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Ciudad de Westminster

Londres- Inglaterra

-Variedad de bebidas y solo eliges agua.

-¿Perdón?-Sintió una llamativa voz cerca de su oído y un aire algo cálido que abarcaba la poca distancia entre esa voz y su rostro.

-¿No te apetece un coñac o un Whisky?

-Disculpe, no es asunto suyo lo que quiero beber o es ¿que acaso es un mesero?- le habló sin siquiera voltear su rostro para verlo.

-¿De qué tengo cara?- Por el tono de voz sabía que era una persona de más de un metro con ochenta, de aspecto rudo y varonil, trató de jugar haciendo un posible retrato en su mente de ese hombre que estaba a sus espaldas, miró hacia el suelo y vio unos zapatos formales de color negro- Sí, debe medir más de un con ochenta.- Pensó. Cuando iba a voltear hacia a atrás, sintió una presión sobre sus costillas, miró hacia abajo de nuevo y sobre la tela de su vestido posaba una mano con un reluciente reloj de color plata.-¿Por qué se toma atribuciones? es usted un igualado, hágame el favor de quitar sus manos de ahí.- Le retiró la mano de su tórax.- Como tu digas, bonita.- Esa particular voz diciéndole bonita, ese tono ronco, interesante y sugestivo cada vez la hacia estremecer más- No soy bonita- Seguía sin voltear.

-Claro que lo eres- apartó sus cabellos hacia el lado izquierdo y se acercó a su oído- la más bonita y sensual.- De inmediato la piel de Raquel comenzó a responder, centímetro por centímetro fue erizándose, aquel hombre pasó uno de sus dedos por el delicado brazo izquierdo de ella, siendo testigo lo sensible de su piel- Y por lo que veo no te soy indiferente.

-Si fuera cierto eso que dice tal vez hace un buen rato estuviera mirándolo frente a frente, pero ya ve, ni he querido mirarle- Insistía en llevarle la contraria. Hizo un movimiento en su silla, él pensó que por fin voltearía, no fue así, solo se limitó a pegar sus codos en la barra y alejarse unos centímetros- ¿No te llamo la atención?

-No, como tampoco me llaman la atención los vasos con Whisky o Coñac.

-Pero que ¿acaso no sabes que son unas deliciosas y febriles bebidas?

Tan febriles como sus palabras- Pensó mordisqueándose el labio inferior- No me interesa prefiero la soledad y un saludable vaso con agua.

-¿Muy saludable?

-Es mejor alejarse de lo dañino.

-¿Me crees dañino?

-Puede que seas muy perjudicial, misterioso hombre.

-¿Quieres probarlo?-Acercó más su cuerpo a ella, se pegó contra la mitad de su espalda, ella sintió ese pecho duro atrás suyo, se tensó.-Para nada, puedes continuar con tu galantería que no me interesas- La mano de él tocó la pierna de ella, ágilmente subió la tela de ese vestido hasta quedar su mano por debajo de la seda, esa breve caricia la hizo cerrar los ojos y suspirar- Lo ves, poco a poco- Subió hasta su muslo.

-Es usted un atrevido, con qué derecho hace eso, puedo llamar ya mismo al equipo de seguridad o puedo gritar alegando que es un depravado sexual.

-Los depravados hace daño, ¿te estoy haciendo daño?

Claro que no me lo haces- se dijo así misma, antes de pronunciar palabra alguna la mano de él seguía moviéndose por debajo de su vestido y unos al parecer carnosos labios estaban recorriendo la parte derecha de su cuello, volvió a cerrar sus ojos- No quieres ver el rostro del que está sacudiendo tu ser en estos momentos.

-No, sigo sin interesarme.- El retiró la mano de su cuerpo, ella respiró pensando que se había rendido.-Ya lo veremos.

-Te quedarás esperando- Terminó de beber su vaso con agua, lo dejó en la barra.

Último juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora