capitulo 35 - Perder

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Miré a Nate sin aliento; el me miraba con un tanto de decepción en su rostro.

Me había elegido por encima de su mejor amiga desde hace varios años y yo todavía no podía creer en lo que me había metido cuando pensé en salir con él; como no creí que podría salir con el corazón roto.

Corrí de allí antes de que alguien pudiera decir algo; el silencio era incómodo y todos estaban con la boca abierta.

Nate no decía nada porque quizás tenía un nudo en la garganta de lo inútil que yo era y Christian sonreía irónico, mientras Keyla lo único que quería hacer era pegarle a Nate, se notaba en su mirada.

Fui hasta mi casa lo más rápido posible, pensando en lo lejos que todo había llegado.

Me sentía la persona menos digna de compartir el amor en ese momento; ¿el amor lo puede todo?

Claro que no, el amor no puede con una amistad de por medio. 

Ahora por mi culpa no solo había perdido a Nate, si no que él había perdido a su mejor amiga, mientras que Christian probablemente seguiría feliz conmigo porque lo elegí antes que a Nate.

Tonta, tonta Luisa.

Me revolqué en la cama de mi pieza hacía la derecha e izquierda unas diez veces seguidas; lo único que quería era desaparecer de la tierra.

Los golpes en la puerta interrumpieron mis lamentos y pensé dos veces antes de ir a abrir; era obvio que era mi mamá, porque mi papá trabajaba a ese horario.

— Pasa, está abierto —exclamé con la voz entrecortada; lo que pasa cuando tienes un nudo en la garganta y quieres pensar que eres fuerte, y no llorar, pero cada vez que recuerdas lo sucedido te dan incluso más ganas de llorar.

Lamentable.

— ¿Adivina que ? —me dijo contenta.

Intenté sonreír porque algo bueno le haya pasado; últimamente no había tenido días muy soleados en su agenda, y no me había hablado en días, al igual que yo tampoco lo hacía para que no descargue su ira conmigo.

— ¿Qué? —fingí mi mejor sonrisa.

-Es un papel, Luisa, tienes que actuar.

— Me aceptaron en la Universidad, ¡seré profesora! —exclamó aplaudiendo.

Sonreí; de verdad estaba contenta.

Le había costado mucho encontrar trabajo y se veía cada día más preocupada.

Mi papá trabajaba hasta tarde para recuperar lo que ella no podía.

— ¡Eso es fantástico mamá! —le exclamé abrazándola.

Sentí el cálido abrazo que hace tiempo me hacía falta; un abrazo de amor verdadero.

Cuando llegara mi papá; quería uno de los mismos.

Después de todo, había un hombre en la tierra que siempre me iba a amar sin importar nada, y era él.

Debía estar feliz por algo, porque siempre hay alguien que la pasa peor, pero a pesar de eso, no podía evitar sentirme un desastre.

— ¿Estás bien? —me preguntó cuándo por fin la ceremonia terminó.

— De maravilla —le aseguré.

Al parecer eso de actuar me salía bien porque quedó feliz con mi respuesta y desapareció por la puerta.

Romeo, Romeo ¿Qué habrá pasado después de que saliera corriendo como una niña cuando ve a un payaso?

Tal vez como yo cuando veo un payaso, puede que sea la única que les tiene a los payasos.

Quizás Nate se sintió igual de mal que yo.

No tenía a nadie con quien hablar, y a pesar que el enojo que le provocara a mi mejor amiga, decidí marcar su número.

Era cada vez más penoso el sonido de espera, hasta que por fin la respiración de Gaby se escuchó y pronto su peculiar voz.

— ¿Gaby? —pregunté cruzando los dedos para que todavía no se haya enterado de nada.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? —preguntó ella enfadada.

Al parecer no estaba en la fiesta porque no se escuchaban voces ni música atrás.

Seguramente era otra afectada por el tema y decidió recurrir a Osvaldo.

¿Qué hacía yo, además de lastimar gente?

Lo único que hacía era hacerla sufrir.

Mentir.

Me sentía una mierda infinita por dentro.

— Pronto, te lo pensaba decir pronto, pero no quería que te enojaras —le exclamé intentando que no corte el teléfono.

Rara vez ella se enojaba conmigo; esta era una que tenía asegurada.

— ¿y decidiste mentirme para que no me enojara contigo?
¿así es como haces que las cosas funcionen?
¿Piensas que soy tonta y que nunca me voy a enterar?
Lo único que eres es un mal para las personas, Luisa, no sabes hacer otra cosa —me dijo como si leyera la mente.

Primero Christian, después Nate, ahora mi mejor amiga de toda la vida.

Era algo que no podía soportar.

¿Fortaleza?

¿Qué significa esa palabra?

En mi vida solo reinaba la cobardía, por eso había escapado. 

— Lo siento ¿si? No… No te enojes conmigo.

— ¿esa es tu manera de pedir perdón? Vete a la mierda, Luisa.

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Eres un estupido pero no te amaria si cambiarásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora