— ¿te dejó el príncipe? —la voz de Christian resonó a mi lado.
Solté una pequeña sonrisa que inmediatamente traté de ocultar, haciéndole saber que seguía aún enojada con el—.
Vamos, lo siento, hablemos ¿sí?
Lo miré.
No podía enojarme con Christian, aunque cumpliera la desgracia más grande, aunque cometiera el crimen más enorme, aunque pasara lo peor, él siempre está ahí.
Él siempre había estado allí.
Él era la única persona con la que contaba después de Gaby.
Él era.. Especial.
— Está bien —dije, finalmente sonriendo—.
Hablaré contigo.
Esbozó una sonrisa de oreja a oreja y me sonrió triunfante, sentándose a mi lado.
— Ayer Keyla me pidió que la abrazara para que le den celos a Nate —soltó finalmente.
Lo miré fijo a los ojos ¿A Keyla le gusta Nate?
Y si lo que Nate me acababa de decir era verdad entonces tenía un punto a favor para hacerle la vida insoportable a esa don nadie—.
-Le dije que la abrazaría con tal de que deje de molestarte —prosiguió Christian interrumpiendo mis pensamientos—.
-Y hoy simplemente vio a Nate y me hizo una seña para que yo también lo hiciera, le iba a dar un beso en la mejilla pero ella corrió la boca —soltó un suspiro, dejando en claro que le faltaba el aliento por hablar tan rápido—, yo nunca, nunca me enamoraría de ella, hicimos una promesa, y las promesas se cumplen.
— Esta bien —suspiré finalmente—, no te preocupes, solo..
No sigas con ella para sacarle celos a Nate..
— Si.. —Contestó indeciso—, hablando de eso ¿Por qué estabas con ese imbécil?
— Sabes —le dije sonriendo—, no lo sé.
— ¿No sabes? —preguntó confundido—, yo podría ponerme celoso, ya sabes, no solo tú tienes esa opción.
— Tranquilo —lo abracé, tierna—, eres el único hombre en mi vida —reí, divertida, haciendo un tono sarcástico, fijando mi mirada en la cajetilla de cigarros que estaba a punto de sacar—.
No —le dije finalmente, haciendo que me mirara intrigado.
— ¿Cómo dices? —preguntó confuso.
— No delante mío —dije señalando la cajetilla—, sabes que no me gusta que lo hagas, y mucho menos cuando te estoy mirando, me torturas Christian.
Me miró tierno, guardando la cajetilla de cigarros donde estaba antes, mirándome fijo.
— Gracias —contesté finalmente.
Christian fumaba desde que su abuelo murió.
Su abuelo era un hombre bueno, muy parecido a él, que murió por la misma razón; el cigarro.
Christian se pasaba tardes, noches, días enteros con él, mientras el fumaba.
Aspiraba el extravagante humo del tabaco hasta el fondo de sus narices.
Su abuelo era la persona más importante que tenía hasta ese entonces.
De alguna forma u otra, fumar lo hacía sentir más cerca de él.
Como si el que estuviera ingiriendo el humo fuera el peor no de su propio cigarro, si no del de su abuelo—.
A él no le gustaría que lo hagas —le dije, mientras el miraba las estrellas, quizás pensando en su abuelo y en lo mucho que lo extrañaba.
— Yo nunca quise que se vaya —continuó, adivinando mis afirmaciones—, y sin embargo se fue.
— No tenía opción —proseguí, compartiendo mi calor con el—.
Tu si la tienes.
Deja de hacerlo, no por mí, ni por ti.
Hazlo por él.
Me miró y antes de que pudiera decir algo, la frase "debemos hablar" se escuchó en algún lugar de esa velada.
Esa frase que me hacía temblar.
Miré hacía los costados, era..
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Eres un estupido pero no te amaria si cambiarás
Storie d'amoreTodos hemos escuchado hablar de Romeo y Julieta, la historia del chico que no puede estar con la chica, y viceversa. A todos nos han pasado cosas que nunca pensamos que iban a pasar, y todos hemos sentido cosas que nunca imaginamos que alguna vez íb...