Toda la noche me refugié en la obscuridad y en los edificios abandonados, el frío me lastimaba mucho, haberme salido descalza y sin mi bufanda me estaba torturando pues ya ni sentía los pies, cada paso que daba era una indecisa tortura. El frío aire que entraba a mis pulmones calaba, tras haberme alejado todo lo que pude me escondí para reposar un poco pues tanto las quemaduras como las heridas de las cuerdas me dificultaban cada vez más caminar. Recogí algo de nieve y me la coloqué en la herida, deseaba gritar o gemir de dolor pero eso solo atraería a mis adversarios.
La noche fue larga, pero no eterna. Sabia vagamente a donde debía ir, recordaba un poco el camino de vuelta al norte pero no iba a arriesgarme usando la misma ruta para que me capturaran de nuevo, ya debían de estar muy enojados porque les quemé la sala de tortura y probablemente todo el edificio, pero no me sentía mal por ello. Me desviaría un poco hacia el este, el grupo de Onur no llegaba hasta allá y según algo que me había dicho Zach todo indicaba a que Annelise estaba en el oeste. El este en sí no era de nadie, por eso se habían llevado combates en él entre Zach y Onur durante todo el tiempo que me ausenté, tanto Ditt como Ming me dieron detalles de ello.
Cuando las luces azuladas claras que indicaban la llegada del amanecer iluminaron la ciudad me levanté, no había dormido por temor a ser secuestrada de nuevo en un estado de vulnerabilidad. Hoy estaba nevando poco sin embargo había niebla espesa lo cual aumentaba los puntos muertos de mi vista y las probabilidades de ser atacada, estos soldados de Onur eran listos, estaba segura de que sabrían como aprovechar la niebla para espiar y combatir. Pensar en ellos hacía que me preocupara por Zach y mi equipo pues sabia que Onur no dejaría pasar ni una oportunidad para atacarlos. Pero si tenía suerte y llegaba sin contratiempos al norte podría avisarle a Zach.
Ese fue el pensamiento que me mantuvo de pie a pesar del dolor en mis tobillos y pantorrillas: salvar a mi equipo. Debía hacerlo. Onur no lograría salirse con la suya después de haber jugado tan sucio.
Caminé con cuidado, me escondía entre las calles y me metía por callejones con tal de desviar cualquier mirada que pudiera estar sobre mí, apuntaba de vez en cuando con la pistola, subí en ocasiones a azoteas para ver las calles desiertas y asegurarme de que no había nadie más que yo. Por desgracia surgieron otros imprevistos llamados hambre, debilidad y dolor; esto me enlentecía, hacía que me detuviera más veces de lo usual, es que incluso un OMG que no ha dormido y está hambriento puede batallar tanto como un humano normal. Logré caminar una hora con estos problemas pero a la media hora ya era insoportable, caí en la cuenta de que si no llegaba a tiempo a mi destino me quedaría tirada en las calles donde podría morir de frío y hambre o que los soldados de Onur me recogieran para rematarme con tal de vengar su herido orgullo.
Solo descansé quince minutos, en el siguiente plazo de tiempo me propuse acelerar el paso y reubicarme ya más al norte y no tanto al este. Estaba logrando mi objetivo, aparentemente todo iba bien pues ya no sentía el dolor en los tobillos ni la terrible hambre que me hacía gruñir el estómago.
Me detuve en seco cuando escuché un arma dispararse. Oh, no.
—dicen que vieron un espía aquí—indicaba una voz gruesa que debía pertenecer a un chico.
¿Me habían encontrado? Comencé a temblar de miedo al recordar las torturas y lo que podrían llegar a hacerme si me atrapaban. No podía permitirlo, tenía una misión que era sobrevivir y alertar a mi equipo de los hechos ocurridos previamente. Eché a correr, despavorida y medio alerta, la pistola estaba en alto, debía llegar pronto o aunque fuera alejarme de los que podrían ser mis captores. Llegué a una zona de la ciudad donde había pabellones mejores cuidados que los del norte o el sur, una fuente enorme aunque oxidada y con restos de agua congelada, ví faros funcionando, me sorprendía mucho, supuse que lograron hacer un mecanismo que lo alimentara temporalmente para alumbrar, el problema era que las luces se mezclaban con la niebla y hacían que todo se viera distorsionado y luminoso a la vez, era difícil saber como salir de aquí, que hacer. Solo veía luz y niebla.
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Un poder para el mal
Aventura¿Qué pasaría si un día descubrieras que no eres quien creías ser? Maighread Ulster es una adolescente que cree vivir una vida normal en un mundo normal sin embargo a la edad de once años es obligada a escapar de su hogar y a refugiarse en Nueva York...