FA| Cuando el Ángel y el Demonio se junten, concebirán la vida a un pequeño ángel, el cual caerá sin pertenecer a ningún mundo.
Con dolor y sufrimiento, el Ángel caído prevalecerá, y encontrara ese lugar al cual pertenecer"
Donde Megum...
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Sus ojos se abrieron con horror al ver una última sonrisa en el rostro de su padre un momento antes de caer en un ruido sordo al lado del cuerpo sin vida de su madre.
— ¡Mamá! ¡Papá!— su garganta raspó por el alarido que emergió de sus cuerdas vocales.
El cuerpo de ambos adultos yacía en el suelo de concreto, completamente inertes y justo debajo de ambos, un charco de sangre que se extendía por todo el piso.
Los gritos desesperados de la niña inundaron por completo todo el lugar. Megumi no sabía qué más hacer, lo único en lo que podía pensar era en la dolorosa sensación que se había establecido en su corazón al ver a sus padres morir frente a sus ojos.
Una mano se posó sobre su hombro, y una voz profunda la sacó de su ahogante agonía.
— Fue tu culpa, Yamamoto Megumi, ellos murieron por ti. Ahora ya no puedes salir de este lugar.— la pequeña tembló, su mente comenzaba a nublarse.— Pandora y Angelical murieron por tu culpa. Aunque, ¿Realmente valió la pena salvar algo que nunca tuvo valor alguno?
Un balde de agua fría cayó sobre sus hombros, y la realidad la abofeteó con dureza, sintiendo como aquella oscuridad la envolvía. Una asfixiante angustia comenzó a adueñarse de sus pulmones, pero su cuerpo no parecía querer hacer caso a dichos órganos, el aire simplemente no entraba por sus orificios nasales.
— Levántate.— una voz deferente a la anterior habló, esta era aún más profunda.
— Eso...
Cuando su mente salió del trance, pudo apreciar una habitación oscura con una leve iluminación verdosa proviniendo de las pantallas a su izquierda, frente a ella se encontraba un hombre.
Por la falta de iluminación no podía ver más que su boca, varios cables eran conectados en su cuerpo a una máquina detrás suyo, y el pitido del monitor cardiaco indicaba que su corazón latía fervorosamente.
— Yamamoto Megumi. Un recipiente apto para todo tipo de quirks, la rápida regeneración de sus tejidos hace hace que su cuerpo se adapte a los problemas que un cuerpo normal no podría resistir. El sujeto de prueba perfecto.— recitó el hombre, con encanto tétrico destilando de su voz, mientras una sonrisa perturbadora se extendía por sus labios. La pequeña de ojos grises sentía como su estómago intentaba vaciar el alimento que le habían obligado a ingerir el día anterior, como cada día en esos cinco meses que había estado cautiva ahí.— ¿Serás mi sujeto de prueba perfecto, Megumi-chan?
Su cuerpo temblaba, sus entrañas se removían con ferocidad en su interior, y su respiración se volvió a detener.
Las lágrimas se asomaron por las esquinas de sus ojos, empañando su visión.
— Q-quie-ro...i-rme-e...a...a ca-sa.— murmuró con dificultad, con un hilo de voz, apenas más fuerte que el sonido del monitor cardiaco.— Q-quie-ro...a M-mamá...y a...Pa-pá. N...no quiero...estar aquí...— las lágrimas bañaban su pequeño rostro.
