FA| Cuando el Ángel y el Demonio se junten, concebirán la vida a un pequeño ángel, el cual caerá sin pertenecer a ningún mundo.
Con dolor y sufrimiento, el Ángel caído prevalecerá, y encontrara ese lugar al cual pertenecer"
Donde Megum...
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Los cuatro lograron sobrellevar toda la carrera con éxito hasta los últimos momentos.
La estrategia que Megumi había ideado sobre quedarse en un perfil bajo funcionó exitosamente, porque a excepción de Bakugō y Todoroki —de quienes parecía ser uno de sus objetivos principales— nadie había intentado quitarles la bandana.
Ellos habían logrado recaudar tres bandas de tres equipos gracias a Tsuyu y su lengua.
La felicidad les duró prolongadamente, puesto que cuando solamente quedaba 1 minuto se dieron cuenta que el equipo de Bakugō lograron quitarles las bandas con puntos de la cabellera pegajosa de Mineta —el jinete de su equipo— y por ende quedaron descalificados.
Mineta se disculpó con ellos millares de vences por eso, aunque la peligris le repitiera constantemente que estaba bien y no había sido su culpa parecía que eso solo lo hacía llorar más.
Realmente a Megumi no le importó mucho ser descalificada, sabía que para ganar reputación debía participar, pero —en un pensamiento egocéntrico— sabía que no necesitaba demostrar su fuerza, muchos héroes ya la tenían en la mira para sus pasantías.
— Descuida, no es tan importante. Habrán más oportunidades para que los profesionales reconozcan el esfuerzo de cada uno. Tú no tienes la culpa, Mineta-san.— le sonrió con el ceño fruncido en comprensión, el muchacho se empezó a ahogar con su llanto.— Fue divertido, gracias por formar equipo conmigo.
— ¡¡Yamamoto!!— lloró conmovido.
— Lo importante es que nos divertimos, 'quero.— sonrió la peliverde.
— Sí.— asintió el peligris.
Un aura cálido y alegre los rodeó gracias a la sonrisa de Yamamoto. Los estudiantes cercanos a ellos se sintieron contagiados por la tranquilidad que desprendían.
— ¡Megumi-chan!
Un sonriente Sero la abrazó con efusividad, captando la atención de los mirones celosos que se encontraban al rededor, envidiando la facilidad con la que el chico se había acercado a ella.
Mineta se mordió el cuello de su camisa mientras renegaba entre dientes.
— Felicidades por pasar, Sero-kun. Incluso nos descalificaron.
Sero sintió un escalofrío recorrer toda su espalda hasta sus pies cuando los ojos grises de la muchacha —ocultándolo bajo un velo de calma y tranquilidad— lo miraron con un deje de rencor y ferocidad.
— Perdón.— hizo una reverencia pequeña.— Si lo dices en voz alta no puedo evitar sentirme avergonzado.— se sonrojó recibiendo una encantadora sonrisa de parte de su amiga.
Definitivamente era inevitable sentirse embobado cada vez que ella sonreía, una sonrisa angelical con un toque de diversión, simplemente hermosa a los ojos del que la mirara.
