Cuando salí al patio ya estaba atardeciendo, levantando la mirada al sol recordé las tardes en Nueva York no muy lejanas cuando salía al balcón para ver el sol ocultándose. Quedé perdida en el recuerdo unos instantes pero algo me trajo de vuelta; era un sonido parecido a una alarma, nada más escuché el sonido otros veinte chicos salieron corriendo vestidos con equipo de batalla: chalecos, botas militares y las típicas ropas de camuflaje verde. También cargaban grandes pistolas.
Salí corriendo a ocultarme cuando vi que iban en mi búsqueda, no sabía cuál era este juego pero me atemorizaba que esas pistolas fueran de verdad. Cuando dispararon pude esquivar las balas pero al girar para ocultarme una se clavó en mi brazo, el dolor fue punzante y molesto pero no se sentía como una bala, al levantar la mirada vi que eran dardos, como el que Haley me había disparado el día que nos conocimos.
No sabía que hacer ahora, correr era una opción. Así que corrí lo más rápido que pude hasta llegar al patio. En el patio había ya pocos chicos, solo unos cuantos con ropa normal corriendo en dirección a un búnker de mentiras que se encontraba abajo del estacionamiento. Un chico pasó a mi lado así que lo jalé para que se detuviera.
- ¿Qué es esto?- pegunté atropelladamente.
- es un juego, enfrentamiento entre grupos de soldados.
Estaba dispuesto a marcharse pero lo seguí.
- ¿grupos? ¿Pero qué hago?
- Solo ve al búnker y prepárate para jugar- me dijo irritado.
Salió corriendo en dirección al búnker del cual salían muchos chicos vestidos de lo que parecía ser guardias de seguridad. No conocía a ninguno de esos chicos así que no sabía bien cómo funcionaba eso de los equipos, si se trataba de ir con tus amigos y conocidos estaba perdida. Pero entonces vi pasar corriendo a unos metros de mí a Ditt, él tampoco estaba vestido aún, supuse que si alguien podría explicarme mejor el asunto podía ser Ditt.
- ¡Ditt!- llamé.
Él volteó de un lado a otro hasta que me vio y me reconoció. Se acercó corriendo a mi lado.
- ¿por qué no has ido a cambiarte?
- quizá porque no sé cómo jugar este juego o en cual equipo estoy.
Ditt tenía prisa así que me explicó lo mejor que pudo.
- somos dos equipos, nos enfrentamos entre nosotros para tener el control del depósito de explosivos.
- ¿Explosivos?- repetí asustada.
- No son reales- agregó.
- ¿yo que hago?
- Debes tener un equipo pero no conoces a nadie- me quedé en silencio al igual que él- ven al nuestro, somos los atacantes- ofreció.
Me señaló que lo siguiera y eso hice. Llegamos hasta la parte de atrás de las residencias, ahí nos acercamos al quiosco a hurtadillas. Ditt miró de un lado a otro antes de colocar una clave de varios números en una pantallita azul brillante, al lado de la pantallita salió una palanca grande de la cual Ditt jaló. Al instante la tierra bajo nosotros se hundió para que una hilera de escalones apareciera y dejaran al descubierto una puerta grande en el costado del quiosco.
- ¡Genial!- exclamé al instante.
Ditt se llevó un dedo a la boca y me hizo seguirlo de cerca hasta que abrió la puerta. Su seriedad me parecía un poco tonta, pero la forma de actuar de Ditt no se comparaba para nada con lo que vi en el escondite: un montonal de chicos vestidos con chaleco negro y ropa igual de negra cargando armas caminaban de un lado a otro y se ponían alrededor de una mesa amplia. Que estos treinta chicos cupieran en este espacio se debía al inmenso tamaño exterior del quiosco.
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Un poder para el mal
Adventure¿Qué pasaría si un día descubrieras que no eres quien creías ser? Maighread Ulster es una adolescente que cree vivir una vida normal en un mundo normal sin embargo a la edad de once años es obligada a escapar de su hogar y a refugiarse en Nueva York...