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-Una raya azul.

-¿Qué?- Preguntó levantando una ceja y mirándolo con bastante extrañeza.

-Sí, muestra una raya azul, eso qué quiere decir.- Le entregó en las manos el testa, ella lo recibió temblorosa, no lo miró en un principio, dio un paso a atrás y se animó a ver el resultado. Al ver la raya azul todo dio un vuelco y se fue esa gran presión que la tenia asfixiada. -Eso quiere decir que es No.

-¿Estás bien? Respiras extraño.

-Pues llevaba bastante sin poder hacerlo bien.

-Entonces el resultado fue un alivio para mi.

-Sé que suena odioso, pero tú crees que es conveniente otro hijo con Sergio cuando estoy a punto de llevar a cabo un proceso de divorcio, eso solo complicaría las cosas.

-Estás firme con tus planes.

-Muy firme.

-Nueva futura soltera, muy interesante- Le miró con picardía a la vez que se pasaba su mano por su cabello negro y sedoso.

Entendió el mensaje de él, seguiría su juego-¿Sigues soltero?

-Y a la orden.

-Interesante.

Dio unos pasos y ella caminó en reversa hasta estar muy pegada en una de las paredes cercanas a la ventana de su cuarto-Muy interesante, tú soltera yo soltero, algo tenemos que hacer con nuestras soledades.

-Aitor.

Él se quedó en silencio, tenía la sensación de estarla incomodando, aunque no pudo evitar mirarla como león calibrando su presa.- Será mejor que bajemos.

-Como usted ordene y se te ocurre hacer algo- La tomó de gancho con su brazo- Hermosa dama.

Sonriente le contestó- Podríamos estar un momento en el jardín, dices que tengo un jardín precioso y a demás quiero que me cuentes muchas de tus anécdotas, de esas que me contabas cuando estábamos grabando.

-Entonces espero no aburrirte.

Juntos de gancho bajaron hasta llegar al jardín, el día no era para nada soleado había una gran nube gris cubriéndolo, hacía algo de frio, eso no les interesó, se sentaron debajo de el único árbol que había, comenzaron a entablar una curiosa conversación, Raquel cada vez se iba poniendo más cómoda, hasta que termino recostada sobre el regazo de Aitor y él jugando con sus cabellos.

-Recuerdo que solíamos estar en esta misma posición, me encanta tocar tu cabello.

-Y a mí que me acaricies, no me malinterpretes.

-Nada se malinterpreta, ni que no nos tuviéramos confianza, soy tu amigo Raquel.

-Y yo tu amiga, pero sígueme contando de tu viaje por Brasil.

-En Rio encontré una morena bastante llamativa, era como una mujer de fuego, tenía más curvas que una pista de carreras, jamás había visto a alguna tan llamativa.

-Me imagino que por instinto querías brincar como un salvaje sobre ella.

-Pensé en sexo al verla, sexo, sexo, como cualquier hombre pero curiosamente se me acercó y se sentó a mi lado en esa banca de madera, nos miramos, nos sonreímos, pero su mirada tenía algo tan extraño...- Mientras Aitor contaba su anécdota sobre la triste historia de una desconocida brasileña que conoció en su viaje de adolescente, ella dejó de prestarle atención y a pensar en lo que había acabado de ocurrir, tenía la imagen del test de embarazo con una sola raya en su cabeza y la sensación aliviadora del resultado seguía en ella, definitivamente Sergio debía salir de su vida, de su vida sentimental, no debía tener más acercamientos de tipo amoroso e intimo, no podía arriesgarse a que sucediera eso de nuevo, sin embargo ese hombre de ojos marrones se apareció en una serie de imágenes, recordó esas caricias que la hacían débil, esos besos que la hacían entregarse, esa manera tan única de hacerla sentir deseada.

Último juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora