Al escuchar esas palabras, sintió como si hubieran zarandeado su órgano vital, hasta dolor físico llego a sentir, y de algo estaba segura, no había escuchado mal, todo era real, era la voz de Fabiola, sentía una presión sobre su pecho y las lagrimas de sus ojos comenzaron descender con rapidez- Tan estúpida he sido.
-Reina, aquí están tus rosas. ¿Qué ocurre?
-Sergio hasta cuando piensas seguir con las mentiras.- Se escuchaba bastante molesta, pero se contenía, no era el momento de estallar.
-¿De qué mentiras hablas?- Como un niño inocente que pregunta el por qué de lo que no sabe era su actitud, no se imaginaba para nada lo que ocurría, hasta con una sonrisa le hablaba.
-Sergio, cómo eres tan cínico, tan sin vergüenza de estar conmigo, de decirme que me amas, que soy tu vida cuando...- Su voz se quebró por completo y no le permitió hablar más, se llevó las manos a su rostro y dejó que sus lagrimas corrieran junto con su sollozo, estaba actuando mal, debía enfrentarlo antes de caer.
-No llores, Raquel, dime qué ocurre.-Su sonrisa desapareció, se altero al verla llorando, ¿qué había ocurrido en esos minutos que tardo comprando las rosas, qué tan grave para hacerla llorar de esa manera?
Raquel trato de calmarse, tenía mucho que decir, deshizo su nudo en la garganta, tragó saliva para hablar-No me toques, no me toques - Apartó las manos de Sergio de sus hombros -Y yo creyéndote todas esas palabras, siendo tan ingenua mientras tú estabas haciendo quién sabe qué inmoralidades con tu relacionista, ya entiendo bien por qué jamás las has despedido, es tu amante Sergio.
-¿QUÉ?- pensaba Sergio, mientras su corazón se iba a salir, estaba asustado, tenía una borrasca atacándolo de frente.
-No te hagas el desconocido, hoy me han abierto los ojos, de la peor manera pero creo que ya no estoy ciega ante ti.
-Raquel, no entiendo nada de lo que dices.
-No te hagas en idiota en estos momentos- Empuñó sus manos y golpeó la mesa, varias parejas que estaba en ese lugar abrieron bien sus ojos para observarla- Baja la voz- le ordenó Sergio.
- ¿Cómo es posible que puedas estar con dos mujeres al mismo tiempo?, me imagino que apenas unos días estabas calentando la cama de esa otra mujer.
-¿Qué cama? ¿Qué mujer?
-Lo sigues negando, lo niegas, Sergio Marquina- Raquel lo miraba con desconcierto, jamás había visto esa mirada en ella, es expresión era indescriptible.
-¿Negando qué?
Raquel posó ambas manos sobre el pecho Sergio queriendo dar empujones-Yo te amo, solo te he dado amor y de esta manera tan ingrata es como me correspondes.
-Yo te amo, siempre te amaré Raquel, no te entiendo.
-¡Infeliz! no, esa no es la palabra, me viste la cara, me traicionaste, podrías haber terminado conmigo pero preferiste serme infiel- Las palabras de ella no se entendían bien el llanto la ahogaba, su rostro estaba completamente húmedo y sus mejillas estaban más rojas que nunca, solo que esta vez no se enrojecían por algún cumplido o bonito detalle- Sergio, por qué, por qué, maldita sea por qué- Mientras repetía infinidad de veces por qué con sus puños débiles golpeaba su amplio pecho, él la tomó de las muñecas para detenerla- Mi vida, cálmate, reina, no sé qué ocurre, que ocurra lo que sea, pero te amo, te amo.
- Si me amarás jamás hubieras volteado a mirar a otra mujer que no sea yo, si me amarás yo sería la única mujer en tu vida.
-Y lo has sido, desde el momento en que nos hicimos novios, para Sergio no ha existido otra mujer que no sea Raquel, mi Raquel.
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Último juego.
Fiksi PenggemarBastará ser las fichas de un juego comandado por sus corazones...