaela está embarazada. Te traje un té y una aspirina.

Fue entonces que él notó la bandeja en sus manos y se sintió más avergonzado todavía. Ella estaba siendo dulce y considerada con él mientras Tony la espiaba en la ducha. La incomodidad se instaló con fuerza en su estómago, Carol esperaba a el dijera algo por lo que simplemente asistió.

-Si no te molesta darte vuelta podría vestirme y...- intentó él de nuevo.

-Esta es tu habitación, puedes hacer lo que desees, incluso estar desnudo- comentó ella con una sonrisa -déjame dejarte esto y me iré.

Carol caminó hasta la mesita de noche en la habitación para dejar la bandeja y darse la vuelta rápidamente. Él creyó que ella se iría más rápido de lo que había llegado, pero se detuvo en la puerta como si dudara.

-¿Sucede algo?- intentó Tony -lamento que me vieras de ese modo y si te sientes incómoda puedes hablarlo conmigo...

-No se trata de eso- negó ella dándose la vuelta una vez más.

-¿Y qué pasa?- los nervios comenzaron a atacarlo.

-Estabas masturbándote- afirmó ella con algo de conmoción.

Él sintió como sus mejillas se calentaron con el rubor de la vergüenza.

-Sí, lo hacía- admitió, ella lo había visto en el peor momento. Era tonto negarlo.

-Yo pensé...- intentó Carol -siempre escuché que era malo, que sería un pecado hacerlo, que era asqueroso. Pero cuando te vi, tu rostro era de placer.

-Nuestros padres quieren alejarnos del sexo- afirmó él -es por eso que están dispuestos a decir lo que sea para que nos mantengamos de ese modo.

-¿Entonces no es algo malo?

Carol se sentó a su lado con cuidado, mirándolo atentamente. La desnudez de su cuerpo se hizo evidente y él se tenso aunque parecía que ella no lo notaba, así que solo se quedó allí intentando prestarle atención.

-No, no tiene nada de malo- negó él.

Las mejillas femeninas se llenaron de un rubor sensual que amenazó con levantar la sábana en su ingle.

-Yo...- musitó Carol -¿podría verte?

-¿Verme?

-Sí- asintió ella -haciendo lo que hacías hace un segundo.

-¿Quieres verme masturbándome?- casi gritó él -¿por qué?

-Porque quiero saber que no es algo malo- explicó Carol todavía roja y lanzando una mirada a su regazo -y porque me gustó.

En ese segundo fue imposible ocultarlo, su miembro se alzó debajo de la sábana creando un efecto llamativo. Ella lo miró directamente y sin vergüenza, tuvo un pequeño instinto de cubrirse que murió cuando notó la excitación en los ojos de Carol. Ni en sus mejores fantasías hubiera imagino que vería aquello directamente, pero estaba sucediendo y no iba a dejarlo pasar.

-¿Lo harás?- insistió ella con excitación en los ojos.

-Primero hay que pasarle seguro a la puerta- comentó él con el corazón acelerado.

Estaba nervioso. Observó como Carol se levantó para hacer lo que él decía y luego regresaba al mismo lugar a su lado en la cama. Ella lo miró ansiosa durante unos segundos esperando a ver si se movía o cual sería el siguiente paso. Tony supo que ella no se iría de allí sin verlo, por lo que tomó una respiración profunda y se quitó la sábana. Su erección era completa y se hizo incluso mayor al tener los ojos de sus fantasías mirándolo.

Él intentó ponerse lo más cómodo posible, se quitó la camisa y se recostó en la cama mirando hacia Carol. Ella lo observaba atentamente incluso aunque sus ojos quedaban prendados de su miembro que se alegraba de que estuviera mirándolo, se movió lentamente hasta que su cuerpo la tocó y fue como si por fin reaccionara. Ella se movió con cuidado e intentó levantarse aunque dudó al hacerlo.

-No sé si prefieres que me mueva- comentó ella -no quiero molestar en un momento como este y menos si estás haciéndolo por mí.

-Tienes que entender algo Carol- afirmó él con la mayor sinceridad de la que fue posible -que estés cerca me excita como nada, eso no es algo que me moleste, solo ayuda. Y no lo hago solo por ti, soy yo quien recibe todo el placer. Esto es casi una fantasía.

-No, no solo tu- negó ella con una sonrisa y sonrojada de nuevo.

Unos segundos más tarde él no dejaba de verla, tomó su miembro en la mano con fuerza para comenzar a moverla con lentitud, Carol no dejaba de verlo y observó como ella se removía en su sitio mostrándole que estaba más excitada de lo que pretendía. Ella le sonrió con dulzura mientras un deseo cálido se mostraba en sus ojos y fue como si le diera el permiso que necesitaba para disfrutar completamente de la situación.

Él gimió con fuerza al mismo tiempo que se tocaba con más rapidez, con más fuerza. Su espalda se tensó y sus músculos se estiraron, no faltaría mucho para que se corriera como nunca antes, todo porque Carol estaba viéndolo con un deseo inconfundible. Tony gimió de nuevo dejando que sus ojos conectaran con los femeninos, fue como si un rayo de excitación los recorriera a ambos. Ella gimió sin poder evitarlo y eso casi lo llevó al borde. Estaba tan cerca.

-Dijiste que tenerme aquí ayudaba- comentó ella levantándose de pronto -así que supongo que darte un poco de lo que me estás ofreciendo sería algo justo.

Con esas palabras Carol bajó su ropa interior dejándolo congelado un segundo, su mano se movía por cuenta propia y aunque quería decirle que no tenía que darle nada a cambio, su boca no se abría. Solo podía verla y disfrutar. Ella se sentó en la cama de nuevo, pero se colocó frente a él, tocando sus piernas. Fue en ese segundo que ella se abrió, sus delicadas piernas se abrieron mostrándole la humedad rosada que ocultaban, era tan bella y lucía tan inocente. Sus mejillas rojas, sus ojos llenos de fuego, la respiración acelerada junto a sus delicadas manos posadas en las rodillas flexionadas, rodeando las gotas de humedad que lo llamaban con insistencia.

Carol le mostró todo, y verla de ese modo fue tu ruina. Su olor fuerte y almizclado recorrió la habitación volviéndolo loco hasta que explotó en un gruñido doloroso. Su miembro palpitó mientras se corría como nunca, la fuerza del orgasmo lo impresionó. Los hilos de semen cayeron en todos lados llenando su abdomen, mano y muslos. Se quedó allí sin aliento hasta que abrió los ojos para encontrarse con la mirada lujuriosa de Carol que casi lo hizo tener una erección de nuevo. Nunca antes se había sentido así, pero nunca antes había tenido una experiencia con una mujer que no estuviera en su mente.

-Carol, ¿Tony está bien?- la voz de Micaela desde la escalera los sacó de la burbuja en la que estaban.

Ella se levantó a toda velocidad sin dejar de verlo. Se colocó su ropa interior una vez más y caminó a la puerta.

-¿Puedo volver esta noche?- preguntó Carol con vergüenza y deseo en la voz.

-Por supuesto- aceptó él de inmediato.

Ella asintió antes de abrir la puerta y salir dejándolo solo. Al parecer esa noche sería mucho más interesante que su tarde y no podía esperar para que sucediera.

Pasajes lujuriososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora