El sillón en que estaba sentada era cómodo, la oficina irradiaba calor y confianza, era lo que más necesitaba en este momento. Llevaba dos semanas pensando en la última vez que hablé con Haley y el trato que acepté, incluso me hizo firmar un contrato dos días después de nuestra plática, el director de PAAG mostró su entusiasmo y orgullo por ver que al fin correspondía a mi papel, claro que yo no me sentía como si hubiera hecho lo correcto; el único propósito para aceptar era que podría graduarme pronto de aquí y vería a mi familia, en un año sería posible, solo necesitaba ser obediente y cumplir con mis deberes como PAAG los cuales aún no entendía del todo. Por suerte, Jeff McClain, el psicólogo y viejo amigo de mis padres, estaba aquí para ayudarme tanto para lograr ser lo que Haley y el Director esperaban de mí como para sobrevivir a la isla con algo de apoyo.
Quizá sonará raro pero en dos semanas logré acercarme más a él, sentía que podía confiar más plenamente aunque tampoco me dejaba llevar, siempre debía ser precavida. Jeff estaba sentado frente a mí, estábamos en medio de nuestra sesión aunque ambos nos dedicábamos simplemente a resolver crucigramas.
—Ya vez que a ustedes les ponen todo tipo de pruebas para explotar su intelecto— me decía— yo no podría con ellas.
—Claro que sí— lo contradije— todos pueden estudiar lo mismo que nosotros.
—sí pero ustedes retienen más información con más facilidad, su cerebro es más ágil, y lamentablemente más complejo—murmuró.
Lo miré con duda.
—uno esperaría que los OGM tuvieran la misma personalidad: fría y calculadora, pero todos aquí son demasiados distintos. Pudieron haberlos modificado a todos pero son distintos.
—Me alegra oírlo— susurré, él me dedicó una sonrisa de aceptación.
Continuamos llenando los cuadritos del crucigrama en silencio hasta que Jeff rompió de nuevo el silencio.
— ¿Cómo vas con el uso de armas de fuego?— preguntó.
—no tengo muy buena puntería pero supongo que mejoré un poco, se empuñar mejor los cuchillos, la otra vez usé una katana— recordé aquel momento en el que literalmente fingí ser un samurái, entonces llegó Zach y lanzó la espada lejos de mi mana tras dar una fuerte estocada e la hoja de la mía— lástima que Zach me arruinó la diversión— agregué con mala cara.
—participar en la jugada maestra te mantendrá fuera de vista de Haley por un tiempo, y como estas en uno de los mejores equipos... bueno, muchos OGM han de envidiarte.
— ¿Cómo lo sabes?— pregunté.
—los que tienen carácter más fuerte o muy extraño tienen que venir una vez a la semana, algunos me cuentan lo que pasa allá con sus compañeros OGM, de hecho sienten inquietud por ti, no eres lo que creen— explicó— tiene sus ventajas no ser predecible— agregó.
Yo asentí en silencio. Había terminado el crucigrama y la verdad ya no se me antojaba llenar otro, mejor disfrutaba del resto de la hora que me quedaba con Jeff, aunque en vez de hacerme pasiva él me aconsejaba como evitar que Haley me vigilara. Sabía que había cámaras en mi habitación y en el baño, por eso no hacía nada que resultara sospechoso más que leer algún libro de la biblioteca, cambiarme de ropa o dormir. La mayoría de las veces me la pasaba afuera de mi habitación, un enorme cambio desde mi llegada pues antes debían obligarme a bajar, pero a veces prefería estar afuera entrenando en lugar de que una cámara me estuviera viendo todo el día. De igual forma había cámaras afuera de mi dormitorio y no me sorprendería que Haley mandara a alguien a espiarme por medio de ellas.
—Sí que las tiene— concordé.
Entonces la manecilla del reloj marcó las seis de la tarde, era mi hora de irme.
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Un poder para el mal
مغامرة¿Qué pasaría si un día descubrieras que no eres quien creías ser? Maighread Ulster es una adolescente que cree vivir una vida normal en un mundo normal sin embargo a la edad de once años es obligada a escapar de su hogar y a refugiarse en Nueva York...