5

262 17 39
                                    

-Sergio, Serguito.

-¿Raquel?-Preguntó en desorientado Sergio abriendo los ojos.

-No, no soy Raquel, soy Fabiola.

-¿Fabiola? Pero yo estaba...

-Estas soñando, te quedaste dormido.-Él por fin se terminó de despertar y no, esa mujer no era su Raquel, había perdido la noción de todo, se había quedado dormido y por unos segundos no sabía ni donde estaba.- Perdón, estaba algo cansado.

-No tienes por qué disculparte, Serguito, has tenido una larga jornada.

-Sí, pero aún tengo mucho por hacer, tengo varios pendientes que debo resolver, recuerda que debo regresar con mi esposa a Londres.

-Ya tendrás tiempo para ella, pero por el momento es mejor que...- Como una serpiente se iba arrastrando de manera muy sensual hacia él, contoneando su cuerpo y moviendo su cabello de manera seductora se le acercó para hablarle en el oído- Es mejor que aprovechemos que está lejos.

Él intento alejarla, solo que no quería ser grosero, si ella actuaba de esa manera era en parte culpa suya, no había puesto limites a ese juego de seducción de ella- Fabiola, no te confundas, vine solo para trabajar.

-Trabajemos.- Se acomodó en horcajadas sobre Sergio.- Fabiola, bájate por favor, no te tomes atribuciones que no te corresponden.

-Ahora vienes a hacerte el esposo fiel.

-Siempre le he sido fiel a mi esposa- Ella soltó una carcajada- No me hagas reír y no te hagas el difícil.

-Bájate por favor, no me quiero portar grosero contigo.

-Atrévete a portarte grosero conmigo, Serguito- Colocó sus manos en el pecho de él, lo miro fijamente y se mordió los labios tratándole de insinuarse, él estaba algo turbado desde el sueño que había acabado de tener en sus adentros había un fuego que necesitaba salir o ser apagado, soñar con Raquel lo había encendido y tener a una mujer en sus piernas insinuándosele era una situación bastante tentadora que empeoró cuando Fabiola comenzó a besar su cuello, esos besos inmediatamente llenaron su mente de imágenes eróticas de su adorada esposa, en ella era que estaba pensando realmente, no estaba deteniendo la situación, seguía besando a su relacionista... <Qué demonios, amo a mi esposa> estaba entrando en razón, de manera violenta separo a Fabiola, le dio la orden que se bajara- Pero qué te pasa no tenias que ser tan violento.

-Te dije que no quería nada contigo.

-Serguito, no seas ridículo, tu esposa está lejos podemos aprovechar.

-Puede estar lejos pero es mi esposa y debo respetarla.

-Como si ella te respetará a ti.

-¿Qué insinúas?- Preguntó molesto.

-No te hagas, si hace un tiempo dudabas de su fidelidad, y es como obvio que ella en las grabaciones de sus novelas tuvo sus enredos con ya sabes que actor.

-No sabes lo que dices ya hasta parece que trabajaras en alguna de esas revistas de chismes.

-Sabes que no son chismes, si cuando llegaste esa noche a mi casa casi destrozado porque al parecer te confirmaron que tu ejemplar esposa te fue infiel en uno de sus viajes a alguna locación.

-La juzgué mal, tenia celos y me porte como un idiota, pero eso es asunto del pasado.

-No creo, en el mundo del espectáculo todo es una tentación y no creo que tu esposa se salve de caer, y dime algo ¿aún es tan amiga de Aitor?

-Él es su amigo, siempre tendré recelo hacia él, pero confío en ella.

-Sigue confiando, así con ella confiara en ti mientras tú y yo- Lo rodeo con sus brazos y lo besó de nuevo, él la apartó- Aquí nada va a ocurrir que te quede claro Fabiola, contigo lo que necesito es una relación de trabajo, no te quiero para nada más.

Último juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora