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-¡SERGIO!-Era el nombre que repetía Raquel con su voz jadeante pero en una alta escala como si estuviera manteniendo alguna especie de nota que leía en un pentagrama, el pentagrama de sus ardientes sensaciones - Muy afinada para estar tan agitada-Llevó sus manos hacia los extremos de las caderas férvidas de ella que golpeaban su tensionado abdomen, ella no contesto nada solo posó sus manos sobre el pecho de él, continuaron juntos ese intenso éxodo que emprendieron hace unas horas hasta que alcanzaron uno después del otro la tan ansiada cima, llegaron tan alto que podrían hacer un símil con haber llegado a las estrellas. -¡Sergio! –De nuevo mencionó el nombre de él, para luego caer como una liviana pluma sobre el lado derecho de la cama, como si le hubieran deprendido de toda su fuerza física-¿Estás viva?-Preguntó burlón el exhausto amante acariciándole los cabellos, ella tardo en responderle, espero a que sus pulmones se oxigenaran y con un hilo de voz- Estoy bien, no te preocupes.-Era cierto se sentía muy bien, satisfecha como mujer, aunque su cuerpo estuviera completamente consumido-Deberías dormir un poco, te hará bien- Observar el estado en que estaba Raquel después de esa experiencia, lo hizo esbozar una sonrisa que seguramente le duraría unas horas más, esa misma sonrisa la tenia bosquejada ella, con esa expresión ambos se penetraron en el necesario mundo de los sueños.

La pareja de extraños que intercambiaron fogosidades en una fría noche durmieron hasta las diez de la mañana, la primera en despertar fue ella, había regenerado algo de fuerzas, podía si quiera mantenerse de pie-Sigue dormido, el extraño- Tanto silencio y tranquilidad la estaba inquietando, quería tener a su extraño amante despierto, aún sentía que su momento no había terminado, para cubrirse utilizó una de las camisas de él, caminó por todo el piso hasta que abrió todas las ventanas y los rayos del sol se penetraron por todo el lugar- Pensé que la que no se levantaría de esta en toda la mañana serías tú, buenos días bella.

-Buenos días, Sergio, no te parece que el día esta hermoso, el sol brilla tanto a pesar del invierno.- Él escuchaba solo un murmullo saliendo de los labios de ella, se había concentrado su fastuoso rostro, miraba como si tuviera una extraordinaria vista de algún sublime paisaje- ¿Si me estás prestando atención?-Ella se percató que él no contestaba nada, que solo asentía con la cabeza y sonreía como un idiota- Sí, sí claro, la vista es maravillosa porque él sol brilla?

-Olvídalo.

-Lo olvido, pero nunca olvidaré como luces de guapa esta mañana, de verdad estás más preciosa que este día que dices está maravilloso.- Las mejillas de ella se enrojecieron, se sintió un poco avergonzada y nerviosa- Oye, ¿no dije nada malo cierto?

-No, muchas gracias.

-Y regresando a nuestra realidad, señora Raquel, piensa usted quedarse una rato más haciéndome compañía.

-¿Quieres que me marche?

-No, solo quiero saber por cuánto tiempo más estaré en el reino celestial.

-De verdad lo que hago con usted es malo, inmoral tal vez, pero desde que caí ante tus encantos siento como si me hubieras hecho alguna especie de sortilegio.

-Un mago soy, magia pasional bien diría.

-Siento como si solo existiéramos tú y yo y me conformo con este pequeño mundo, extraño.

-Ya no soy tan extraño... ni tú lo eres para mí.

-Cómo lo sabes.

-Porque anoche ahonde en ti...

-Okey.- Ella seguía de pie observando por el balcón, ninguno mencionaba palabra alguna, el silencio se había apoderado del lugar, él se paró de la cama y caminó hacia el balcón la abrazó por detrás y besó su mejilla, ella sintió un escalofrió que la recorría por completo e hizo un movimiento con su cabeza hacia atrás- Eres tan hermosa...-Ella acarició uno de los brazos de Sergio que la tenia sujeta, dejó escapar un suspiro- Esto es una locura, tú y yo aquí.

Último juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora