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¿Felicidades?- Era la palabra que menos esperó escuchar por parte de Aitor, lo entendería bien o acaso lo diría en sentido sarcástico, él no era un tipo de sarcasmos, ¿realmente la estaba felicitando por estar embarazada de otro hombre que no era él? Al parecer así era, lo tenía de frente dispuesto a darle de nuevo un abrazo y sonreírle-Sí, me alegra muchísimo.- ¿Le alegra muchísimo, cómo puede causarle alegría, Aitor deberías de odiarme?-Pensaba ella.

-¿A ti no te alegra, Raquel?-Le preguntó al notar que ella estaba algo estática y sin ningún tipo de expresión en su rostro que denotara alegría. Para Aitor debía estar alegre.

-Por supuesto que me alegra, soy la más feliz, seré la mamá del bebé que viene en camino- Por instinto se llevó ambas manos a su vientre, lo acarició y lo observó con afecto- solo es que me sorprende tu reacción- Él de nuevo se le acercó y le sujetó la mano, esa mano estaba helada como un cubo de hielo pero a la vez temblorosa, en ese momento él comprendía que más que alegría o sorpresa, Raquel estaba presa del miedo.- ¿Tienes miedo?

- No, como crees- Raquel y su costumbre de contradecir con sus palabras lo que dice su mente.

-Que cómo creo, no, yo no creo, estoy seguro, basta con mirarte - Sí, ahora que le miraba a los ojos, veía una mujer sumamente vulnerable y frágil- A demás tiemblas, estás helada, y no está precisamente haciendo frio.

-Y por qué habría de tener miedo- Le contestó algo altiva y molesta.

-Recuerda que yo no soy Sergio, conmigo no uses tu coraza, no temas como siempre a decirme como te sientes- Le sonrió cálidamente para hacerla sentir segura-Dime, quieres decirme algo, desahogarte por ejemplo.

Claro que deseaba desahogarse, quería gritarle que su vida estaba de cabeza- Aitor, la palabra miedo se queda corta para definir como me siento, todo sucedió o sucede tan rápido, todo cambio en un parpadeo, tenía un matrimonio que atravesaba por una crisis, pero que afortunadamente estábamos logrando librar, tenía a mi lado a un hombre que supuestamente me amaba sinceramente, que me hacía sentir segura y protegida y ahora- Tomó una pausa para oxigenarse y no quebrar en llanto, estaba a punto de hacerlo- qué tengo, NADA, estoy a punto de empezar un proceso de divorcio, una batalla legal por la custodia de mis hijos y para hacer más entretenida mi vida, resulta que estoy embarazada del que en pocos días será mi ex esposo que además de todo me aborrece, que me odia.

-No creo que te deba odiar y no estás sola- A él le molestaba que dijera que estaba sola, acaso él estaba pintado sobre algo, acaso era invisible, guardo su molestia, la que importaba era ella-Estás olvidando que me tienes a mí.

Se sintió muy apenada, bajó su cabeza- Lo siento, lo siento.- Levantó de nuevo su cabeza y lo miró- Pero, créeme estaré sola, tú vas a distanciarte de mí.

-¿Por qué tendría que hacerlo?

-Por qué, razones de sobra tienes, no puedes estar con una mujer que espera un hijo de otro hombre, por esa razón es que no entiendo tu alegría deberías de estar molesto.

-Raquel...- Se paró de la cama y dio unos pasos atrás- Sabes que sí, si estoy realmente molesto contigo.

Ella lo supuso era lo más obvio, era las palabras que esperaba-Lo estoy, pero no precisamente por tu embarazo.

Sorpresa para Raquel, sino era por eso, por qué razón estaba enfadado- Entonces.

-¿Lo preguntas?- Le miró con desconcierto, la hizo sentir más apenada de lo que estaba, su tono de piel blancuzco cambio a carmesí, quería meter la cabeza bajo la tierra- Dime, Aitor.

-Te lo diré... Me enoja que pienses que soy ese tipo de hombre y no me hagas explicar de qué tipo de hombre hablo.

Fue entonces consciente que había ofendido a Aitor- Perdón.- Se llevó la mano a la frente y cerró los ojos- Te debo una disculpa, perdón, tengo tanto en mi cabeza.

Último juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora