Me escondí bajo la mesa en la que estaba para que mi presencia y mi posible desmayo no fuera tan obvio.
Creí que ahí no me vería, y lo tendría en la mira para cuando el intente hacer cualquier cosa.
Así que estaba con una chica.
Rubia, de ojos cafés, delgada, llevaba una remera horrible puesta y unos pantalones de mal gusto.
Fruncí el ceño pensando si en realidad pensaba que la chica era horrible, o esos pensamientos entraban en mi mente solo porque estaba con Nate.
En cuanto a él, se veía hermoso, con un suéter azul y unos pantalones apretados.
Perfectos para su hermoso cuerpo.
Yo estaba allí, bajo una mesa del McDonalds, espiando como Nate me mandaba mensajes mientras estaba con otra chica.
Sacudí mi cabeza confundida, ¿quién sabe si son solo amigos? después de todo ni siquiera la estaba tocando.
Estaban haciendo un pedido como dos personas normales.
Lo mismo que yo iba a hacer cuando estuviera con Christian.
Estaba decidida a salir debajo de la mesa, para no seguir espiando conversaciones ni situaciones privadas.
Si el me veía, lo único que haría sería saludarme si Christian no estaba allí.
Pero ¿qué tal si la chica es algo más?
Vi como Nate le apuntaba a la chica la mesa en la que yo estaba debajo e inmediatamente quedé en shock.
Me quedé inmóvil bajo la mesa, mi fin había llegado, y yo había sido descubierta espiando a la cual podría ser la novia del chico que amo.
Mi corazón latió rápido y mis manos se pusieron nerviosas cuando vi a la chica acercarse feliz a la mesa.
Apreté los dientes y rogué a Dios que me ayudara como nunca antes lo había hecho.
La chica ni siquiera me prestó atención cuando llegó a la mesa.
Se sentó la silla que debería estar en frente de donde yo estaba anteriormente sentada.
Movía los pies una y otra vez mientras yo hacía mi mejor esfuerzo por esquivar sus constantes patadas.
Ahora si estaba acabada.
Si Nate me veía debajo de la mesa se iba a enojar mucho.
Y si Christian me veía debajo de la mesa espiando a Nate porque podría tener una novia, se iba a enojar el doble.
No sabía qué hacer, pues haga lo que haga, alguien saldría enojado con mío.
Por un momento pensé en la extraña posibilidad de salir de abajo de la mesa y asustar a la chica para que saliera corriendo mientras yo me dirijo a otra mesa, pero me fue imposible pensar en esa estupidez otra vez.
Siquiera plantearla en mi cabeza me hacía querer pegarme a mí misma.
Bien Luisa , ahora si lo hiciste, estas debajo de la mesa mientras el chico que te manda mensajes se va a sentar allí.
Maldije al cielo y a todo lo que estaba a mí alrededor de que todo siempre me saliera tan mal.
Empeoró cuando vi a Nate acercarse con una bandeja.
Deseé inmediatamente que fueran helados pequeños para que pudieran terminar rápido de comer y así irse para que yo pudiera salir de abajo, pero tenían de todo en esa bandeja.
- Ojala engorden -pensé para mis adentros mientras Nate se sentaba en la silla que yo había escogido, para que yo me siente.
El movía sus pies al igual que la chica, por lo que mis intentos por esquivarlos se hacían cada vez más difíciles.
- Te extrañé tanto -le decía Nate a la chica que estaba con él.
Pude imaginar la boba sonrisa de la chica al escuchar lo que Nate le decía e imitaba imaginariamente la voz de Nate en mi cabeza, haciendo muecas con la cara.
- Yo también te extrañé -le dijo la chica con voz chillona, pero ninguno decía una palabra de quien era el uno del otro.
Simplemente contaban chistes sin sentido que no me daban risa, pero ellos estaban atacados, casi ahogándose en su propia comida.
Y, como si nada pudiera ir peor, la puerta se abrió nuevamente y la alegre sonrisa de Christian se asomó por las mesas, quien seguramente me estaba buscando a mí.
¿Pero dónde estaba yo?
Claro, abajo de una mesa, que no es obvio.
Christian se sentó en una mesa, al notar que yo no estaba en ningún lugar del McDonalds, aunque en realidad, si, lo estaba.
Sacó su celular inmediatamente, y un impulso por sacar el mío para poner el silencio cuando me llegue el mensaje que él estaba por mandar, me hizo pegarme con la mesa.
Sentí como la mesa se movía lentamente en mi cabeza, pero afortunadamente ninguno de los dos estúpidos arriba mío pareció darse cuenta que un cuerpo bajo suyo había hecho temblar la mesa en la que estaban comiendo.
Mis pensamientos me impidieron siquiera poner la mano en el celular, cuando Christian ya había mandado el mensaje y el tono con el cual cada vez bailaba comenzó a sonar.
Ahora si estaba perdida, estaba segura, más que segura, que todo McDonalds escuchaba el sonido de mensaje de mi celular.
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Eres un estupido pero no te amaria si cambiarás
Roman d'amourTodos hemos escuchado hablar de Romeo y Julieta, la historia del chico que no puede estar con la chica, y viceversa. A todos nos han pasado cosas que nunca pensamos que iban a pasar, y todos hemos sentido cosas que nunca imaginamos que alguna vez íb...